Ramiro Pinilla, la literatura de ‘un tío valiente’
En la literatura, así como en el arte en general, “tendemos a alabar siempre la fama de escritores mundialmente reconocidos, sin darnos cuenta de que tenemos grandes figuras al lado de casa”. Esta fue una de las tantas frases que el viernes por la tarde se escucharon en el Aula de Cultura de Algorta. Apenas una semana después del fallecimiento del escritor Ramiro Pinilla a los 91 años, los getxotarras han querido rendir homenaje al que fue y es su particular maestro de las letras. Bajo el título ‘Recuerda, oh, recuerda’, familiares, amigos y vecinos de Getxo amantes de su escritura, se reunieron en un acto que recorrió la vida y obra del autor vasco. No faltó la música clásica, ni los tangos de Gardel que se entremezclaban entre las palabras de todo aquel que se lanzó a subir a las tablas para aportar su visión sobre Pinilla.
La vida y obra del literato ha calado entre los lectores y vecinos de su Getxo. Desde allí, el narrador escribió sobre la vida cotidiana de una Euskadi construida con la mano de obra de inmigrantes de otras comunidades y dejó patente que la integración fue durante años una gran asignatura pendiente. “La democracia se conquista cada día ejerciendo como ciudadanos. El ciudadano Ramiro Pinilla fue un excelente ejemplo de ello”. Así quiso recordarle Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, “con su gesto sonriente y airado, reclamando para todos la dignidad cívica que a todos nos pertenece”.
Las huelgas de hambre, reuniones clandestinas con el PCE, debates, denuncias contras las injusticias y reclamos por la amnistía no faltaron en la vida de Pinilla que, como recalcó su amigo Paco Blanco, poseía un compromiso inquebrantable con la libertad y la justicia social. Una libertad que descubrió de niño en la playa de Arrigunaga, su playa, que también estuvo presente en este tributo de la mano del artista Rafa Villa. “Ramiro no quiso ser solo un intelectual ante la realidad en la que vivía, no quiso mirar hacia otro lado ante la injusticia que le rodeaba, ni quiso dejar de fustigarla”, declaró Blanco que compartió anécdotas vividas con Pinilla. “Ramiro visitaba con frecuencia a D. Juan Gorostiaga, sacerdote, nonagenario y miembro de Euskaltzaindia en los últimos días de este. Era indudable que ambos se profesaban un profundo respeto, tanto que don Juan se refería a Ramiro como un ‘buen ateo’ y para un cura con sotana y alzacuellos, unir las palabras bueno y ateo debía resultar todo un guiño de complicidad humana. La misma que encontré entre los dos cuando tras debatir ampliamente la existencia o no de Dios, Ramiro le miró a don Juan y con esa franqueza suya que desarmaba le dijo: ‘Pero vamos a ver Juan, a tus 90 años, ¿de verdad crees que Dios existe?’ Don Juan miró a Ramiro y con la misma franqueza con la que le había sido formulada la pregunta respondió: ¡Y qué más da Ramiro y qué más da!”, contó Blanco en honor al autor de títulos como ‘Las ciegas hormigas’, ‘Verdes valles, colinas rojas’, ‘Seno’ o ‘Aquella edad inolvidable’.
‘Ramiro se lleva la palma en pensamiento y osadía’
En el acto, dirigido por la periodista y también amiga del escritor Lucía Martínez Odriozola, no faltó la presencia de los miembros de su taller de escritura, activo desde 1978. Para fomentar la lectura en Getxo, estudiantes del instituto de Aixerrota, presentaron el ‘Proyecto Pinilla’, que trata de acercar la obra del escritor a las nuevas tecnologías. Así, comparten relatos de sus trabajos a través de un blog y las redes sociales. “No somos islas”, decía Ramiro en relación a la clara vocación de comunicarse que tiene el ser humano. La realizadora Marian Gerrikabeitia, visiblemente emocionada, mostraba fragmentos de un documental con declaraciones del autor en las que reconocía, como otras veces, la devoción por sus abuelos. “Es fundamental tener una abuela. Un día con 19 años le leí una cuartilla que había escrito a mi abuela, que era floja. Pero aquella explosión de mi abuela me dio ánimos para continuar”, decía Pinilla sobre sus inicios.
Para Gerrikabeitia, por encima de todo, “Ramiro era un tío valiente, que se lleva la palma en pensamiento y se lleva la palma en osadía”. La realizadora lo dijo por declaraciones como esta: “Los viejos no hablamos de sexo, así como en los jóvenes es natural, un viejo no le dice a otro: ¡Joder, qué tía más buena esa que ha pasado! Lo de ‘viejo verde’ es una losa de la sociedad. Lo entiendes cuando llegas a viejo. Entiendes que un viejo no es verde. O sea, que el joven que acusaba al viejo de viejo verde, cuando llega a viejo, lo entiende”, contaba natural Ramiro en el documental. “Existe sexo. Eso no lo ha dicho nadie con 90 años, ni con 60, 70 u 80 y ya llevo muchas entrevistas”, decía Gerrikabeitia.
Premio Euskadi de Literatura en castellano, Premio de la Crítica, Premio Nadal, Premio Nacional de Narrativa y finalista al Premio Planeta. A pesar de estos y otros reconocimientos, en sus últimos tiempos, Ramiro Pinilla aseguraba: “No soy un profesional de la escritura. Se me puede ver así, pero nunca lo he sido. Tengo un gran amor, María, una vida sosegada y escribo por las tardes. Es decir, hoy en cierto modo he llegado a una plenitud, lo malo de esto es que no va a ser largo, eso es lo único malo”. A partir de ahora, lo que sí será duradero es su recuerdo, junto a la indudable calidad de sus letras. Así lo corroboraron en su homenaje los vecinos y vecinas de Getxo.