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“Las ayudas al cine caen una barbaridad, pero Hacienda hace más caja que nunca”

El director de la película "Blancanieves", Pablo Berger, ya está preparando su próximo filme.

Aitor Guenaga

Bilbao —

Pablo Berger arrasó con 'Blancanieves', cosechando en los Goyas 10 estatuillas con una película muda y en blanco y negro. El premio de la Fundación Ramón Rubial a la Cultura, que hoy recogera su hermano Pedro en el Palacio Euskalduna, le ha cogido a Pablo Berger inmerso en su nuevo trabajo. “Me gustaría que mi próxima película tuviese los ingredientes que hasta ahora han tenido mis cortos y mis películas, con una capa de emoción, otra de humor y con sorpresas”. Este bilbaíno de 50 años, risueño como pocos en esta entrevista, contagia desde el minuto uno su particular forma de transitar por la creación cinematográfica. Casi como un músico de jazz atrapado por el celuloide, pero libre a la hora de plantear su proyectos. Tiene palabras duras para la política del Gobierno en materia de ayudas a la producción de cine en España y la subida del IVA cultural, aunque cree que el cine español es sinónimo de “original, diferente, moderno y sexy” en todo el mundo. “Creativamente, el cine español nunca ha estado mejor”, remacha

Pregunta. ¿Sorprendido con el premio?

Respuesta. Los premios de la Fundación Ramón Rubial son muy prestigiosos y tenía conocimiento de ellos. Pero fue una grata sorpresa, los premios no amargan a nadie, sino todo lo contrario. Te dan una palmadita en las espalda y te dicen que vas por el buen camino. Aunque de alguna manera te piensas que no te lo mereces. Es una pena que no pueda estar en la entrega porque estoy en París, pero estará mi hermano y Pedro o Pablo, pues da igual y espero que nadie se dé cuenta (risas).

P. Hombre en su caso la hoja de servicios está ahi: 18 nominaciones a los Goya y recoger 10 por 'Blancanieves', trabajar con grandes como Maribel Verdú, Ángela Molina o tener a prestigiosos compositores como Alberto Iglesias, sin olvidar tu primer filme Torremolinos 73, no parece en un mal curriculum.

R. Bueno, yo me sigo considerando un chico de Bilbao. Tengo 50 años, pero aun me llamo un chico. Sigo con la misma ilusión que cuando empecé y cada día me levanto pensando que tengo muchísimo que aprender. La siguiente película me la planteo como un reto y con un montón de dudas. En ninguna profesión te lo puedes creer.

P. Se toma su tercera película como si fuera una ópera prima, pero también es verdad que lo hace con tranquilidad porque entre Torremolinos 73 y Blancanieves pasaron casi ocho años. ¿Digamos que sus proyectos no cogen el AVE, eh?

R. Se hacen a fuego lento, como la comida de 'amatxu'. Pero no tengo vocación de director de culto. En mi caso, mis proyectos han sido siempre muy arriesgados, que a priori podían parecer planteamientos poco comerciales. Planteé Torremolinos 73 como una película en la que mezclaba la pornografíaa, el humor, el drama, en la época de Franco... En fin, los productores pensaban que me había vuelto loco. Pero luego fue un gran éxito de crítica y de taquilla

P. Pues más si cabe con el proyecto de una película muda en blanco y negro como fue 'Blancanieves'

R. Después de Torremolinos pensaba que los productores se me iban a echar a los pies y resultó que cuando saqué de mi chistera el guión de 'Blancanieves' en blanco y nego, muda, con toreros enanos y muy cara, pues otra vez volvió a pasar lo mismo: todo el mundo pensó que era un proyecto suicida que no se iba a hacer nunca y que era anticomercial. Y resultó ser lo contrario. Luego siempre me ha pasado igual. No sé si a la tercera será la vencida y cuando les llame a mis productores con el nuevo proyecto, que también será átipico o diferente, a ver si me abren la puerta, aunque les parezca una marcianada.

P. Enseñe un poco la patita como en el cuento de los cerditos: ¿En qué está embarcado ahora Pablo Berger?

R. (risas) Tengo mucho pudor para hablar de mis proyectos cuando no están todavía financiados. Pienso que si hablo de mi película estoy traicionando a mis personajes, porque justo ahora estoy en ese momento muy íntimo del proyecto. Pero sí puedo decirte que me gustaría que tuviese los ingredientes que hasta ahora han tenido mis cortos y mis películas, con una capa de emoción, otra de humor y con sorpresas. Porque es lo que me gusta también como espectador. No hay nada que me disguste más cuando estoy viendo una película que sepa qué va a ocurrir en la siguiente secuencia. Intento ir siempre en mis películas por el camino menos transitado.

