El BEC acumula en solo nueve años unas pérdidas de 304 millones, costeados con dinero público
Una inversión pública que ha costado cerca de 625 millones (cinco veces más que el Museo Guggenheim de Bilbao) y que, a fecha de 2012, contabiliza ya 304 millones de euros de pérdidas contables se puede catalogar como un negocio ruinoso. Para afrontar la multimillonaria inversión del BEC, la macro feria de muestras ubicada en Barakaldo, el Gobierno Vasco y la Diputación de Vizcaya recurrieron a dos créditos, uno de 250 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones (BEI), y otro de 150 millones de un pool bancario con entidades españolas. El pago se ha realizado por las administraciones vascas (el Gobierno y la Diputación de Vizcaya), que cada año y hasta 2027 aportan 12 millones de euros cada uno, según el vigente plan financiero. Pero ese dinero ha servido únicamente para ir amortizando el primero de los créditos: en concreto cerca de 154 millones de euros. El segundo crédito está todavía intacto y es el gran quebradero de cabeza de las instituciones. En 2014 se debe empezar a abonar, lo que obligará a renegociarlo o aumentar la aportación anual pública. Solo en intereses, se deben pagar 90,6 millones de euros hasta 2027.
Pero es que además, los gestores del BEC han recurrido a un instrumento que era para otros fines: se ha utilizado una cuenta creada con excedentes de las aportaciones anuales para reducir gasto corriente sin el permiso del Consejo de Administración del BEC, y se han utilizado activos de inversores financieras (pensadas para ir reduciendo el déficit de explotación) que alcanzaban los 102 millones de euros en 2004 y que ahora rondan solo los 10 millones. Esta es la radiografía simple del Bilbao Exhibition Center (BEC), la Feria de Muestras más importante de Euskadi que se encuentra en una situación práctica de quiebra.
La irrupción de internet ha herido de muerte a las Ferias de Muestras al cambiar drásticamente el modelo de relación entre proveedores y clientes, que en muchos sectores industriales tenían en las ferias el escaparate para conocer los últimos avances y cerrar pedidos.
El caso del BEC, ubicado en Barakaldo, es otro ejemplo de dispendio público en época de bonanza. La excusa fue que la Bienal de la Máquina-Herramienta, que cada dos años se celebraba en las anteriores instalaciones de la Feria en Bilbao, ya no cabía en esa recinto y existía el riesgo de su traslado a otro lugar de España. Las autoridades vascas (fundamentalmente por el empuje de la Diputación de Bizkaia) se afanaron en construir rápidamente la nueva instalación en Barakaldo, en el área metropolitana de Bilbao, y las obras se ejecutaron en apenas tres años, entre 2001 y 2004.
El proyecto ya nació con vicios. El plan financiero (que recaía en las espaldas de la administración vasca, a partes iguales entre el Gobierno Vasco y la Diputación vizcaína) de una obra que entonces se presupuestó en 390 millones de euros no se presentó hasta diez meses después del inicio de los trabajos. Algo inaudito para cualquier proyecto y más para uno de esta envergadura. E incluso, para defender el proyecto, los gestores aseguraban que tendría un uso más allá del ferial y podría utilizarse para actividades lúdicas de todo tipo. Tuvieron que esperar a poner en marcha la Feria para darse cuenta de que solo el coste de mantenimiento por abrir sus 15 hectáreas de superficie era incompatible con el uso por la ciudadanía. “Cuesta mucho abrir esta casa, por la seguridad”, afirmó en febrero de 2007 el hasta hace poco máximo responsable del BEC, José Miguel Corres.
“Es un superpetrolero que acaba de arrancar y no ha cogido la velocidad de crucero”, dijo en diciembre de 2006 el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, aun confiado en que las cosas cambiarían. Pero pocos meses después, en 2007, solo tres años después de su apertura, se planteó abiertamente la posibilidad de privatizar su gestión con el encargo de un estudio que daba varias alternativas. Las cuentas no engañaban. Aquellos cálculos de pingües beneficios, especialmente cada dos años con la celebración de la Bienal de la Máquina-Herramienta, eran papel mojado. El primer año completo de funcionamiento, en 2005, el déficit únicamente de explotación fue de 6,8 millones y en los siguientes ejercicios, salvo en 2008 con 817.000 euros de beneficios, los números rojos han sido constantes cada año. Así las pérdidas de explotación hasta la fecha alcanzan los 31,7 millones de euros, una cifra que se eleva hasta los 304 millones si se incluye la amortización de la elevada inversión. O sea que hay 304 millones de pérdidas contables.
Sin cambio de modelo
¿Y tras constatar en los primeros años que el negocio no era viable ni para cuadrar las cuentas del día a día, que hicieron los gestores? No ha habido ningún cambio de modelo ni estrategia de coste, salvo el estudio de 2007 sobre la privatización que quedó en un cajón. Con la llegada del PSE al Gobierno Vasco y su entrada en el consejo de Administración de la Feria de Muestras, se plantearon cambios. El entonces consejero de Industria Bernabé Unda pidió formalmente en diciembre de 2010 un plan de reajuste de costes y un nuevo modelo de gestión. Incluso el consejo puso, tras plantearse varias veces estas peticiones, como fecha límite de la elaboración de ambos planes para enero de 2012. “Hay que fijar una fecha de presentación del modelo de negocio que no debe ir más allá de tres meses”, aseguró en el consejo de administración del BEC del 19 de diciembre de 2011 el diputado vizcaíno de Promoción Económica, Imanol Pradales. A día de hoy siguen sin concretarse. La última promesa, en abril, de la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco, Arantza Tapia, es elaborar sin fecha concreta un nuevo modelo de negocio y un plan de choque para recortar en 1,3 millones los gastos operativos.
El último informe del Tribunal Vasco de Cuentas ha sido demoledor: el BEC está en situación de asfixia, con graves problemas de tesorería y con el añadido de que a partir de 2014 tiene que empezar a pagar un segundo crédito de 150 millones de euros. La única solución, dice el Tribunal, es que la aportación pública aumente, algo complicado con la recesión actual y menos defendible con los recortes anunciados. La actividad de negocio va cayendo en picado y la ocupación actual de la Feria es solo del 25% anual, incluyendo los días de desmontaje, lo que supone una caída del 87% en su actividad respecto a 2008. Solo en intereses, se deben pagar 90,6 millones de euros hasta 2027.
Un callejón con una complicada salida que angustia a los trabajadores. Cuatro fueron despedidos la pasada semana y, según el comité de empresa, la dirección amenaza con “una bajada de salarios de entre el 10 y el 15%, un ERE de suspensión y posibles nuevos despidos. ”La única solución para reflotar el BEC“, dice el comité, ”pasa porque los políticos asuman su responsabilidad y apliquen una buena gestión“. Pues precisamente eso es lo que no ha ocurrido.