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Tres mujeres que desbrozaron el camino

La inimitable Clara Rockmore y su Theremin

Txema G. Crespo / Txema G. Crespo

Vitoria-Gasteiz —

Coinciden estos días en las librerías tres títulos que recuperan las vidas de sendas extraordinarias mujeres que en los primeros lustros del siglo XX protagonizaron ámbitos tan dispares como la música en el Nueva York de los felices años 20, la peripecia aventurera de ciudad en ciudad en los Estados Unidos de la comunidad hobo que nacía con el ferrocarril, o la búsqueda de un futuro lejos de la urbe en el lejano Oeste, en Wyoming. Clara Rockmore, Boxcar Bertha y Eleonore Pruitt Stewart tienen en común su personal afán de independencia en un medio hostil, dominado por una cultura machista, donde la mujer carece de cualquier protagonismo. Pero, además, estos tres libros son a su vez, tres sugerentes artefactos literarios, alejados de los modelos canónicos, muestra de otra forma de contar vidas ajenas, en este caso, tres ejemplos de mujeres que vivieron vidas apasionantes en tres ámbitos bien distintos de los Estados Unidos de principios del XX.

'Clara Rockmore. Eco de una vida entre sonidos' (Editorial Amargord), de las madrileñas afincadas en Vitoria, Marta Villota Gálvez (texto) y María Clé Leal (ilustraciones), es un libro inspirado en la figura de la música lituana Clara Rockmore (Vilnius, Lituania, 1911-Nueva York, 1998), violinista, impulsora del theremin, instrumento inventado por Léon Theremin, y que como en otras tantísimas ocasiones, es una mujer que ha quedado a la sombra de quien fuera su admirador. El libro surge de un diálogo entre ambas autoras que se va enriqueciendo conforme se adentran en la vida de Clara Rockmore. “No es una biografía en sentido estricto, que requiere el rigor de la investigación, sino una recreación de la vida de esta mujer criada en San Petersburgo y exiliada a Estados Unidos”, explica Marta Villota.

Fue en los círculos de exiliados rusos en Nueva York donde quien fue niña prodigio y más tarde prestigiosa concertista conoció a Theremín que le ofreció interpretar este difícil instrumento, con un sonido parecido al de la voz humana, y que se 'toca' a partir del acercamiento y alejamiento de las manos de dos antenas que emiten ondas electromagnéticas. Precursor de los sintentizadores (no en vano Robert Moog, su inventor, conserva la patente), el theremín alcanzó su fama en la segunda mitad del XX por su utilización en las bandas sonoras de películas de misterio. “Pero Clara nunca aceptó ese uso frívolo, en su consideración, de un instrumento con el que ella interpretaba a Bach, Tchaikovsky o Rachmaninov. Es más, para poder tocar las obras de este último, le pidió a Theremín que ampliara de 3 a 5 octavas el instrumento”, recuerdan Villota y Clé, quienes reivindican a Rockmore como la verdadera configuradora del theremín. Es muy escasa la documentación sobre la intérprete de origen lituano (aquí se la puede ver tocando 'The swan' de Saint Saëns) y este libro supone el primer acercamiento a su figura, del que está prevista la próxima traducción al inglés.

“Pensábamos en un concepto de libro fogonazos de texto e imágenes. El texto está escrito en primera y tercera persona. Nos imaginábamos cómo ella contaría su propia historia, la de una mujer que ha de dejar su pasión, el violín, por problemas de salud, y se vuelca en ese nuevo instrumento, en lo que es un relato abierto, que trata de indagar en los resquicios de su vida”, concluye María Clé, cuyas ilustraciones se exhiben hasta el 17 de mayo en la librería Zuloa de Vitoria-Gasteiz.

