El PSE vigilará al PNV en la ponencia sobre autogobierno, pero evita prejuzgar nada
El único consenso inicial con el que arranca mañana jueves en la Cámara vasca la ponencia que estudiará el “estado actual del autogobierno” y que deba sentar “las bases para su actualización como expresión de la voluntad política del pueblo vasco representada en este Parlamento” lo han suscrito los representantes peneuvistas y socialistas. Y por el momento es un acuerdo en el que no se prejuzga el resultado de los trabajos de una ponencia que se tomará todo este año y parte del que viene para ir desbrozando hasta dónde ha llegado el autogobierno, qué potencialidades tiene aun el Estatuto de Gernika y con qué mayorías y de qué tipo se puede abordar su actualización.
El PNV, al pactar con los socialistas la constitución de la ponencia, eligió socio para comenzar la andadura de esa actualización del vigente Estatuto de Gernika que el PNV se niega a celebrar por considerarlo “incumplido”. Pero esa elección tampoco prejuzga si en el final del camino ambos partidos estarán juntos bajo una misma propuesta, habrá una mayoría más cualificada o se volverá a la política de bloques ensayada durante una década con el fallido 'plan Ibarretxe'.
Esta es la foto fija con la que arrancará el jueves la ponencia, más allá de las diferentes declaraciones que se han producido por todos los partidos en las últimas semanas alrededor de la misma. Cada formación ha fijado posiciones y los contornos de su propuesta, pero el marco del debate está fijado y la estacion término es una incógnita. Y por el momento nadie quiere prejuzgar nada, el que menos el lehendakari, Íñigo Urkullu, que ha dejado en manos de las formaciones políticas y de la Cámara un liderazgo que ayer echaba en falta en esta materia el portavoz popular, Borja Sémper.
El acuerdo PNV-PSE, suscrito a finales del pasado año, para constituir la ponencia ha dejado de lado expresamente la terminología más nacionalistas, soslayando incluso conceptos como el derecho de autodeterminación o el derecho a decidir que abiertamente defiende en la Cámara EH Bildu y Sortu fuera de ella. Lo más cercano a ese concepto en el acuerdo es una apelación genérica a la “búsqueda de la expresión libre y democrática de su identidad singular” o la “legitimidad de las iniciativas de cambio y actualización del autogobierno vasco para su adecuación a los requerimientos exigidos por las nuevas realidades del siglo XXI, siempre bajo la base de la voluntad de la ciudadanía vasca democráticamente expresada”.
Evitar la “fractura” y la “división” social
Pero los socialistas vascos -que no consideran urgente la discusión sobre el autogobierno y sí la aplicación de los planes contra la crisis y a favor del empleo pactados en septiembre pasado con el PNV- van a estar vigilantes. Lo ha repetido en varias ocasiones su líder Patxi López: el PSE no estará en ninguna aventura soberanista que divida a los vascos y recupere la política de trincheras. “Las cuestiones que nos enfrenten, que nos dividan, que fracturen a la sociedad, no será un avance, será un retroceso y en los retrocesos no estará el PSE-EE, pero todavía no ha empezado la ponencia”, ha comentado, evitando prejuzgar nada. Algo en lo que está de acuerdo el PP, que espera que la actualización del autogobierno “no se convierta en una tortura política y nos retrotraiga a escenarios ya superados”, en palabras de Sémper.
En el otro lado de la balanza se encuentra la formación que no ha modificado ni un ápice sus aspiraciones y su método para lograrlas. EH Bildu defiende la independencia y su método para avanzar hacia ella es el ejercicio del derecho a decidir o de autodeterminación. Y cree, frente a lo que opina López, que “a la sociedad no la divide quien pretende darle la palabra y la decisión, sino quien se la niega”, según precisan desde la coalición soberanista. Por eso viene interpelando a su adversario electoral, el PNV, para que explique desde ya si lo que busca es una “simple” actualización del autogobierno o aspira a un nuevo estatus político “de verdad”. Y EH Bildu y Sortu creen firmemente que “sin derecho a decidir no hay nuevo estatus”.
La última aportación pública del lehendakari Urkullu sobre este asunto se produjo a principios de marzo en la conferencia del Forum Deusto en la que fijó 2020 para ver una Euskadi con la paz consolidada y con un nuevo estatus refrendado por los vascos. “Es el momento de alcanzar también un Nuevo Estatus Político de futuro”, dijo entonces, al tiempo que ponía en valor el hecho de que la ponencia de autogobierno en el Parlamento vasco iba a arrancar con la participación, por primera vez, de todos los grupos. “Éste es el reto de un país plural, el momento de la política con mayúsculas y la altura de miras”. Su portavoz, Josu Erkoreka, aprovechando los discursos políticos de consenso surgidos al calor del fallecimiento del expresidente Adolfo Suárez, ha apelado al denominado “espíritu de la Transición” para que los partidos sean capaces de superar las diferencias -“por grandes que sean”- y pacten la actualización del nuevo estatus. Aunque Erkoreka ha evitado aclarar si dicha actualización debe incluir el derecho a decidir.