“La Memoria Histórica no es un deber; es un derecho civil”
“Con relación a la Memoria Histórica todo ha sido un conjunto de despropósitos”. La afirmación corresponde a Ricard Vinyes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona y comisionado de Programas de Memoria del Ayuntamiento de Barcelona. Este historiador, que es uno de los mayores expertos sobre los niños robados a madres del bando republicano durante el franquismo, recalca que la “Memoria Histórica no solo es un deber; es algo más importante. Es un derecho civil”.
Vinyes ha intervenido en las jornadas organizadas por la Asociación de Víctimas del 3 de Marzo sobre ‘Verdad, justicia y reparación’, coincidiendo con el 40 aniversario de los trágicos sucesos registrados en Vitoria, que costaron la vida a cinco obreros después de que la policía abriese fuego contra una asamblea de trabajadores. Vinyes asegura que el problema de la Memoria Histórica no radica solo en “las cunetas y en las fosas”.
“El problema”, explica, “también radica en observar cómo se ha construido la democracia. ¿Cuáles son los valores éticos? ¿Ha participado la ciudadanía? La Transición fue un gran momento, pero no comienza en 1975. Ahí comenzó la Transición institucional. La Transición propiamente dicha comienza en los años 60 con las grandes movilizaciones obreras, con la constitución de sindicatos clandestinos, con la creación de movimientos vecinales que van generando una ruptura de la hegemonía cultural franquista. Es todo eso lo que permite en 1975, cuando muere Franco, iniciar un cambio institucional con la alternativa más o menos diseñada. La gente quiere libertad y democracia, pero de una determinada manera. La frase de que el dictador murió en la cama es una metáfora que pretende destruir el recuerdo de esas movilizaciones obreras. La dictadura murió en la calle”.
La realidad es que esas luchas obreras han tenido muy poco reconocimiento como un elemento que galvanizó la caída del franquismo. “Las políticas hechas en democracia traicionaron ese espíritu de las movilizaciones obreras La Transición no sirve para explicar todo lo que ha sucedido a este país. Han pasado 40 años y los gobiernos en democracia podían haber hecho mucho más de lo que han hecho. Han hecho muy poco. El gran déficit en nuestros callejeros, en todos los elementos de reconocimiento….En ningún lado figura la presencia de lo que fue la lucha obrera. No cuenta para la simbología de la sociedad democrática. Me interesa que el relato sea de las personas que participaron en esos movimientos de democracia radical popular. Es una lucha inacaba porque se trata de la hegemonía cultural”.
Vinyes también se muestra muy crítico con la gestión que han hecho las instituciones de la Memoria Histórica. “La Ley de Amnistía es un proyecto diseñado para evitar pedir responsabilidades y que se debatiese sobre el modelo español de impunidad. Además, la profunda convicción que arraiga en los primeros años de la democracia de que cualquier evocación del pasado solo puede conducir a una escisión civil deja las cosas como están, sin interés por una revisión. Ese es el discurso básico”.
Reparación económica
Reparación económicaAsí, más que una política pública de Memoria, lo que hay son actuaciones de reparación económica “muy dilatadas en el tiempo, de una manera muy fraccionada y con un discurso de conmiseración más que de convicción”. Sin embargo, un cambio en el estado de opinión a partir del año 2000, con procesos que revitalizan la evocación del pasado y la presión de la sociedad civil, lleva al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) a prometer una ley. “Y esa es la Ley de 2007, que es de reparaciones, que se queda a mitad de camino”, lamenta Vinyes.
Por eso, la recuperación de la Memoria Histórica ha quedado en manos de la sociedad civil, que hace lo que puede. “Un país que no recuerda es un país al que le faltan derechos. Una política pública de memoria debe basarse en considerar la memoria no como un deber, sino como un derecho civil. Y eso es lo que genera en el Estado la necesidad de que los ciudadanos puedan participar. Es lo que no han hecho los políticos”.
El experto vaticina a corto plazo grandes conflictos memoriales. “En Barcelona ya los hay. Cada que se mueve una cosa o se cambia el nombre a una calle se monta un lío. Es un conflicto por la narrativa. Hay momentos en los que no debe utilizarse el consenso. La memoria es conflicto. No se debe ocultar ni exacerbar, se debe gestionar con una regulación”.