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ETA, entre el desarme, la 'kermesse' y el punto y final

"Mediadores" en el desarme de ETA reiteran que será "total" y "verificable"

Aitor Guenaga

A menos de una semana para que se produzca la entrega de las armas de la organización terrorista ETA, los detalles sobre cómo se producirá el desarme “total verificado y sin contrapartidas” políticas siguen sin desvelarse. El pasado jueves, los mediadores civiles, autoproclamados 'artesanos de la paz', remitieron una nota en la que confirmaban la separación entre la entrega a la autoridades judiciales francesas de los listados con la geolocalización de los zulos con las armas y el acto que se pretende masivo y que celebrará en el centro de Bayona el 8 de abril a las 15 horas.

No ha pasado desapercibido la utilización del plural por parte de los mediadores civiles a la hora de explicar cómo se van a entregar las armas y los explosivos que aún le quedan a ETA. “Las operaciones de desarme se llevarán a cabo fuera de Baiona”, garantizando las medidas de seguridad y un desarme “total, verificable y verificado”, han afirmado desde el grupo que lideran 'Txetx' Etcheverry Mixel Berhocoirigoin, ambos detenidos en diciembre pasado en Louhossoa, en el último intento de ETA de encauzar un desarme de manera ordenada y con proyección mediática.

Esta es la parte relevante de lo que va a pasar el próximo sábado en el País Vascofrancés: la entrega de los listados que ETA ha confiado a los mediadores y que, con la colaboración de los verificadores internacionales (¿Estará Ram Manikanningam?) llegarán a manos de las autoridades galas.

Lo demás -pese a que los mediadores hablen de una concentración “masiva, plural y digna” en la que se respetará “el sufrimiento padecido por todas las partes del conflicto”- “puede ser más una Kermesse” (feria, en francés), un montaje folclórico de apoyo, aderezado “con pistolas de la guerra carlista”. Personas relevantes de los servicios policiales del país vecino que han dedicado buena parte de su vida a la lucha contra ETA en Francia creen que el arsenal que la actual dirección de ETA controla para poder entregar el próximo 8 de abril son solo los restos del inventario del terror.

A finales de 2015, ETA contaba con un centenar de miembros huidos, entre 15 y 20 activistas encuadrados en distintas estructuras y con una capacidad de material que la Guardia Civil cifraba en 500 kilos de componentes para fabricar explosivos y 250 armas cortas de las 404 pistolas y revólveres que robó en Vauvert (Francia) en octubre de 2006.

Esos datos fueron facilitados en noviembre de 2015 por el general Jefe del Servicio de Información del Instituto Armado, Pablo Salas. Ahora, los expertos antiterroristas creen incluso que el número de activistas en Francia podría limitarse a una docena solamente. En la operación de octubre del pasado año contra ETA, la más importante contra sus arsenales desde 2004, la policía neutralizó 145 armas cortas, incluidos 75 revólveres y 70 pistolas automáticas. Y en la de diciembre, en Louhossoa, se decomisaron 29 armas cortas, 9 fusiles de asalto, 12 metralletas, dos granadas, 3.000 cartuchos, explosivos, material para su fabricación y detonadores. Sin contar, la parte de los arsenales cuya ubicación la actual dirección desconoce y que no está en la lista de zulos inventariada en estos últimos años, en manos ahora de los mediadores. Fuentes de la lucha antiterrorista citadas por Efe cifran el arsenal definitivo en 200 armas de fuego, entre 4 y 5 toneladas de explosivos y una importante cantidad de detonadores y efectos para confeccionar artefactos.

Pero, sin duda, este desarme unilateral histórico de ETA, que nunca nadie teorizó ni seguramente soñó, va a tener consecuencias, algunas inmediatas y otras más a medio plazo. La entrega de las armas y la foto de la derrota que de hecho supone esa instantánea -algo que ETA ha intentado evitar en todo momento a lo largo de sus 50 años de existencia- alimenta la expectativa de movimientos en política penitenciaria por parte de los Gobiernos español y francés. Sobre todo, si el debate interno que abrirá la organización terrorista ya desarmada sobre su futuro entre sus miembros -la inmensa mayoría entre rejas- conduce a la disolución definitiva de ETA.

Pero ese epílogo, coinciden las fuentes consultadas, supone adelantarse mucho en el tiempo. Desde luego, mientras sigan en prisión los 342 etarras (264 en cárceles españolas). El último gran debate interno de la organización terrorista, finalizado en 2013, se produjo cuando la dirección etarra aún albergaba la esperanza de forzar una negociación con Francia y España para determinar el futuro de sus presos y las personas huidas, el “desarme de la organización y el desmantelamiento de la estructura armada” y la “desmilitarización de Euskal Herria” (salida de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado). Y ahí mostró su voluntad de pervivencia como organización garante del proceso.

Pero nada ha salido como esperaba ETA, porque el papel lo aguanta todo... hasta que se impone el principio de realidad. El sucedáneo de desarme a plazos de febrero de 2014, con la participación de Ram Manikanningam y su Comisión de Verificación Internacional, solo cosechó aceradas críticas políticas y 'memes' en las redes sociales. Después llegarían los golpes policiales contra su dirección -la misma que había leído el comunicado del final de la actividad terrorista el 20 de octubre de 2011- y la detención de David Pla e Iratxe Sorzabal el 22 de septiembre de 2015. Y tras el descabezamiento de la cúpula, los sucesivos decomisos de su arsenal, el más importante el de octubre del pasado año al norte de París.

Al final, ETA ha tenido que admitir que ninguno de los planteamiento recogidos en su última gran asamblea iban a decidirse en una mesa de negociación con las autoridades españolas y francesas. Y en pleno estado de necesidad ha optado por entregar las pocas armas y explosivos que le quedan antes de que ya no tenga ni la posibilidad de desarmarse ante el enemigo. A la espera de que esa decisión acelere la solución sobre el futuro de sus presos y huidos, sobre todo de aquellos que están enfermos, tienen las tres cuartas partes de su condena cumplida o no tienen delito de sangre. Aunque el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ya ha dejado sentado que no hay “gestos intermedios” con ETA en esta materia mientras ETA no se disuelva.

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