EH Bildu cosecha su tercer varapalo electoral consecutivo
Fue Arnaldo Otegi, el mismo día que era consagrado como candidato a lehendakari de la coalición EH Bildu -antes de la campaña electoral- quien planteó los comicios del 26J como una “primera vuelta” de las elecciones vascas. Y el mismo día del cierre de campaña, en uno de los contados mítines que ha dado junto a los candidatos de la coalición independentista, en San Sebastián reclamó el voto para EH Bildu para que saliera el sol un poco el pasado domingo -“si mañana logramos sacar un rayo de sol, en octubre seguirá siendo verano en nuestro país”, aseguró y más tarde tuiteó Otegi- y mantener la esperanza de recuperación hasta los comicios autonómicos.
La foto era casi profética: con sus nubes negras al fondo de la imagen de Otegi. Las urnas lo que han traído son de nuevo unos nubarrones electorales y el tercer vaparalo serio en poco más de un año para la izquierda abertzale. No es solo que la ciudadanía haya sacado de las principales instituciones a EH Bildu (Diputación de Gipuzkoa y grandes ayuntamientos donde gobernaban hasta mayo del año pasado). O que en diciembre pasaran de siete diputados en el País Vasco y Navarra logrados cuatro años antes a únicamente dos. Es que el 26J, con el líder carismático Arnaldo Otegi ya en la calle haciendo campaña por Europa, Catalunya y Euskadi, se han vuelto a dejar unos 32.000 votos (31.404 si contamos solo el País Vasco y sube a 35.033 si se incluye a Navarra).
Como consecuencia de esa debacle electoral, la otrora todopoderosa izquierda abertzale -en realidad políticamente algo más, porque en la coalición EH Bildu no solo va Sortu, sino también EA, Aralar y la Alternatiba de Oskar Matute- ya es el cuarto partido en Euskadi, ha retrocedido hasta la tercera posición en su feudo tradicional, Gipuzkoa. Y hay un dato que refleja a la perfección el deterioro electoral de la coalición independentista: solo le saca 5.143 votos al PP (quinta formación en Euskadi) y menos de medio punto en porcentaje de voto (0,45% exactamente, con los resultados del 26J en la mano). El PP tiene 147.369 votos (12,85%) y EH Bildu 152.782 papeletas (13,30%).
Cuando las cosas se torcieron para EH Bildu en diciembre, la misma noche electoral su líder Hasier Arraiz -ahora inhabilitado por sentencia judicial- reconoció la derrota, dijo que Bildu se había caído, pero que estaba preparada para levantarse otra vez y dar la batalla. Fue un discurso sin paños calientes, el reconocimiento de una derrota que no les era desconocida, llovía sobre mojado, tras los malos resultados de los comicios municipales y forales de mayo de 2015. Y en un intento de sacar adelante electoralmente la coalición y frenar la sangría de votos hacia Podemos, cambiaron los cabezas de cartel en Bizkaia: Oskar Matute, con un discurso más fresco y de izquierdas, y Mikel Otero, un activista antifracking que debía haber ayudado a parar el tsunami de Unidos Podemos (Juantxo López de Uralde) en Álava. Pero ha sido la coalición morada la que ha arrasado en territorio alavés.
Por no citar a Navarra, donde de nuevo se han quedado sin diputado y han retrocedido hasta los 31.310 votos (frente a los casi 35.000 sufragios de diciembre), el 9,38% del voto (pierden 3.629 votos) y son ya el cuarto partido, a mucha distancia del PSOE (con cerca de 58.000 votos).
Tras conocerse los malos resultados, el tuitero Arnaldo Otegi volvió a la carga con otro mensaje de esperanza. Esta vez sin foto al aire libre.
Hablando de que el proyecto de la izquierda abertzale es para los corredores de fondo, para los que saben escuchar y trabajar, para militantes con paciencia (que es amarga) pero que trae frutos dulces. Nada que ver con el discurso autocrítico de Arraiz de hace seis meses.
La izquierda abertzale estaba dispuesta a sumar gratis eta amore sus diputados para echar a Mariano Rajoy. Ahora, saben que su concurso ya es innecesario. Admiten en privado que el cambio en España es prácticamente una quimera y que, salvo sorpresa de última hora, gobernará la derecha, con Rajoy como presidente.
La idea era haber puesto una pica en Flandes con los resultados del domingo y llegar, una semana más tarde, a la Asamblea Nacional que va a celebrar Sortu en Vitoria portando la sonrisa de la victoria en la cara. La reunión se va a celebrar y buena parte de las personas que serán presentadas en ese cónclave dirigirán el partido los próximos años. Y lo harán en una coyuntura adversa, según reconocen internamente.
La izquierda abertzale cosecha ahora lo sembrado durante décadas de negar la importancia de “acudir a Madrid” para defender “los intereses de Euskal Herria”. Es como intentar mover el Titanic justo cuando has avistado el iceberg. “Hemos dado pasos, sin duda, pero llegamos tarde a casi todos los sitios. Nos eternizamos en debates del pasado y para cuando tomamos decisiones, la ola nos ha pasado por encima y la sociedad está ya en otra cosa”, confiesa una fuente de la dirección de la izquierda abertzale.
El sueño del 'sorpasso' al PNV
Hace cuatro años, EH Bildu soñó con el 'sorpasso' al PNV en las autonómicas en las que se enfrentó su entonces candidata, la escritora navarra y miembro de Euskaltzaindia, Laura Mintegi -de nuevo en la universidad vasca tras ser convenientemente orillada en el Parlamento vasco- contra el candidato peneuvista, Íñigo Urkullu. Urkullu lleva casi cuatro años de lehendakari y ahora es Unidos Podemos los que le hablan de tú a tú al PNV y le complican su hegemonía al que primero ganaron en votos (20D) y el pasado domingo terminaron de pasar también en escaños. Su líder Nagua Alba tiene 25 años, se llevan al electorado joven de calle y la confluencia con Ezker Anitza-IU les ha salido redonda.
Son atractivos, frescos, no tienen el lastre de la violencia de ETA en la mochila histórica y, además, hablan sin complejos y se adentran en los terrenos supuestamente reservados a los nacionalistas (celebración del Aberri Eguna, derecho a decidir, etc) con soltura. Y EH Bildu lo sabe. Y Sortu también. Y ambos saben que van tarde y que el viento no sopla de popa para la coalición independentista. Los resultados lo demuestran, como los del pasado domingo.
Las luces rojas (todas) se han encendido en la izquierda abertzale.