Las niñas a las que el terrorismo de ETA y el GAL cambió y que ahora pelean por sacar a la luz toda la verdad
La ponencia de Memoria y Conviviencia del Parlamento Vasco ha abierto este miércoles sus puertas a los testimonios de dos mujeres, Coral Rodríguez Fouz y Maider García Martín. Ambas, siendo niñas, vieron sus vidas sacudidas por dos de los episodios más oscuros de la historia de ETA y de los GAL, dos crímenes sanguinarios que aún están pendientes de esclarecer en todos sus extremos y sobre los que no ha caído el peso de la Justicia. “Una petición que les he hecho [a los partidos políticos], como siempre se buscan similitudes entre el IRA y ETA: en Irlanda se creó una comisión independiente para buscar los restos de los desaparecidos despúes de los acuerdos de Viernes Santo. Les he sugerido que se podía hacer algo similar”, ha explicado a los periodistas una visiblemente emocionada Rodríguez Fouz, sobrina de una de las víctimas.
Tres gallegos asesinados: ¿dónde están los restos?
En 1973, su tío Humberto Fouz y sus amigos Fernando Qurioga y Jorge Juan García, tres veinteañeros de origen gallego emigrados a Irún, decidieron burlar la censura franquista y cruzar a Francia para ver 'El último tango en París', un éxito del cine erótico que atrajo a españoles durante toda una década a los cines de la zona fronteriza. A la vuelta de la película, los jóvenes decidieron estacionar su Austin con matrícula coruñesa en un bar de copas en Iparralde. Allí alternaban también varios terroristas de ETA, que en aquellos años tenían un auténtico santuario en el País Vasco francés.
Los etarras confundieron a los jóvenes con policías españoles y, por lo que se ha conocido de declaraciones de detenidos a lo largo de los años, se ha podido constatar que les agredieron y torturaron con mucha violencia. “Consecuencia de esta agresión les fueron causadas a los tres reseñados diversas lesiones graves sabiéndose que a uno de ellos le fue saltado un ojo”, se puede leer en un viejo informe policial de los muchos que ha recopilado Rodríguez Fouz con el paso de los años y que no han conducido a ninguna parte.
La mujer, que conoció la historia de los “recuerdos” que le trasladó su madre, hermana de una de las víctimas, fue teniente de alcalde en Eibar y senadora socialista y desde su posición institucional reclamó sin mucho éxito respuestas a las autoridades españolas y francesas y continuó investigando. Fruto de ese trabajo, Rodríguez Fouz tiene identificados a los terroristas implicados en los hechos o con conocimientos directos o indirectos sobre ellos. El responsable pudo ser Tomás Pérez Revilla, que luego sería asesinado en 1984 por los GAL. Otros, con los que se ha carteado, no le han ofrecido respuestas. Finalmente, Josu Zabarte, que en la actualidad participa habitualmente en actos públicos de la izquierda abertzale tras su excarcelación, declaró que “no sabía nada al respecto” y que sus compañeros le advirtieron de que “cuanto menos” indagara en el “asunto” sería “mucho mejor”.
Cuando en septiembre de 1997 aparecieron restos humanos en una zona de Biriatou, tuvieron las esperanza de que fueran los de los tres gallegos. Las mismas esperanzas mostraron los allegados de otro desaparecido, Eduardo Moreno Bergareche 'Pertur'. Tras la pista fallida -se realizaron pruebas de ADN que resultaron negativas-, esta sobrina de una de las tres víctimas logró acotar la localización de la granja en la que pudieron ser enterrados los cadáveres de las tres víctimas. Para ello contó con la ayuda de un compañero del PSE-EE que en su juventud fue “militante de ETA”. Eso fue en 2004, pero a falta de datos más concretos para buscar en un vasto terreno, no ha logrado autorización judicial para proseguir con las pesquisas.
“¿Dónde se deshicieron de los restos?”, se ha preguntado este miércoles en voz alta en el Parlamento. “He venido a pedirles que exijan a ETA que al mismo tiempo que se disuelven nos digan dónde se deshicieron de los restos de mi tío y de sus amigos”, ha remarcado Rodríguez Fouz. Según estimaciones de Covite, son más de 400 los crímenes de ETA sin esclarecer aún en 2017.
Atentado contra García Goena: “Los autores siguen ahí”
La pequeña Maider García Martín tenía media sonrisa en la fotografía familiar que ella, su madre Laura y su padre Juan Carlos, encargaron en 1985 a un retratista para enviarla a los abuelos. La investigación periodística de 'El Mundo' llegó a la conclusión de que los pistoleros del GAL se valieron de una segunda copia algo diferente nunca entregada a la familia para acabar con la vida de Juan Carlos García Goena, un objetor de conciencia que no guardaba ninguna relación con ETA. El propietario del estudio fotográfico era pariente de un guardia civil destinado en Intxaurrondo, cuna de la rama 'verde' de los GAL, a la que se unieron otro 'azul' (con policías nacionales) y un tercero 'marrón' vinculado al antiguo CESID, todos ellos operativos bajo la presidencia del socialista Felipe González.
El asesinato terrorista de García Goena, natural de Tolosa, se produjo el 24 de julio de 1987, un par de años después de la toma de la fotografía. Fue pronto por la mañana, en Hendaya, de nuevo en el País Vasco francés donde se libró la guerra sucia contra ETA y sus miembros allí residentes. Su viuda, Laura Martín, vio la explosión del Citröen Dyane 6 del joven desde la ventana.
Tres décadas después, la hoy adulta Maider García Martín ha pedido en el Parlamento Vasco que se asuman “responsabilidades” por estos hechos y, en general, por la creación de los GAL. Y ha señalado claramente a quien tiene que hacer esa autocrítica, a los socialistas. “Quiero pedirles que exijan al PSOE de una vez por todas el reconocimiento político de lo que ocurrió”, ha planteado a una ponencia de la que forma parte una representación de los socialistas vascos. Y ha añadido: “No pido un acto especial. Pido un reconocimiento, que cuenten la verdad”.
Según la hija de la víctima, “todas las víctimas son iguales” y no puede haber diferencias. “Todos somos iguales [...]. Todos hemos pasado por el mismo sufrimiento. Es algo que nadie puede cualificar ni cuantificar”, ha manifestado ante los periodistas García Martín.
Su madre lleva, como Rodríguez Fouz, años buscando justicia. La investigación de este atentado ha sufrido idas y venidas en los tribunales a medida que la propia familia o los medios de comunicación hallaban nuevos hilos de los que tirar. Fueron ellos y no la Justicia quienes localizaron tres décadas después al retratista e incluso la cámara fotográfica concreta que tomó las dos copias. José Amedo, uno de los jefes del GAL con el que la viuda no ha dudado en entrevistarse para obtener toda la información, señala directamente a la cúpula de Interior como autores intelectuales de este crimen, pero la verdad aún no ha cristalizado. En conversación con este periódico, Laura Martín explica que ha conseguido reabrir la causa por enésima vez con el ánimo de que los dos ayudantes del propietario de la tienda de fotografía puedan declarar. Ella los tiene identificados, pero la comisión rogatoria a Francia está pendiente desde 2016 porque no se les localiza. Como dice su hija, “los autores siguen ahí”.
-¿Maider, qué le ha contestado el partido socialista?
-Que tienen en cuenta mis palabras pero que ninguno de los que están ahora apoyan ya el GAL.