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Lucía Martínez Odriozola: “Algunas redacciones son auténticas escuelas de corrupción”

Lucía Martínez Odriozola, presidenta de la Asociación Vasca de Periodistas

Aitor Guenaga

Bilbao —

Lucía Martínez Odriozola (Bilbao, 1958) no tiene pelos en la lengua. Tal vez porque da clases en la Facultad de Periodismo de la UPV/EHU a las personas que están a punto de enfrentarse a la jungla de la realidad de una profesión en declive. O tal vez porque es presidenta desde hace varios años ya de la Asociación Vasca de Periodistas AVP/EKE. O porque conoce los medios de primera mano (colabora en Radio Euskadi y en El Correo, entre otros). En su blog Momo dice no tienen cabida ni el sexismo, ni la pena de muerte. Pero sí podemos encontrar en él muchas reflexiones en torno al Periodismo. Hoy viernes 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, contesta a las preguntas de El Diario Norte en una soleada tarde algorteña, en Bizkaia.

Pregunta. ¿Sabía que según una encuesta del CIS la segunda profesión que ningún padre o madre quiere para sus hijos es la de periodista (detrás de albañil)? ¿Qué le sugiere este dato?

Respuesta. Pues me parece que algo hemos hecho fatal. Hay un estudio que se realiza periódicamente en EE UU que revela cuales son las 200 profesiones más demandadas y cómo están, y la de periodista que trabaja para medios impresos es la que peor está: ahí se miden las condiciones laborales, el estrés, la conciliación, la satisfacción, el salario... ¡Estaba la número 200! Algo estamos haciendo mal los medios de comunicación y los profesionales para que una profesión que hace no tantos años era muy prestigiosa, hoy esté así. Y algo estarán haciendo las empresas periodísticas, con la colaboración de quienes trabajan para ellas, para que los salarios estén de tal forma que no resulten nada atractivos. Es que como modo de vida no es una profesión aceptada.

P. ¿Usted que se sube en la tarima de la universidad para dar clases a los periodistas que están a punto de enfrentarse al mercado laboral, no se le cae un poco el mundo encima cuando se dirige a ellos, tal y como está todo?

R. No. Lo tremendo es que en nuestra facultad en la UPV, desde el mismo instante que el estudiante llega a la facultad hay cierto profesorado que no tiene otro objetivo que quitarle de la cabeza que sea periodista. Lo que no sé es que hacen esas personas dando clase en la Facultad de Periodismo, pudiendo estar en otro sitio siendo seguramente muchísimo más felices. Hay otras carreras con salidas profesionalmente mucho más dudosas, como puede ser Historia, Filosofía o Bellas Artes, donde a los estudiantes con vocación se les cuida y mima desde el principio y se les estimula. Yo cuando llegan a cuarto curso, mi único objetivo ya es que recuperen aquel entusiasmo que tenían cuando entraron en la facultad.

P. ¿Un poco triste, no?

R. Un poco triste, sí; pero hay que decirlo. Hay que decir que tenemos elementos críticos no solamente con la profesión, que está muy bien, con los medios de comunicación, que está muy bien, pero una cosa es ser crítico y otra muy diferente es conseguir que los medios y los que trabajamos en ellos nos convirtamos en enemigos públicos número uno dentro de una facultad que prepara a la gente para ser periodistas. Además, aun siendo grave la situación económica en la que estamos, hay facultades como las de Derecho que sacan muchos más licenciados cada año que nosotros y sin embargo no tienen esta sensación de derrotismo que tenemos en Periodismo.

P. Con un problema añadido: los EREs están vaciando las redacciones de maestros. ¿Qué se van a encontrar las nuevas generaciones de periodistas?

R. Exactamente, ¿de quién van a aprender el oficio? Van a encontrar redacciones vacías, sin maestros. No estamos garantizando el relevo. Se van a tener que inventar el periodismo y lo que es peor, se van a tener que inventar la ética, porque hay un problema añadido y es que muchas redacciones son auténticas escuelas de corrupción. La ética ha desaparecido por completo en muchos sitios.

