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Ekai, un adolescente trans de 16 años, se suicida luchando por que se le reconociera su identidad de género

Imagen difundida por Chrysallis Euskal Herria en recuerdo de Ekai

Eduardo Azumendi

Luchador. Es una de las palabras que mejor definen a Ekai, un niño transexual de 16 años que se ha suicidado en plena lucha por que se le reconociera su verdadera identidad de género. Ana, la madre de Ekai, le encontró muerto este jueves en su habitación de la vivienda familiar en la localidad de Ondarroa (Bizkaia). La muerte de Ekai ha impactado con dureza en Chrysallis Euskal Herria, la asociación de familias de menores transexuales.

Beatriz Sever 'Bea', portavoz de la asociación, advierte de que muchos menores transexuales de la asociación se encuentran en la “cuerda floja”. “Se veía venir porque muchos de nuestros pequeños lo están pasando realmente mal, se encuentran en una situación insostenible. De repente se encuentran que les llega la regla, que les crecen los pechos o que les sale barba..... Se van en silencio, pero son unos luchadores inmensos”.

Así era Ekai, que se ha pasado la vida “batallando por lograr el cambio de nombre en el registro, por recibir en la unidad de género del Hospital de Cruces el tratamiento hormonal que necesitaba y que nunca llegó, por conseguir que en su instituto se realizara la formación para que la comunidad escolar pudiese comprender su realidad y así poder respetarla, y que no se hizo”.

Un cúmulo de batallas cotidianas que al final han resultado insuperables. “Demasiadas batallas para un adolescente. Esta batalla la hemos perdido como sociedad y a Ekai nadie puede devolverle ya la vida”, asegura Bea.

La pasada semana Bea compareció ante la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco para recabar el apoyo de los grupos a una reforma de la ley vasca que reconoce los derechos de las personas transexuales. “Necesita cambios urgentes para adecuarla a la realidad”. “La unidad de género de Cruces”, añade, “atiende a los adultos, pero ¿qué pasa con los adolescentes?. Es un verdadero drama. Vamos a luchar los chicos y chicas que siguen esperando a recibir el tratamiento que necesitan”.

Según Bea, Ekai estaba siendo sometido a seguimiento en la Unidad de Género de Cruces pero no había conseguido el tratamiento hormonal que frenase su desarrollo. “Por lo general se autoriza a partir de los 16 años. Para Ekai ha llegado tarde. Pero es que el drama viene de antes”, recalca.

En estos momentos, a la asociación le vienen a la mente “esas insistentes propuestas paternalistas, en las que se cuestionan las realidades transexuales, la necesidades, las edades y las vidas de personas que son ajenas y no precisan de autorización para vivirlas”. “Esas personas”, prosigue, “que desde su pedestal se atreven a restringir las libertades, a retrasar el reconocimiento legal, un tratamiento hormonal o que la documentación refleje las verdaderas identidades. Deseamos que descansen sobre sus espaldas nuestros sufrimientos y ausencias y que algún día, no muy lejano, respondan por su irresponsabilidad”.

Además de una ley que proteja a los menores transexuales, lo que Chrysallis Euskal Herria echa de menos es “una sociedad informada que comprenda y acepte los hechos de diversidad y en la que estas chicas y chicos puedan crecer, puedan desplegar todo su potencial, puedan vivir. Para que nunca, nadie, tenga que volver a pasar lo que Ana y Elaxar [los padres de Ekai] están pasando”.

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