Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

¿Corrupción en el PP vasco? Por favor, aquí solo gildas

Alfonso Alonso, en el lanzamiento de su gilda-truck para la campaña vasca.

Aitor Guenaga

Alfonso Alonso, el ministro de Sanidad en funciones, es un político “muy leído”. No lo digo yo. Lo ha proclamado a los cuatro vientos en este primer lunes de campaña en Euskadi su segunda jefa en el Consejo de Ministros, la todopoderosa vicepresidenta y jefa de los espías españoles, Soraya Sáenz de Santamaría. El primer lunes de campaña siempre se hace un poco cuesta arriba en las campañas electorales. Y no hay nada mejor para el candidato que empezar con un buen desayuno. O con una buena gilda. O con una declaración de esas que los asesores saben que van a “dar juego”. ¿Y por qué no con un buen libro?

Alfonso Alonso, el candidato a lehendakari por el PP, es un lector incansable de Stefan Zweig. Este lunes nos ha recordado la autobiografía póstuma del escritor austriaco 'El mundo de ayer' (1944), una obra en la que su autor describe la añeja cultura del Viejo Continente que, a ojos del gran Stefan, ya se estaba yendo por el sumidero.

Hombre, lo raro es que Alonso hubiera elegido, no sé, 'Mi vida', del malogrado Leon Trotsky. No por nada. De hecho, ambos personajes históricos tuvieron un final traumático: al dirigente soviético le cayó un pico encima de la cabeza en Mexico (Ramón Mercader), el escritor austriaco acabo suicidándose con su esposa en Brasil el 22 de febrero de 1942. Los dos escribían como los ángeles. Zweig dejó escrito antes de partir hacia el último viaje: “Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal, el bien más preciado sobre la Tierra”.

Uno de los bienes más preciados, y cada vez más valorados por los electores en cualquier país, es que los servidores públicos sean decentes. Honrados también vale. Vamos, que no metan la mano en la caja de todos.

Y en el PP vasco parece que han llegado ya al tope de aguante en lo que a corrupción se refiere. Sobre todo a la que salpica al partido que preside Mariano Rajoy y que tuvo durante años y años al frente de las finanzas al extesorero, el otrora innombrable y ahora apuntado como “golfo” y “manzana podrida” Luis Bárcenas. Si no, no se entiende la aseveración realizada por Alfonso Alonso en el desayuno de campaña: “El PP jamás ha tenido un caso de corrupción en Euskadi”. Las redes castigaron sin piedad las palabras de Alonso y su atrevimiento, incluso al referirse al PP vasco como un partido libre de la plaga bíblica de nombre Bárcenas.

La antecesora en el cargo de Alonso, Arantza Quiroga, fue de las primeras que mostró en público –cuando ni el propio Rajoy se atrevía a llamar a su extesorero por su nombre– su repugnancia por el tal sujeto al que su jefe de filas mandaba aquellos 'sms' que harían palidecer a un muerto (ya saben, aquello de “Luis, sé fuerte”).

Y se da la circunstancia de que el tal Bárcenas pagó con la 'caja B' del partido la sede del PP en Bilbao. “Para llevar a cabo un control de la operación financiación de la compra y acondicionamiento de la sede del PP en Vizcaya, Luis Bárcenas creó una cuenta específica denominada ”Sede Vizcaya“ con las mismas características que el resto de la contabilidad B, de cuya llevanza era el responsable”, resumía un informe policial de 145 páginas de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEP). Los pagos se produjeron entre los periodos del 11 de noviembre de 1999 y el 16 de noviembre de 2005, periodo en el que el PP estuvo dirigido por Carlos Iturgaiz (cinco años) y por María San Gil (el último año).

Tampoco se ha acordado Alonso del caso de los locales de San Antonio. El Tribunal de Cuentas del Estado condenó, en mayo pasado, al presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, y al vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, al pago de 393.862,31 euros por los perjuicios ocasionados en los fondos públicos del consistorio alavés por el alquiler de unos locales en la calle San Antonio de la capital alavesa. De eso nada se dijo tampoco en el desayuno.

Ni tampoco habló el candidato de otro caso que ha salpicado al PP vizcaíno recientemente y que le tocó lidiar a Alonso en marzo pasado, al poco de hacerse con el cargo del partido tras la espantada de Quiroga: la “dudosa” gestión económica llevada a cabo tanto por el ahora exgerente en ese territorio Arturo Aldecoa como por el excontable Gonzalo Pontes.

Bueno, ya lo dijo en su día el jefe de filas del PP en Bizkaia, Antón Damborena, quien delante de Rajoy y en Euskadi acuñó aquello de que “estamos hasta los cojones de los casos de corrupción” del partido que, un día sí y otro también, saltan a los medios de comunicación.

Para pasar todo este trago de la corrupción, en el PP vasco han ideado una vía: repartir gildas en la 'gildatruck.eus' y apuntar al PNV como ese partido que ha construido una red clientelar en las empresas, chiringuitos y sitios varios que dependen de las instituciones vascas donde, en palabras de Alonso, “suele haber gente colocada”. Y todo el mundo sabe que al vasco se le conquista mejor por el estómago, que por las promesas electorales.

A pesar de todo, y fiel a su estilo, Alonso se ha presentado este lunes como “alternativa al proyecto nacionalista de ocupación de poder”, porque los vascos no están “obligados a un nacionalismo que lo invade todo”. Y a su partido, como la formación que no está dispuesta –como el PNV, según el candidato popular– a ayudar a blanquear el pasado “filoterrorista” de EH Bildu.

Las gildas han quedado para otra hora, porque tampoco era el momento de repartir en el desayuno ese preciado pintxo vasco tan útil como sabroso. Hay mucha campaña por delante, oiga.

Etiquetas
stats