“Colócame, colócame, ¡Ay Mario, colócame!”
Me ha dicho un amigo, a la sazón policía vasco, que cuando ha escuchado esta semana las noticias sobre el 'caso Kutxabank' inmediatamente le han venido a la cabeza las famosas chirigotas de Cádiz, ya saben esas composiciones llenas de ironía y crítica social que preceden a los Carnavales, que por cierto estan a la vuelta de la esquina. La denuncia elevada a la Fiscalía de Bizkaia por el banco vasco contra su anterior presidente Mario Fernández por supuestas “irregularidades” en la contratación de los servicios de un bufete de abogados para el que trabajaba el ex dirigente socialista Mikel Cabieces podría ser motivo de una chirigota de libro. Pero esto no es Cádiz, me recuerda el agente, bregado en la lucha antiterrorista contra ETA. Aquí todo lo vivimos en carne viva, que cantaba otro gran intérprete de la canción española.
Y no es de extrañar cuando lo que inicialmente era una denuncia por “irregularidades” en la contratación de un bufete bilbaíno para el que prestaba sus servicios como abogado Mikel Cabieces -quien cobró supuestamente unos 6.000 euros mensuales- acaba convirtiéndose en una “cuestión de Estado”. No exagero. Esta es la versión, muy verosímil por cierto, que el propio Mario Fernández ha relatado a la “puntillosa” -como recordaba este viernes un destacado magistrado del Tribunal Superior de Justicia vasco- fiscal jefe de Bizkaia, Carmen Adán, que investiga el 'caso Kutxabank'.
“¿Qué harían cada uno de ustedes si se les pidiese ayuda para una persona que ha estado en la primera línea de la lucha antiterrorista? Supongo que lo mismo que hice yo, y que han hecho antes de mi muchas personas y muchas empresas e instituciones en situaciones parecidas a la mía. Y lo hicieron respetando la ley y una ”ley no escrita“ que ha funcionado con todos los gobiernos y todos los partidos durante los últimos 30 años?”. Esta es la pregunta con la que el expresidente que creó Kutxabank, la mimó y la dejó en la cima del ránking de solvencia de las entidades españolas inicia su alegato para explicar las razones que le llevaron a hacer lo que hizo.
No habla desde la excepcionalidad. Antes que Cabieces (PSE), le tocó la lotería de las 'puertas giratorias de Estado' al socialista Paulino Luesma (PSE), también delegado del Gobierno en Euskadi en una época en la que los socialistas gobernaban en España, o al popular Enrique Villar. Ambos marcharon más o menos alegres para un retiro dorado en la Embajada española en Lisboa, aunque seguro que en su fuero interno preferían permanecer en el País Vasco. Pero los terroristas de ETA no daban tregua y mataban a destajo. Bien lo sabe Juan Mari Jáuregui, el gobernador civil de Gipuzkoa que quiso limpiar el estercolero de 'guerra sucia' (¿hay alguna guerra limpia?, me pregunto) en la provincia en el último Ejecutivo de Felipe González con el biministro Juan Alberto Belloch y su equipo, en el que estaba entonces el actual presidente del TSJPV, Juan Luis Ibarra, o el propio José Luis Zalbide, Kumbeltz. Aun se recuerda en la Audiencia Nacional su testimonio en el juicio por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala que terminó con la condena, encarcelamiento y meteórico tercer grado del general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo.
¿Saben por qué estaban en la primera línea de la lucha antiterrorista, como mantiene Fernández en su alegato? Porque los que ordenaban o inspiraban los atentados de ETA, alguno de ellos siempre a cubierto en despachos calentitos a este lado de la muga, tenían buena memoria y sabían dónde golpear para desestabilizar. Y cuanto más, mejor. A Jáuregui le colocaron a su salida del Gobierno Civil en la empresa Aldeasa, vinculada con la sociedad pública Aena. Y ETA lo mató en Legorreta en una de las frecuentes veces -aunque por sorpresa la mayoría de ellas- que volvía a Euskadi para ver a su esposa, Maixabel Lasa.
Y todo esto se sabía y se publicaba en los medios de comunicación. Les dejo una muestra de una conocida periodista guipuzcoana de la época. Escribía Genoveva Gastaminza tras el asesinato de Jáuregui en el aciago verano de 2000 en Euskadi: “Su paso por el gobierno civil de Guipúzcoa obligó a Juan María Jauregui, en 1996, a poner kilómetros de distancia de su país. Le convirtió en un exiliado más del incontable número de señalados por la permanente sombra negra de ETA”.
Conozco, y no soy el único, muchos acuerdos políticos a varias bandas (PSOE, PNV, PP) que han supuesto el acomodo laboral de destacados responsables de Interior, de jefes de prensa, altos cargos y jefes de gabinete. Y también sé de casos en los que esto no ha sido así. Me viene a mi frágil memoria un jefe de gabinete del Ministerio del Interior del que nadie se acordó al acabar su etapa en el ministerio, quedó en el dique seco y echó su curriculum y logró, sin ayuda alguna de su partido, un puesto en la empresa privada, muchos meses después de salir del Ejecutivo.
