Deporte escolar, entre el voluntariado y la relación laboral
Las visitas que los inspectores de Trabajo están girando a centros educaticos y clubes deportivos para comprobar si los monitores que entrenan a los equipos se encuentran dados de alta en la Seguridad Social han desconcertado a la comunidad educativa. Esta actividad de los inspectores, dependientes del Ministerio por tratarse de la Seguridad Social, ya se ha saldado con varias multas a los colegios o a las asociaciones de padres y madres de los centros que organizan las actividades extraescolares. El debate que se ha abierto se centra en definir si la actividad de estos monitores entra en la esfera del voluntariado deportivo o, por el contrario, se trata de una relación laboral en toda regla que es preciso regularizar. Las asociaciones de padres advierten de que si tiene que dar de alta a los monitores muchas familias no podrán soportar el sobrecoste que eso supone. Por eso, ahora buscan fórmulas para salvar la situación.
Patxi Motiloa, ex director de Deportes del Gobierno vasco la pasada legislatura, asegura que “viene de lejos” el debate relativo a la naturaleza de la actividad de los monitores: si existe una relación laboral o si se puede considerar la misma como propia del voluntariado deportivo. “En el ámbito de los servicios que se prestan en los colegios existen diferentes casos. Hay personas que con dedicación plena y mediante remuneración ejercen funciones de programación, coordinación y supervisión de los programas de deporte escolar en el centro. La relación de este tipo de personas es, sin duda laboral”, explica Motiloa. Pero, en muchos casos “los monitores son jóvenes que por propia relación con el centro al ser alumnos o exalumnos o por relación con algún tipo de modalidad deportiva ayudan en el desarrollo de los entrenamientos, competiciones y demás actividades que integran los programas de deporte escolar. El objetivo principal es completar el desarrollo educativo del niño y generarle un hábito deportivo”.
Estos monitores perciben una “modesta” compensación económica, pero “en ningún caso un salario”, según Motiloa. Por eso, ¿es posible enmarcar esta relación en la figura del voluntariado? “La Ley del Voluntariado del País Vasco”, prosigue, el exdirector de Deportes del Gobierno vasco, “posibilita recibir una compensación económica por los gastos realizados en el desempeño de su actividad, siempre que así se haya establecido en las condiciones pactadas entre el voluntario y la organización”. Así, los monitores, como voluntarios deportivos, “solo podrán intervenir con organizaciones sin ánimo de lucro, es decir, clubes deportivos, agrupaciones deportivas, asociaciones de padres de los colegios....que tienen que estar legalmente constituidas y debidamente registradas”.
La exigencia de la laboralización de las actividades de todos los monitores del deporte escolar que perciben “una mera compensación económica” sería “inasumible para quienes organizan numerosas actividades y se produciría una auténtica revolución. No solo en el seno del deporte, ya que la aplicación de los mismos criterios afectaría a otras áreas sociales”, recalca Motiloa. “Son miles de personas, que al margen de sus ocupaciones diarias, dedican voluntariamente su tiempo libre a actividades deportivas, culturales, sociales, de interés general que posibilitan cohesionar nuestra sociedad”.
Condiciones dignas
Otra corriente de opinión sobre este tema es la que aportan las empresas de gestión de servicios deportivos y culturales. Imanol Pérez, de la empresa Ikudea, se muestra preocupado por el hecho de que en “ciertos ámbitos se critique cómo se han hecho las inspeciones, pero no se planteen el fondo de la cuestión: dar un punto de profesionalismo y buenas condiciones a los monitores”. “Estoy en contra en la forma que se han hecho estas inspecciones después de años sin moverse. La Administración solo busca maquillar unas cifras de paro, pero no ataca el verdadero debate, que es dar unas condiciones profesionales a unas personas y normalizar el ámbito del deporte escolar”.
“Las asociaciones de padres y algunos colegios creen que el deporte es poner a cuatro chavales a dirigir un equipo, es decir, a hacer correr a los críos. Como si fuera una guardería. Y es una cuestión que se debe tomar más en serio porque se trata de un complemento en la educación de los chavales. Con el tratamiento que se está dando ahora a los monitores y entrenadores se está restando importancia a esta actividad, a estas horas de contacto con los chicos. Los padres ven a un colega que hace correr a los niños y, en realidad, están perdiendo una oportunidad de dar una clase coherente a los chavales”.
Por eso, su empresa ofrece un punto de profesionalidad a esta actividad porque “resulta mejor a la larga para todos. Nuestra empresa cuenta con licdenciados en el Instituto Vasco de Educación Física (IVEF) y en magisterio deportivo y ofrecemos los servicios a colegios y clubes. Sé que a veces cuesta asumir que se trata de un coste algo más elevado, pero en ningún caso es exagerado y diginifica la actividad. Redunda en beneficio de todos”.