“Trabajos a 400 euros y jornadas de diez horas no es empleo, es un fraude”
Está en Equo desde que en 2011 cayó en sus manos el manifiesto fundacional de este partido que ha hecho de la ecología política y del cambio del actual modelo productivo parte fundamental de su acción política. Rosa Martínez (León, 1975), licenciada en Ciencias Políticas en el campus de Somosaguas -“aunque no coincidí con Pablo Iglesias, ni Juan Carlos Monedero me dio clases”, se apresta a aclarar- es en la actualidad coportavoz federal de Equo y considera que ha llegado el momento de una transformación radical de la sociedad. Asegura con convencimiento que es el momento de sumar personas, siglas, movimientos sociales y ciudadanos porque no sobra nadie y, en esa coyuntura del cambio necesario, le plantea a la formación de Pablo Iglesias una cuestión clave: “Podemos debe decidir si le interesa su marca electoral para acceder al poder institucional o realmente lo que le interesa es la transformación por el cambio social”.
Contesta con soltura y no se deja en el tintero ninguna idea o reivindicación, incluidas las feministas. “Echo en falta más líderes mujeres, también en los nuevos partidos. No hay ejemplo más claro de la vieja política que la que está hecha por los hombres”, critica. Y a los nacionalistas les espeta que “derecho a decidir, sí, pero sobre todo, no solo sobre aspectos identitarios. Hagamos política por la ciudadanía, basada en derechos, en el bienestar de la gente”, apunta, porque, a su juicio, “hacer política desde la identidad no nos lleva a ninguna parte”.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, despidió el año asegurando que 2015 va a ser el año del despegue definitivo de la economía española, ¿qué le parece?
¿Despegando, para quién? Al final estamos en la eterna dicotomía: economía de mercado, macroeconomía, cifras de deuda, déficit, etc o economía de las personas, de la que influye en la vida de la gente. No tiene pinta de que se vaya a crear empleo, y menos empleo de calidad, duradero, ni sostenible. Este Gobierno se caracteriza por una ausencia total de política: no hay plan de recuperación, ni de empleo, ni de cambiar el modelo productivo. La recuperción, si llega, llegará para los de siempre, no para las personas.
Hombre, hay un cambio de tendencia en el empleo que es cierto: sí se crea empleo en este país, otra cuestión es el tipo de empleo: a tiempo parcial, no indefinidos y para algunos sectores como la juventud, las mujeres o los parados de larga duración la incidencia es muy baja.
En un país en el que tenemos casi un 20% de la población en riesgo de exclusión que tiene empleo, esas cifras de creación de empleo no sirven para nada. Trabajos a 400 euros mensuales con jornadas de diez horas no es empleo, es un fraude. Lo que hay que plantearse es qué modelo productivo queremos y dónde podemos crear empleo y de qué manera. La economía verde es una salida a la crisis y, sin embargo, no se está teniendo en cuenta para nada.
¿Por qué es tan complicado para Equo o para otros partidos que reivindican la ecología política colocarla en la agenda política?
Uno de los sectores que más empleo podría crear es el sector energético, tanto en la inversión en energías renovables, como en rehabilitación de edificios, eficiencia energética, etc. La influencia que tiene el sector energético en la política impide que ese tipo de políticas de empleo ligadas al sector energético sean efectivas. Otro ejemplo claro es la agricultura ecológica: los lobbys y las grandes multinacionales ligadas a la producción intensiva de alimentos también impiden que se invierta en un sector como la agricultura ecológica, que es mucho más generadora de empleo sostenible. No se crea porque no interesa a los grandes poderes financieros, lo cual demuestra la irresponsabilidad política de los que definen las políticas de empleo en este país.
Hace años España era ejemplo mundial en energías renovables, incluso con esos lobbys presionando. Es evidente que ya no es así.