P. Pisa caminos que otros no transitan y tiene una mirada muy personal. De hecho, cuando se pone a escribir el guión es como un músico de jazz que improvisa y se deja llevar. Aunque el oficio de cineasta también tiene sus reglas.

R. Muchas veces me gusta partir de estereotipos, de clichés, de iconos, de personajes conocidos por todos, pero a partir de ahí me gusta luego desvariar de alguna manera, improvisar, sí, como los músicos de jazz que a veces tocan un standar, un tema conocido por todos, pero que luego de repente en varios minutos la melodía no se parece en nada al standar que están interpretando. Es lo que hice en 'Blancanieves', que empezaba como el cuento que todos conocemos, pero podían pasar 15 o 20 minutos donde no se parecía en nada al cuento. En 'Torremolinos 73' pasaba lo mismo, un título que podía parecer que era una película más, pero el Torremolinos que yo muestro no aparece ninguna sueca y es en invierno.

P. El título daba pie incluso a pensar en una película casposa.

R. (risas) De alguna manera hubo un público que pensó como que era una película como tú has dicho casposa o también 'Blancanieves', con toreros enanos y flamencas, que iba a ser una película costumbrista antigua. Ahí indagué en la España negra, en una España con una visión muy diferente a lo que se puede parecer en el punto de partida. Pero de alguna manera me encanta partir de los tópicos españoles y darles una vuelta. Es un punto de partida que tiene gran riqueza iconográfica, pero en vez de ensalzarlos, me gusta dar la vuelta a la tortilla.

P. Así que, productores agárrense los machos que vuelve Pablo Berger.

R. (risas) Ese puede ser un buen titular porque sí que es verdad que me gusta plantearme cada película como si tal vez fuese la última. Como director no me gusta nada acomodarme y me gusta tirarme por el precipicio. Pero tampoco soy un director al uso, soy más un francotirador. Yo no hago una película cada año o dos años, sino que cada película me la planteo como una gran aventura. Con cada película que he hecho hasta ahora me siento como aquel personaje de la película 'Fitzcarraldo' en la que Klaus Kinski interpreta un personaje que tenía como objetivo subir un barco por encima de una montaña. Y así me siento con cada película que he hecho hasta ahora: como un gran aventurero que va al Amazonas y que tampoco sabe lo que se va a encontrar.

P. Da la sensación de que se siente muy libre haciendo cine.

R. Totalmente. Sí que es verdad que afortunadamente he tenido el apoyo de los productores, que han creído en mi. He hecho pocas películas, mi primer cortometraje, Mama, es del año 88. En 25 años, dos largometrajes (risas) Pero es verdad que los he podido hacer en total libertad y a mis películas yo las llamo mis hijos.

P. Me va a perdonar pero me voy a poner un poco serio. Mi siguiente pregunta tiene que ver con el cine español y si cree usted que ha salido de la UVI o cómo está la industria cinematografica española actualmente.

R. Creativamente, el cine español nunca ha estado en mejor momento. Y te lo digo con conocimiento de causa. Conozco a los directores, a los guionistas, a los técnicos, a los actores y fuera de España está muy bien considerado. La etiqueta 'cine español' significa un cine original, diferente, moderno y sexy. Y te lo digo después de estrenar en París, Londres, Nueva York, Japón... Y esa etiqueta es positiva. Lo que no podemos obviar es la situación actual del país y de la industria cinematográfica. Estamos en un crisis grave: en el año 2013 se rodaron la mitad de las películas que el año anterior. Y el cine, aparte de arte, es industria. Y en los títulos de crédito de una película no solo aparecen actores y directores, sino que aparecen un montón de técnicos que tienen familias. Y muchos están pasando una situación complicada. Pero en el cine, como en la vida, hay que ser positivo y ver la luz al final del túnel. La industria del cine se tiene que reinventar.

P. ¿Y este Gobierno está ayudando a eso, con el tema de la subida del IVA cultural y este tipo de medidas tan aplaudidas entre vosotros?

R. (risas largas) Obviamente no. Mi mirada no es subjetiva, es más bien objetiva: el fondo de ayuda al cine del ICAA [Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales] se han reducido: fueron de apenas 30 millones, cuando hace dos años estaban por encima de los 60 millones y hace tres eran 80. El cine se nos va, estamos en una situación grave. El Gobierno habla de fórmulas de mezenazgo, pero la verdad es que nos encontramos en un marco jurídico de ayudas al cine muy poco claro en el que los productores de cine no saben muy bien dónde moverse. Y aunque tengamos guionistas, actores, directores y grandes técnicos, si los productores ven que el sistema no es sólido, no producen películas y es un poco lo que está ocurriendo ahora que apenas se produce cine.

