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EH Bildu se hunde encadenada a la independencia

Decepción en EH Bildu, principal perjudicado por el "efecto Podemos"

Aitor Guenaga

La coalición EH Bildu ha entrado en 'modo shock' tras perder 101.679 votos. Ya venía tocada de las elecciones municipales y forales. En aquellos comicios, donde los soberanistas perdieron la Diputación de Gipuzkoa y buena parte del poder municipal que atesoraban, sus dirigentes ya comprobaron que había un voto fronterizo con la formación que entonces dirigía Roberto Uriarte y que se colocó en votos en tercera posición en Euskadi, por delante del PSE-EE. Y que su voto ya no era tan fiel como presumían. Pero además, EH Bildu se dio cuenta también de una cosa: que el atractivo histórico que tenía el independentismo en el electorado joven y, sobre todo, en las personas que votaban por primera vez, se estaba esfumando. EH Bildu no sedujo a la gran mayoría de los 63.000 nuevos en aquellas elecciones. Fue la primera luz roja.

Tras ese primer aviso, y a la vista de cómo se estaban concatenando los acontecimientos en Cataluña, EH Bildu entendió que en el País Vasco había mimbres para meter quinta en su estrategia independentista, la vía vasca que había sido pergeñada tiempo atrás para marcar un perfil netamente soberanista, mientras acusaban al PNV de entregarse a la vía autonomista y de buscar un lugar cómodo en España. Pero esto no intranquilizó ni al lehendakari Urkullu -que este lunes ha preferido no valorar los resultados y ha señalado que está reflexionando-, ni a los que manejan el poder en Sabin Etxea, sede del PNV. Entre otras cosas porque los peneuvistas de Andoni Ortuzar acaparan el mayor poder institucional desde la época de la escisión (1986) y porque el pacto que mantienen con los socialistas vascos de Idoia Mendia les ha librado de los sustos y de los revolcones parlamentarios sufridos en el primer año de legislatura vasca. 

EH Bildu ha perdido escaños en los tres territorios, pero es en Gipuzkoa, su feudo tradicional, donde el batacazo es mayor: pasa de tres escaños a uno y pierde 49.175 votos. El vendaval Podemos se ha llevado por delante a los de Hasier Arraiz, que ha visto como “los dos diputados de EH Bildu se los lleva Podemos”, afirmaba la noche electoral el politólogo Alfredo Retortillo, miembro del equipo del Euskobarómetro (UPV). En concreto, ha obtenido 80.880 papeletas, con un porcentaje del 20,89%, y pasa de la primera fuerza a ser tercera. Podemos ha logrado 97.859 (25,27%) y el PNV 91.043, con el 23,51%. Para hacerse una idea de la evolución del voto, Podemos cuando despuntó en España en las europeas de 2014 -unas elecciones en las que se vota también en clave no autonómica- tuvo 15.035 sufragios (6,36%). Y EH Bildu, que entonces quedó como primera fuerza en ese territorio, obtuvo 73.765 con el 31,24%.

Pero el retroceso se ha reproducido también en las otras dos provincias. En Álava, ha perdido el único representante que tenía, tras obtener 21.179 votos (11,85%). Se sitúa como el quinto partido más votado, tras haber sido el tercero en 2011. En Bizkaia, se queda con un escaño tras perder el otro que tenía, y se convierte en el cuarto partido más votado, después de haber logrado ser tercera en 2011 en tercera posición. En estos comicios, ha obtenido 81.552 votos (12,5%).

Pese a esa primera señal de peligro -tras la que prometieron también una reflexión- la coalición soberanista, prendada del desafío independentista catalán, optó por sumarse al discurso de la “desconexión con España”, sin mirar si en la bañera separatista vasca había suficiente agua. Y sobre todo pasando por alto la evolución que en la ciudadanía vasca ha tenido el sentimiento independentista, que ahora cotiza más a la baja que nunca.

De hecho, en el último año se han publicado hasta cuatro estudios sociológicos en Euskadi, todos ellos coincidentes en el retroceso del sentimiento independentista entre los vascos. En diciembre de 2014, el Euskobarómetro de la Universidad del País Vasco (UPV) revelaba que los deseos de independencia seguían siendo minoritarios (30%, cuatro puntos menos que en la oleada semestral anterior). Y que los vascos se sentían autonomistas (36 puntos), federalistas (31 puntos) e independentistas (22 puntos), estos últimos cinco punto menos en el cómputo anual. 

En marzo de 2015, ajenos a esos termómetros demoscópicos, Arraiz presentó en un acto multitudinario la 'Euskal Bidea', la 'vía vasca' hacia la independencia que apoyan los cuatro partidos que conforman la coalición: Sortu (la antigua Batasuna), EA, Aralar y Alternatiba. Y llegó a afirmar: “Estamos en las mejores condiciones para lograr la independencia”.