P. El panorama es desolador. Los datos generales tampoco ayudan: Reporteros sin Fronteras ha cifrado en 88 los reporteros asesinados en 2012 y 47 lo blogueros. Este año llevamos 17 periodistas muertos, 7 de ellos en Siria.

R. Hay países extraordinariamente peligrosos para los profesionales de los medios de comunicación o para los periodistas, porque a veces no se tolera que existaun mínimo ejercicio de la libertad de prensa. En America están en Mexico, Colombia y en el Caribe. Europa es una zona de relajo, si salvamos la mafia en Italia y Rusia y Chechenia. En el mapa mundial de la libertad de prensa tenemos grandes zonas rojas en Oriente, China, y en algunas zonas africanas, donde es muy peligroso practicar el periodismo. Pero eso no disuade demasiado. Esa no es la razón que disuade a la gente para ser periodista.

P. Igual hay otra que disuade más y es la impunidad. Según la ONU, de los 600 periodistas asesinados en la última década, unicamente en uno de cada diez casos el culpable ha sido condenado por un tribunal.

R. Hay sitios en los que matar a periodistas es muy fácil y, además, sale completamente gratis. En México, por ejemplo, están viviendo una situación que ha obligado a organizarse a través de las redes con un lema muy claro: “Los queremos vivos”, y están muy activos. En aquellos países en los que existe el crimen organizado es uno de los mayores enemigos de la libertad de prensa y de la democracia, sin ninguna duda. La capacidad del crimen organizado de acogotar a cualquier tipo de administración o institución que intente que esos crímenes no queden impunes es brutal.

P. Al margen de esa situación sangrante, es evidente que hoy en día se ha producido un cambio en la forma en la que consumimos información. Mario Tascón decía el otro día en la jornadas Innova Bilbao-13 que en su tableta la portada informativa no era el NYT u otro medio generalista, sino Twitter.

R. Esto es algo que Mario Tascón lleva diciendo desde hace tiempo. El sotiene que ya no se consumen medios de información, sino noticias que vienen recomendadas. Una noticia que viene tuiteada por alguien tiene muchas más posibilidades de ser leída por determinadas personas. Está bien, no hay ningún problema en que no consumamos un único medio de comunicación, que picoteemos de las noticias. Pero de todas formas, ese picoteo de noticias va a tener unas repercusión en la homogeneidad de la idea que nosotros vamos a tener del mundo. No puede ser que tenga la misma relevancia una noticia sobre un perro al que le han hecho un vídeo mientras comía, que la noticia de que haya sido imputado el marido de la infanta de España. Una es una noticia importante y fundamental para el desarrollo de una sociedad democrática, la otra no deja de ser un divertimento, como el que cuenta un chiste.

P. De hecho, el buen periodismo hay que pagarlo. El otro día comentaban que mandar a un periodista a cubrir la guerra en Siria costaba 1.500 euros al día, incluyendo absolutamente todo. Y sin embargo el problema es que la gente se ha acostumbrado a consumir información gratis.

R. Probablemente hay un montón de noticias por las que no pagaría nadie. Es muy caro enviar a un periodista a cubrir un acontecimiento en cualquier sitio, pero lo que me llama poderosamente la atención es que las empresas, sabiendo lo caro que es mandar a alguien a Siria, por ejemplo, tengan la desfachatez de, cuando un periodista independiente se ha ido a Siria por sus propios medios, le ofrezcan 20 ó 30 euros por una crónica con fotografía. Cuando ellos saben que enviar a un periodista con seguro, traductor, chaleco antibalas pueda costar una cantidad como 1.500 euros al día. ¿Cuántas crónicas tiene que hacer un periodista independiente para costearse el viaje y todo lo demás? ¿Para un medio o para más medios?

