Guerra abierta contra Otegi desde la disidencia de Sortu
La disidencia de Sortu, nucleada en torno al denominado Movimiento Pro Amnistía y contra la Represión (también conocido como ATA), está en guerra contra la actual dirección de la izquierda abertzale, liderada por Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez. Y la escalada del enfrentamiento sigue ganando enteros, después de que Otegi calificara a este grupo de “una escisión” de la formación de la izquierda abertzale, cuya “génesis” sitúa el líder independentista en “una posición contraria al cambio de estrategia” de la izquierda abertzale y del abandono del terrorismo por parte de ETA. Ahora, acusan abiertamente a Otegi de “chivato” o “mentiroso” y de ponerles en el “punto de mira de la represión”.
El cruce de reproches ha ganado enteros en las últimas semanas, entre otras cosas por un incidente -con versiones enfrentadas y que no ha sido aclarado- el pasado 14 de enero en San Sebastián en relación a una denuncia del Movimiento Pro Amnistía de que dos de sus militantes había sido “apaleados” por miembros de Sortu en el barrio del Antiguo, en San Sebastián, durante las fiestas locales.
En un comunicado, el Movimiento Pro Amnistía -que ha censurado con dureza la nueva estrategia de los presos de ETA liderada por Sortu y el EPPK de aprovechar la legalidad penitenciaria para vaciar las prisiones- ha reiterado que su objetivo es que la defensa de la amnistía “se sitúe en una línea política concreta” e impulse “la defensa del carácter político y de la dignidad militante de presos, refugiados y deportados”.
Y en relación a los sucesos de San Sebastián, señalan que, “en el plazo de pocos días”, los dos máximos responsables de Sortu, Arkaitz Rodríguez y Arnaldo Otegi, “han llamado mentiroso al Movimiento Pro Amnistía”. Pero, añade, “cada vez que una disputa de este estilo” le ha situado “cara a cara con Sortu”, ha sido este movimiento el que ha puesto “todas las cartas encima de la mesa” mientras “ellos ocultaban información a su militancia y a toda Euskal Herria”. “También en el caso de Antiguo ha sido así”, ha resaltado.
Disidencia organizada pero minoritaria
Los disidentes de Sortu recuerdan algo que ya dijeron en su presentación pública en Bilbao como movimiento: que “no ha nacido para practicar la lucha armada”. De ahí que creen “verdaderamente graves las acusaciones realizadas por Arnaldo Otegi”, ya que “colocan” a este colectivo “en el punto de mira de la represión”.
“No es la primera vez que Otegi hace declaraciones parecidas a ésta. Si el día de mañana se inicia un proceso judicial contra nuestro movimiento, ¿qué hará Otegi si la fiscalía le llama como testigo? ¿Reafirmarse en lo dicho en los medios de comunicación?”, ha preguntado. Sus declaraciones “sólo dejan dos calificativos posibles” en relación a Otegi, ya que “si lo que dijo no fuera cierto, sería merecedor del apelativo de mentiroso, si de verdad creyera lo que dice merecería un apelativo más grave, concretamente el de chivato”.
Sortu ya detectó y reconoció públicamente en febrero del año pasado la presencia organizada de la disidencia interna. En el último proceso interno realizado por las bases de Sortu y denominado Abian -que concluyó en enero con la elección de la nueva Ejecutiva del partido independentista- la dirección admitía en un documento oficial el riesgo de la disidencia. Fue en febrero de 2016: “Ha habido un intento de escisión desfigurando el debate político sobre la amnistía”, apuntaban en el documento presentado entonces por Sortu en San Sebastián por Marije Fullaondo, dirigente de Sortu, e Igor Arroyo, del sindicato abertzale LAB. “Personas que se mostraron en desacuerdo con la actual estrategia decidieron priorizar el uso de esa reivindicación”, indicaba en el documento, que aludía sin mencionarlo al Movimiento Pro Amnistía (ATA).
La izquierda abertzale, tras años intentado controlar al máximo que el giro de su apuesta política no dejara jirones internos, optó finalmente por clarificar su mensaje y su apuesta en relación, entre otras cosas, al futuro de los presos de ETA. Pese a que eso pudiera dar pie a una disidencia organizada en la izquierda abertzale, un grupúsculo en todo caso minoritario y con poca fuerza en el interior de las prisiones.