Depende de cómo de influenciable sea un Gobierno, claro. El PP está totalmente sometido al lobby y a las influencias de las grandes compañía eléctricas de este país. Y no solo lo ha demostrado con las renovables, también ha pasado con las prospecciones petrolíferas en Canarias, en Baleares, con el fracking y con las centrales nucleares, por poner varios ejemplos. Un sometimiento al sector eléctrico que desde luego va más allá de toda lógica de interés común y del interés de la economía para las personas.
Hay un dato en relación al empleo que a veces pasa desapercibido: pese a la evolución del paro, aun hay 450.000 personas menos ocupadas en este país que cuando Rajoy llegó a La Moncloa.
Y fíjate qué niveles de desempleo había en este país entonces.
Sí, claro, ya eran altísimos
¿Nos vamos a conformar con eso? No puede ser. Si tu compromiso es reducir el paro y solo llegas a mantenerlo en los niveles que lo encontraste, no puedes vender eso como un éxito político. Ya vale de jugar con el empleo, que es una de las principales preocupaciones de la sociedad y una de las necesidades básicas que existen. Hay que ser serios en la manera en que vamos a crear empleo. Sin cambio de modelo productivo y de consumo, da igual el empleo que creamos porque dentro de tres o cuatro años volveremos a estar igual.
En Euskadi, además, vamos en el último vagón en la creación de nuevos empleos. ¿Qué falla en el País Vasco para que estemos saliendo más tarde de la crisis?
El problema es que aquí ha habido un nivel muy alto de destrucción de empleo: hay muchas empresas, sobre todo vinculadas al sector industrial, que han ido cerrando. ¿Y cómo se ha reestructurado ese tejido industrial? No ha habido ningún impulso o política decidida por parte del Gobierno vasco para cambiar el modelo productivo, ni apuesta por las renovables, ni esfuerzo en innovación y desarrollo, ni en eficiencia energética. No ha habido ningún plan activo de creación de empleo.
Por planes del Ejecutivo de Urkullu no será. La oposición precisamente censura al Ejecutivo vasco por sus planes “vacíos y propagandísticos de corta y pega”.
No han dado alternativas a la destrucción del tejido productivo, y por eso no se crece. Esos planes sin resultados, espero que se vean cuando se produzca la rendición de cuentas. No vale de nada presentar planes si ves que no están dando resultados, no hay esa flexibilidad de cambiarlos, soy muy pesimista en fiarlo todo a resultados a más largo plazo.
¿Cómo plantea Equo el debate sobre las ayudas sociales, el mantenimiento del Estado del bienestar y su posición ante discursos como los del alcalde Javier Maroto (PP) en relación a la RGI en los que se estigmatiza a determinados colectivos de inmigrantes con discursos cercanos a la xenofobia?
El de Maroto es un discurso claramente xenófobo, es una irresponsabilidad y va en contra de los derechos humanos. Los derechos son universales con independencia de la procedencia de las personas, tienen que estar vinculados a la residencia y poner en cuestión la RGI, cuando es más necesaria que nunca, es una irresponsabilidad. Hay que garantizar a las familias que no tienen ingresos unos mínimos para que no caigan en la exclusión social y meter en ese debate la dosis de xenofobia y vincularlo al origen de las personas perceptoras no es aceptable. Nosotros apostamos por unas políticas sociales que aseguren el buen vivir de las personas y sus derechos básicos, no por políticas de caridad.
Hemos asistido a la primera Pascua Militar del nuevo Rey, Felipe VI. Y el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha pedido más dinero para el Ejército. ¿Qué reflexión le sugiere esto ahora que tiembla el Estado del bienestar y está la amenaza externa, en este caso el yihadismo?
Es un discurso todo menos ético. Fomentar la industria armamentística, basar la economía en algo que hace daño a las personas va contra toda lógica. Y justificarlo con el yihadismo o con lo que sea más gasto militar, en fin... Además, ¿más gasto militar para qué? Nos oponemos no solo al incremento, sino que abogamos por una clarísima reduccion del gasto militar.
¿Pedirían incluso la desaparición del Ministerio de Defensa?