P. Esto entronca con el problema de la búsqueda del modelo de negocio que tienen los medios tradicionales. El dato de la FAPE es aterrador: desde el comienzo de la crisis en octubre de 2008, hasta finales de 2012, han sido despedidos más de 10.000 periodistas en España. Mientras ellos buscan su modelo de negocio, los paganos de todo esto son los periodistas.

R. También es cierto que los empresarios no tienen un negocio para perder dinero, eso está claro. Y también es verdad que hubo un tiempo en que surgieron empresas con intereses muy espurios, ajenos al periodismo. Se entiende que una empresa que tiene pérdidas tome sus medidas, lo que no puede pensarse es que si toma esas medidas, va a mantener la calidad que tenía hasta entonces. Una empresa que no puede pagar a un redactor y lo despide, no puede pretender que otra persona en situación de debilidad laboral y precariedad total vaya a hacer un trabajo que le puede llevar seis, siete o más horas, en exclusiva con un medio, por 20 euros. Plantear eso es absolutamente impúdico. Que busquen las medidas, bien, pero que no hagan descansar sobre unas personas que están en absoluta debilidad el hecho del sostenimiento de la calidad de sus medios de comunicación. Hay medios de comunicación que han tomado determinadas medidas: han reducido sus plantillas con EREs, y han reducido sus jornadas a la hora de pagar, pero no en horas reales de trabajo. Algunos periodistas hacen ahora el mismo trabajo por la mitad del sueldo que ganaban antes. Es inaceptable. Y la Administracion y los responsables de Trabajo debieran actuar e inspeccionar porque se están produciendo auténticos delitos.

P. Precariedad, despidos, EREs, ruedas de prensa sin preguntas, incluso ya no podemos ver a los presidentes en carne y hueso y tenemos que conformarnos con ver sus comparecencias en modernas televisiones de plasma. El ejercicio de este oficio se antoja ya un imposible.

R. Esos son todos los enemigos de la libertad de prensa. Empezamos por los grandes enemigos de la libertad de prensa como el crimen organizado, poderes y lobbys económicos. La libertad de prensa es un derechos recogido en la Constitución que puede hacerse efectivo con la combinación de dos ingredientes: unos medios de comunicación potentes, fuertes y con unos profesionales absolutamente independientes. Aquí, la precariedad laboral, la debilidad de las empresas, la falta de independencia y un cierto plegarse a determinados colectivos como los poderes políticos y económicos, hace que se vea con una normalidad aplastante el hecho de que un presidente de Gobierno aparezca a través de una pantalla de televisión. Que no se le pueda ver ni en persona. Ni hacerle preguntas. Lo hemos tomado con una normalidad que debiera hacernos enrojecer, no solo como profesión, sino también como sociedad.

P. El problema tal vez sea la indefensión del periodista ante sus empresas, que les obligan a estar ahí sí o sí.

R. No, de hecho ya hay medios que se han negado a acudir a ruedas de prensa en las que no se permitan preguntas. Hubo un plante de los periodistas destacados en Nueva York. En la última comparecencia del presidente del Gobierno hubo tres medios de comunicación que le hicieron la peineta y decidieron no acudir, y eso la verdad enrabietó y molestó bastante a los medios generalistas, que habían tomado la decisión de mandar allí a sus grandes redactores.

P. ¿Más allá del lema, “Sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia”, cuáles son los retos inmediatos de la FAPE y de la AVP?

R. Hay que recuperar una forma rigurosa y profesional de obtener la información. Y si no se obtiene esa información habrá que explicar a la ciudadanía por qué no se puede obtener la información. Y habrá que estar cara a cara para hacer esas preguntas insidiosas, para apretar, porque si permitimos que lo hagan una vez y les ha salido bien, lo volverán a hacer. No nos dejarán hacer nuestro trabajo de forma rigurosa y profesional.

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