Tres meses después, un nuevo estudio sociológico, en esta ocasión el Sociómetro, elaborado por el Gobierno vasco, revelaba que los partidarios de la independencia habían bajado hasta los niveles de 2009 y que eran cinco puntos menos que el año pasado (del 30% al 25%). El mismo estudio, en noviembre pasado, no dejaba ninguna duda: únicamente un 21% de los vascos apoya la independencia de Euskadi, un porcentaje cuatro puntos menor que hacía seis meses (en abril) y que suponía el nivel más bajo desde 1998.

EH Bildu -y sobre todo Sortu, sucesora de Batasuna- que nunca ha ocultado su simpatía por la CUP catalana y su desafío independentista-, ha basado toda su campaña electoral de las generales en agrupar el mayor número de votos en favor de la independencia de Euskadi. Y la ciudadanía le ha dado la espalda. Al final de la campaña, e intuyendo que parte de su electorado tradicional podía acabar apoyando a la formación de Pablo Iglesias, el propio Arraiz cargó contra Podemos-Ahal Dugu, con el argumento de que un día defienden la unidad de España y otro el derecho a decidir. Pero el electorado vasco de izquierdas, que no ve con malos ojos el derecho a decidir y que quería cambio a nivel nacional, ha apostado por Podemos. No ha comprado ese discurso de Arraiz, entre otras cosas porque no se ajustaba a la realidad. “Podemos ha encontrado su caladero principal en el electorado joven urbanita rebelde que hasta ahora era casi exclusivo de Bildu”, analiza Retortillo.

Todos los candidatos de la formación morada -desde Eduardo Maura (Bizkaia), hasta Nagua Alba (Gipuzkua)- han reiterado su apuesta por un “Estado plurinacional” y por “el derecho a decidir”, así como por el fin de la política de dispersión de los presos de ETA, dos de las banderas históricas de la izquierda abertzale. Y lo que ha pensado parte del electorado de Bildu es claro: Más fácil que eso lo consiga un Gobierno de Podemos, que un mermado grupo parlamentario de EH Bildu en el Congreso. Ahora más menguado al pasar de siete que tenía Amaiur, la marca con la que concurrieron en 2011, a dos.

Es verdad que el escenario de estas elecciones es completamente nuevo. Al menos en dos aspectos que han incidido en la derrota de EH Bildu: que Amaiur, el polo soberanista vasco conformado por EA, Aralar y Alternatiba, surgió en un momento en el que ese electorado tenía ganas de volver a las urnas tras el largo y tortuoso camino de la ilegalización. Y que cuatro años después había una pulsión de cambio de ciclo en España que no existía entonces, algo que ya reconocía la noche electoral Arraiz al señalar que no habían podido soslayar ese “voto en clave estatal” que no han sabido llevar a su zurrón. Y eso también explica en parte los malísimos resultados de los de Arraiz. 

Las autonómicas, en otoño de 2016

Hay sin duda un electorado que, presumiblemente y según los politólogos, volverá a EH Bildu en las autonómicas que se celebrarán en Euskadi en otoño de 2016. Y la coalición espera que el reclamo de Arnaldo Otegi, si finalmente no tiene ningún impedimento para ser candidato a lehendakari, sirva para cerrar filas y atraer el voto. ¿Pero cuánto de ese voto volverá a la casa del padre? Esa es la duda. Porque lo que no hay duda es que Podemos ha llegado para quedarse.

“Sin duda se ha construido la tormenta perfecta contra Bildu, aunque probablemente sea coyuntural y no se repita en unas autonómicas”, añade el politólogo Retortillo.

El propio Podemos cree que no se puede extrapolar este resultado a las autonómicas de otoño del próximo año. Una extrapolación que dejaría la Cámara vasca de esta manera: Podemos (21 escaños), PNV (18 parlamentarios), EH Bildu (12 diputados), PSE-EE (10 escaños), PP (10 escaños), Ciudadanos (tres diputados) y Ezker Anitza-IU (1 diputado). Aunque sus miembros -en un partido como Podemos que hay que recordar acaba de salir de una crisis muy profunda, está dirigido por una gestora y tiene una estructura de partido débil aún- se hacen fuertes en el discurso de la plurinacionalidad.

“Cuando sea presidente del Gobierno me comprometo a escuchar siempre lo que digan los vascos y las vascas”. La frase, pronunciada por Pablo Iglesias en su primera comparecencia este lunes tras el éxito electoral, abona esa idea que ha calado en el electorado que apuesta por el derecho a decidir de que con la formación morada en La Moncloa una consulta es posible. Sí se puede. Y por eso han cambiado de voto. E Iglesias ha mandado un mensaje al PSOE en esa misma comparecencia ante los medios: “no entender la plurinacionalidad de España es entregar el Gobierno a Mariano Rajoy”.

Es la segunda luz roja que se ha encendido para el mundo de EH Bildu. Habrá que ver si en esta ocasión hay una profunda reflexión como se indicó tras el susto de las municipales y forales. Algunos como Sabino Cuadra, que no ha salido diputado por Navarra, ya han empezado. Aquí su tuit postelectoral:

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