Eso es un tema más complejo, porque ahí tendrías que pensar qué Ejército quieres, cómo lo gestionas, para qué, quién lo debe gestionar. Pero los verdes nos hemos caracterizado por el pacifismo, por denunciar la resolución de los conflictos por la vía bélica. Sería un tema a estudiar dentro de un replanteamiento general del papel del Ejército en nuestra sociedad.
¿De qué manera cree que va a repercutir la bajada del precio de petróleo en la vida de las personas y en la economía?
Para empezar, va a hacer que el fracking o las prospecciones en Canarias, por ejemplo, no sean tan rentables. El precio del carburante, que es en lo que más incidencia pueden ver las personas, pues vemos que los precios son todavía muy altos por los impuestos que tiene. Habrá que ver cómo va evolucionando.
2015 tiene muchas citas importantes, electorales, etc, pero hay una que tendrá lugar en París en junio que es destacable, donde se va a chequear el Protocolo de Kioto. ¿Qué posición debe llevar el Gobierno español a ese encuentro?
Para nosotros esta cumbre es clave. España debe llevar un plan a la vanguardia, y no esperar a que un acuerdo multilateral le diga qué objetivos tiene que cumplir como país.
Concrete algo más las banderas que deber levantar España en esa cumbre.
Una apuesta clarísima por las energías renovables, como principal medio para reducir la emisión de gases. Vincular las políticas de energía con el cambio climático para luchar contra él. Y, sobre todo, que esos objetivos sean vinculantes, que cada país asuma su responsabilidad, tasado en el tiempo. Con un periodo de transición, porque cambiar el modelo productivo de la noche a la mañana no es posible, pero la transición debe empezar ya; de hecho ya ha empezado y es imparable. Hay que tener claro que el cambio climático afecta a las personas. A este ritmo, La Rioja dejaría de ser productora de vino: las mejores uvas pasarían a estar en el Reino Unido. En Andalucía, el sector agrícola desaparecería. España debe ir a esa cumbre siendo consciente de que se juega mucho más que otros países de la UE y me gustaría que fuéramos ejemplo de energías renovables, de nuevo. La clave del siglo XXI es el acceso a los recursos básicos y la limitación de los mismos: el agua, la energía, los alimentos.
Parece una misión complicada, viendo cómo está Europa y cómo se las gasta la canciller alemana Angela Merkel ante la posibilidad real de que, por ejemplo, el partido Syriza gane las elecciones que se celebran en unas semanas en Grecia.
Lo que es inaceptable son las amenazas y el chantaje al derecho a decidir de la ciudadania griega. Merkel está haciendo lo que tiene que hacer, que es proteger y defender los intereses de los bancos alemanes, pero eso no se le debe permitir y está muy bien que haya salido la UE a dejar claro que la vinculación de Grecia con el euro está asegurada.
Y no olvidemos el discurso del miedo, que ya está emergiendo con fuerza, también en España ante las perspectivas electorales de Podemos.
¿Política del miedo? pero si más ya no nos pueden hacer: nos han quitado derechos, el empleo, la calidad de vida, nos recortan las libertades, ¿qué más nos pueden hacer? La ciudadanía debe ser consciente de que ha llegado la hora del cambio radical.
En ese proceso de cambio que usted ve necesario en España hay una fuerza política que ha irrumpido con fuerza: Podemos. ¿Creen que va a achicar su espacio político?
La irrupción de Podemos es el ejemplo claro de que la ciudadanía esta harta. Han sabido conectar muy bien con la gente. Podemos es parte del cambio que la sociedad está exigiendo, una transformación radical del sistema, ya vale de hacer política para los grandos poderes financieros, es la hora de hacer política para las personas. Equo quiere estar ahí y ser parte activa del cambio. Somos optimistas.
En Euskadi han impulsado las plataformas Ganemos-Irabazi Dugu, junto a Ezker Batua. ¿Cuál es su oferta, aquí y en el resto de España?
A nivel estatal, allí donde hay un Ganemos hay gente de Equo trabajando. Equo ha entrado en Ganemos y plataformas similares sin poner condiciones, ni líneas rojas. Estamos con nuestras propuestas para ser parte del cambio y para fijar políticas alternativas que se están trabajando en los municipios. Queremos una ciudadanía empoderada, que sabe lo que quiere y que lucha por ello.