¿Sabén lo que, a mi juicio, hace diferente el caso de Mikel Cabieces? El momento social en el que se produce. La etapa de desafección más intensa que ha vivido España en torno a los políticos y partidos tradicionales y los episodios de corrupción gravísimos, que incluyen por ejemplo la financiación ilegal durante décadas del partido que sostiene al actual presidente, Mariano Rajoy. Las tragaderas de la sociedad ya no dan más de si, y cosas como lo de las 'tarjetas negras' incrementan la indignación social.
El contexto social vasco actual es este: La gente normal -esa a la que se dirige Pablo Iglesias en sus intervenciones- piensa: ETA no mata desde hace más de tres años. Vale, Cabieces tal vez deba tener un acomodo, pero ¿lo tiene que gestionar una entidad como Kutxabank? ¿en secreto? ¿y se le deben pagar 6.000 euros mensuales? ¿No es esto afianzar la política de puertas giratorias que tanto mal hacen a la política profesional? Son cuestiones -y muchas más- razonables para el común de los mortales, a los que nadie, nunca y en ningún lugar buscará una salida laboral. De hecho, son las políticas del Gobierno Rajoy las que a muchos de ellos les han condenado a la intemperie, la pobreza enérgética y al desempleo juvenil o de larga duración. ¿Y a todos esos quién les va a colocar?
No tengo duda (y lo sé) que Mario Fernández se ha sentido humillado, vilipendiado y tratado injustamente. Y por eso va a ir contra Kutxabank en los tribunales cuando todo esto termine. La cuestión es que quedan seis meses de investigación en un contexto de alto voltaje político en los que a buen seguro se van a seguir conociendo cosas de ese contrato, de la iguala, de si los miembros del Consejo de Administración de Kutxabank nombrados a instancias del PNV miraron para otro lado y no se enteraron de nada, como afirma Joseba Egibar. El mismo que ahora clama contra lo que considera una “injerencia política inadmisible”. ¡Qué cosas! Como si los partidos políticos no han campado a sus anchas -y lo siguen haciendo- en el nuevo banco y en las tres fundaciones-. Como si PNV y PP no hubieran pactado la Ley de Cajas en el Congreso de los Diputados. Como si Antonio Basagoiti no supiera nada de lo de Cabieces. Como si en el PSE, tampoco. Esto es lo que hay.
Esas tomas de posición, más cercanas a la hipocresía que a otra cosa, son las que encolerizan aun más si cabe a la gente. Y a Mario Fernández, que no acierta a entender cómo le han podido meter una puñalada de estas características al final de su carrera. Y por 243.592 euros. “Será por dinero”, le diría Fernández a Goio Villalabeitia en aquella entrevista en la que el nuevo gestor de Kutxabank le comenta las “irregularidades” que luego elevaría a la Fiscalía. ¿Se imaginan la cara del supervisor europeo (BCE) cuando el presidente de Kutxabank le transmitió el 'pufo' del contrato con el bufete de abogados? ¡Pero si eso es lo que se gastaba Rodrigo Rato o sus secuaces en Caja Madrid y Bankia en un minuto con las tarjetas opacas! Oiga que Estanislao Rodríguez-Ponga, todo un economista e inspector de Hacienda, gastó con su 'black-card' 43.994 euros en supermercados, ultramarinos y economatos. Ande, no me haga perder más el tiempo, pase usted por Fiscalía y olvídeme, que estoy esperando a Yannis Varoufakis. Muchas gracias.
Algo así, valga la caricatura, sí lo reconozco, pero con datos tan reales como sangrantes, le diría el supervisor europeo a Goio Villalabeitia. ¡Váyase con sus chirigotas a Cádiz!
Ahi les dejo una: “Mamá, quiero ser concejal”
Y la bruja local también me dijo
“Pronto una alcaldesa tendreis allí,
con el pelo rubio, trabaja en Cádiz“
¿Teófila Martínez se viene aquí?
pero luego supe que esa no era
pa mi que es la rubia de la casera
que trabaja en Cádiz bien colocá en diputación
porque era una mierda el sueldo aquí en la oposición
pobre Isabelita lo que te espera
cada vez que vengas al carnaval
como el Cabezas aquí a soportar
como el Cabezas aquí a soportar
lo que te digan las chirigotas
o cuando te acosen to los pelotas
por la avenida detrás de ti
“colócame a mi, colócame a mi”
vas a acabar hasta las pelotas
pero pese a todo quiero animarte
pues todo el mundo querrá ayudarte
porque seguro que va a tocarte
el cometido, de enchufar a mas de un inútil
afiliado del partido
si vas a ser alcaldesa
ya sabes bien lo que hay
no sé si es lo que esperabas
yo que tú me lo pensaba
con lo bien que estás en 'Cai'.