P. Un dato: 539 personas habían trabajado en 'Blancanieves'. ¿Esto lo sabe el Gobierno?

R. Es que se les olvida. Al principio sí, claro, aparece Maribel Verdú, Ángela Molina, aparezco yo y piensan que las películas las hacemos los creadores, los actores y que además somos vanidosos y egocéntricos y que vivimos en grandes chalés. Pero todo es mentira: yo vivo en un piso en el centro de Madrid alquilado de 70 metros (risas). Pero en los créditos finales aparece un montón de gente: técnicos, eléctricos, decoradores, conductores, pintores, una cantidad de personas que hacen que las películas sean lo que son. Lo curioso es que aunque la taquilla en 2013 ha decrecido pues 100 millones de euros aproximadamente comparado con el año anterior, resulta que el Gobierno ha recaudado más dinero a cuenta del incremento del IVA. El fondo de ayudas al cine también ha decrecido una barbaridad, pero Hacienda ha hecho más caja que nunca a cuenta de la subida.

P. Pero si se hunde la industria, es una ubre que se queda completamente arrugada, no hay dónde exprimir.

R. Totalmente de acuerdo. Pero estando la teta tan arrugada es cuando más ha chupado. Y este incremento del IVA del 21% ha hecho que el Gobierno, en vez de notar, haya recaudado más fondos a cuenta del cine.

P. Lo que está siendo un taquillazo es la película 'Ocho apellidos vascos'. ¿No se si ha tenido la oportunidad de verla?

R. No he podido verla aun, pero sí que casualmente estuve ayer con Emilio Martínez Lazaro, el director de la película, en una reunión de la Academia de cine. Y te aseguro que le pasé la mano por la chepa y le dije a ver si nos transmites a todos la suerte. Él esta encantado y toda la industria estamos encantados. Creo que es una gran noticia para el cine español y para nuestra industria. Que 'Ocho apellidos vascos' sea un éxito.

P. Y en toda España, y no solo a nivel económico.

R. Efectivamente, no solo por el tema económico, sino por la temática, que se pueda hablar de temas que hasta el día de hoy eran tabú.

P. En alguna ocasión ha comentado que el cine es una ruleta rusa. La verdad es que a mi esa metáfora me trae a la cabeza esa escena final intrigante de 'El Cazador' con Robert De Niro en un tugurio de Saigón.

R. Lo que quiero decir es que las películas no siempre funcionan. De diez películas que se producen, muy pocas veces aciertas. A veces cuando hablo de ruleta rusa puede ir por ese lado o puede ser también cuando hablo de los premios, que unas veces te toca a tí y así. No recuerdo muy bien en qué contexto lo he dicho, pero puede ir por ahí.

P. Ahora que nadie nos escucha, ¿ha superado ya el tema del spot de la lotería de Navidad 2013?

R. Yo estoy encantadísimo con el anuncio de la lotería de Navidad. Fíjate que me permite estar ahora escribiendo mi siguiente película, como una década de desarrollo para mi siguiente guión. No, en serio, fue muy divertido rodar con Raphael y compañía.

P. Seguro, ¿pero se hizo de esta manera para que prendiera en las redes como un producto viral y se multiplicara la creatividad de la ciudadanía con sus chanzas, etc?

R. Lo importante es que el telespectador haga suyo el spot, como con las películas. Y que lo interpreten a su manera. Está claro que la campaña fue un gran éxito, el cliente está encantadísimo porque se vendió mucha lotería y todos los españoles estuvimos unidos con un tema y nos reímos mucho a cuenta del spot. Me río de mi mismo, yo no me tomo en serio.

P. ¿Qué opinión tiene de la redes sociales, Twitter, Facebook, etc? ¿Está enganchado?

R. Soy totalmente analógico. Correo electrónico y 'smartphone', hasta ahí llego. Hombre, 'Blancanieves' tenía su página de facebook, claro. Y a veces ojeo otros facebooks y tuits, pero no genero noticias. Lo de las redes sociales me supera. No las miro con desdén. Ya me cuesta mantener mi bandeja de entrada en el correo electrónico al día y las llamadas y los 'guasaps'. Todavía no he caído en las redes, pero no se puede decir de este agua no beberé. Igual volvemos a hablar en un futuro cercano y ya estoy tuiteando.

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