¿Son prescindibles las siglas para ese cambio, son un lastre o pueden potenciarlo? Aquí en Euskadi algunas siglas tienen unas connotaciones muy determinadas, Ezker Anitza, Ezker Batua, etc.
En estos momentos todos y todas somos necesarias. No sobra nadie. No hay que excluir a nadie que tenga voluntad de cambio y realmente abogue por una transformación. De lo que se trata es de articular nuevas formas de relación para sumar siglas, personas, movimientos sociales... Hay que sumar, y contamos todos. La transformación no vendrá solo del apoyo electoral, sino por el apoyo de una mayoría social que respalde esas posturas.
¿Esto que plantea es un mensaje también dirigido a Podemos?
Lo que tiene que tener claro, desde el respeto a un partido que está en pleno proceso de formación, es que no puede entrar en ese proceso poniendo condiciones, ni vetos; tendrá que plegarse a lo que decida una mayoría en la asamblea. Eso es la democracia, y ahí tendrá que decidir qué le interesa: ¿Le interesa su marca electoral para acceder al poder institucional o realmente lo que le interesa es la transformación por el cambio social?
¿Y en qué cree que está Podemos ahora mismo?
Pues, depende de los sitios. Hay lugares en los que hay gente de Podemos trabajando en las iniciativas ciudadanas y en otras partes están a la espera. Las plataformas tienen sus tiempos y no se pude estar esperando a que Podemos decida. Le corresponde a Podemos decidir qué postura toma ante estas iniciativas que si algo tienen es trabajo e ilusión de la gente, y si no el apoyo, merecen el respeto de las formaciones políticas y colectivos.
¿Y en Euskadi?
El valor de Podemos en el Estado es que ha roto el eje izquierda-derecha. Y en Euskadi, ha roto el eje nacionalista-no nacionalista. La gente busca nuevas formas de hacer política y nuevos contenidos. Y aquí Podemos deberá empezar a tomar partido sobre aspectos fundamentales como los identitarios, el euskera, etc. Y conocer quiénes son. Me produce perplejidad que sin que se sepan aun los candidatos o los líderes, la gente esté dispuesta a votarles. Creo que se debe al momento de cambio y transición política en el que estamos inmersos y es comprensible: antes se votaba a las caras, pues ahora no. Es entendible.
¿Imagino que también a Equo le habrá afectado el debate identitario planteado en los dos últimos años en Cataluña, no? ¿Ustedes defienden un cambio constitucional o la apertura de un proceso constituyente?
Abogamos por un proceso constituyente, y así lo llevamos en nuestro programa desde 2011. La Constitución de 1978 está superada, no da más de sí, pero no solo en el modelo de Estado. Nosotros abogamos por un Estado republicano, federal y laico. Y también debe haber cambios constitucionales en otros asuntos como el cambio del sistema electoral, la transparencia y la rendición de cuentas para atajar la corrupción, se necesita una ampliación de los derechos y que estén mejor garantizados. Y urge una reforma de la justicia, garantizar su independencia. Y discutir sobre el modelo territorial y el sistema de financiación.
Por otro lado está el tema identitario: derecho a decidir, sí; pero no en base a la identidad, que es excluyente, sino en base al modelo económico, alimentario, de cómo participamos en las decisiones, etc. Hacer política desde la identidad no nos lleva a ninguna parte. Es algo que hay que superar. En el siglo XVI se hacía política en base a la religión, y hoy nos parece anticuado. En el XX, en base a la identidad y los Estados nación. Hay que superar esta manera de hacer política basada en la identidad. Respetemos las identidades, todas, pero hagamos política por la ciudadanía, basada en derechos y en el bienestar de las personas. En Euskadi tenemos dos formaciones que defienden el derecho a decidir como pueblo, Bildu y PNV, pero el modelo de país que presenta uno y otro es completamente distinto. Hablemos de modelos políticos, no de modelos identitarios.