Aurrera Begira
El día que decidí presentarme a las primarias de Podemos a las elecciones generales tuve sentimientos encontrados. Sentí un miedo terrible, y no tengo problema en confesarlo, quien no tiene miedo ante semejante responsabilidad, o está engañándose o es una persona sumamente irresponsable. Tuve miedo también la primera vez que hablé delante de cientos de personas, la primera vez que fui a un debate en la televisión, la primera vez que hice una entrevista –y me sigue pasando- porque ser la voz de gente que confía en ti, que te apoya y comparte lo que dices es una gran responsabilidad.
Pero también sentí -y siento ahora- una enorme ilusión, porque tenemos al alcance de la mano cambiar las cosas, conseguir un futuro mejor, para quienes ya han sufrido mucho y para quienes están condenados a sufrir aún más. Ilusión porque en primera fila había personas que me sonreían y asentían al escucharme, ilusión porque había decenas poniendo mesas en la calle a pesar del frío, montando actos, hablando con sus familias y amigos y explicándoles que había otra forma de hacer política, que era una cuestión de voluntad, y que democracia no significaba que dos partidos se turnasen en el Gobierno para hacer exactamente lo mismo.
Cuando entré por primera vez en el Congreso y tuve que levantarme y prometer, cuando la bancada del PP estalló en gritos y abucheos al oírme hablar en euskera en el Congreso, me puse nerviosa, pero terminé la frase, porque nos había costado mucho llegar hasta allí, no solo a quienes estábamos ahí dentro, sino a toda esa gente que llevaba años y años luchando, desde los movimientos sociales, desde las asambleas, desde los círculos, desde los municipios, toda esa gente que nos esperaba a la salida gritando “Sí se puede”. Estoy orgullosa de haber sentido miedo todas esas veces, porque eso me demostró que podía ser valiente y que estaba rodeada de personas valientes.
Por eso la noche del 20 de diciembre, cuando ganamos las elecciones generales en Euskadi protagonizando una remontada histórica -qué difícil parecía ganar apenas dos meses antes- ya no sentí miedo, sino el convencimiento de que había que dar un paso al frente. Por eso, junto a otras compañeras y compañeros, empezamos a organizar Aurrera Begira, un equipo que refleja a toda a esa gente que cada día construye Podemos Euskadi de una u otra forma: activistas de círculos, secretarios y consejeras municipales, junteras, concejales, diputados del Congreso, independientes decididos a aportar su experiencia al proyecto... Un equipo decidido a mantener el mismo espíritu de cooperación, apoyo mutuo, unidad y altruismo que hizo posible la campaña del 20D. Un equipo del que me siento orgullosa de formar parte y con el que espero compartir los retos impresionantes que nos esperan este 2016.
Los resultados del 20 de diciembre demostraron que la ciudadanía vasca es valiente, que pide cambio, que no se conforma. Demostraron también que Podemos Euskadi juega un papel fundamental en la política vasca y tiene una responsabilidad histórica. Esos resultados demostraron que Euskadi quiere cambio, que podemos pensar ya en una mayoría social nueva, en una alternativa que desafíe la hegemonía del PNV, en un Gobierno vasco que apueste por las políticas sociales y por otra manera de gobernar, que avance definitivamente hacia la paz y la convivencia, que cierre de una vez las puertas giratorias. Un gobierno capaz de conservar y mejorar todos los avances y conquistas del pueblo vasco de las últimas décadas, y de cambiar sin miedo todo lo que no funciona.
En Podemos somos valientes, y por eso queremos que seas tú quien decida cuál será la dirección de la fuerza más votada en Euskadi. Entra en participa.podemos.info y vota. Mi equipo es Aurrera Begira, el Podemos que necesitamos para la Euskadi que queremos.