Bertha, una mujer hobo

De los ambientes intelectuales y burgueses del Nueva York de entreguerras a la vida en la carretera y el ferrocarril que protagoniza en aquellos años Boxcar Bertha, protagonista del libro del mismo título de Ben Reitman. Subtitulado 'Autobiografía de una hermana de la carretera', publicado por Pepitas de calabaza, es más bien el relato de una mujer imaginaria, basado en la vida de varias de aquellas que pertenecieron a la comunidad hobo, trabajadores errantes que surgieron con la construcción del ferrocarril en los EE.UU., y que inspiró la segunda película de Martín Scorsese, 'El tren de Bertha'.

Auténtica sociedad paralela, radicada sobre todo en Chicago y que llegó a contar hasta con universidad, asistencia médica y sindicatos, con una actividad intensa en favor de los desempleados, los hobos se han vinculado muchas veces con el vagabundeo marginal, cuando en realidad eran más una comunidad independiente amante de la aventura y la vida sin ataduras. Nada que ver con la referencia que aparece en Breaking bad, y sí más con la canción de Woodie Guthrie y Emmilou Harris.

Ben Reitman (1879-1942), aventurero, médico, escritor y sobre todo hobo y amigo de ellos, fue amante de Enma Goldman, entre 1908 y 1917, cuando recorrió todo el país acompañando a la agitadora anarquista en sus mítines y asambleas. Pero siempre estuvo más cerca de la relación con los propios hobos que del activismo político. De este modo, su libro recrea al detalle cómo era su vida, desde el paso por comunidades rurales donde se seguían las enseñanzas de la escuela moderna de Ferrer i Guardia hasta los campamentos en las afueras de la ciudades, donde se impartían conferencias por algunos de las más interesantes personalidades estadounidenses. Como dice en el libro la propia Bertha, después de citar a varios de esos conferenciantes: “Menciono nombres tan ilustres para dejar bien claro que los hobos no son una panda de estúpidos ignorantes y que tienen capacidad e interés en las buenas conferencias y en una alimentación intelectual consistente”.

Entre las mujeres que recorren el libro, se encuentran universitarias, pero también chicas que proceden de familias desestructuradas, otras son hijas de activistas políticos, de trabajadores del ferrocarril o se han criado en comunas rurales. En otro pasaje, Bertha recuerda cómo había “un buen montón de mujeres que reclamaban el título de 'Reina de los Hobos'. Entre ellas se encontraban dos mujeres de cierta edad que no solo eran reinas, sino además campeonas de la clase trabajadora. Ambas eran viudas de dos de los anarquistas colgados en Chicago el día 11 de noviembre de 1887, después de la famosa revuelta de Haymarket”.

Si el papel de la mujer en la comunidad hobo era un referente en el ámbito de la clase trabajadora estadounidense, también en el Oeste que se comenzaba a colonizar se pueden encontrar referencias femeninas de relevancia. Es el caso de la autora de 'Cartas de una pionera', delicioso relato de la vida de Elinore Pruitt Stewart, publicado por Hoja de Lata, que lo presenta en este video, al que le sigue 'Cartas de una cazadora' y que recoge la correspondencia que mantiene la autora con su antigua patrona, residente en Denver, a la que ha dejado para poner en marcha una granja en Wyoming.

El libro es un canto a la naturaleza, la independencia y la vida autosuficiente. Las largas distancias entre los ranchos, la dificultad de atravesar bosques y praderas repletos de fieras salvajes, la rudeza de los pastores y los vaqueros y su vida nómada contrastan con la alegre vitalidad de Elinore Pruitt. Y sorprende, sobre todo, porque llega después de haber pasado penurias en un entorno hostil, con un clima extremo y en plena soledad, casi sin contacto con otras personas. Pero como ella misma dice: “el éxito de cualquier proyecto depende del temperamento de cada cual. Por ejemplo, quien tenga aprensión a los coyotes, al trabajo y a la soledad, mejor que se olvide de la vida en el rancho. Por otro lado, cualquier mujer a la que no le importe su propia compañía, sea capaz de apreciar la belleza del ocaso, le guste cultivar cosas, tendrá éxito seguro, independencia, toda la comida que quiera y en definitiva una casa propia”.

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