Las elecciones en la Ertzaintza miden la apuesta por la confrontación de Erne
El próximo jueves 30 de noviembre finaliza con la instalación de urnas en las comisarías el proceso electoral interno de la Ertzaintza, aunque las votaciones en realidad se iniciaron ya hace unos días y, de hecho, hasta el viernes 4.792 de los 7.577 funcionarios ya habían emitido su “voto diferido”, según la estadística oficial. Se trata de unos comicios decisivos para las organizaciones sindicales y que deberán dirimir tres cuestiones: la fortaleza de Erne como central mayoritaria, la supervivencia del sindicalismo de clase con CCOO al borde de la desaparición y ELA a la baja y, especialmente, el modelo de abordar las negociaciones laborales y policiales pendientes que se acumulan sobre la mesa de la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia.
Son las primeras elecciones desde 2010, puesto que las celebradas en 2014 quedaron anuladas tras el recurso presentado por CCOO-Ertzaintza. Los tribunales, en última instancia el Tribunal Supremo, dieron la razón a la sección sindical porque en aquellos comicios el voto diferido se inició antes incluso de la convocatoria oficial y porque en las papeletas sólo figuraban los nombres de los sindicatos y no los de los aspirantes. En aquella votación de 2014 Erne obtuvo una victoria holgada y los grandes perjudicados fueron la propia CCOO, que perdió todos sus delegados menos uno, y ELA, que se vio relegada a tercera fuerza en beneficio de su escisión, Esan.
Todas las previsiones apuntan a que esta repetición electoral tardía por la duración del proceso judicial y de los distintos recursos refrenderá las tendencias marcadas entonces. El secretario general de Erne, Roberto Seijo, que cuenta unos 3.000 afiliados (el 40% de una plantilla con niveles de sindicación mucho más elevados que en otras áreas de la Administración y desde luego que en el ámbito privado) no contempla otro escenario que el de la victoria.
La guerra abierta entre ELA y Esan
Los años en que ELA competía de tú a tú con la central corporativa más veterana han quedado muy atrás. De hecho, 2014 ya confirmó claramente la tendencia a la baja de su sección sindical en la Ertzaintza, que quedó relegada a tercera fuerza por detrás de Esan, sindicato exclusivamente policial que surgió precisamente como escisión de ELA. El líder de ELA en la Ertzaintza, Tomás Rodríguez, confía en “mejorar” los datos de hace tres años y seguir como “segunda fuerza” en la Policía vasca. Todas las quinielas, sin embargo, sitúan a Esan claramente por encima. Sus responsables se felicitan por sumar ya el doble de afiliados que ELA. Incluso un tercero en discordia, Euspel, aspira también al 'sorpasso', como también Sipe.
Con CCOO ya fuera de juego y UGT desaparecida desde hace años, el sindicalismo de clase se ve abocado a la mínima expresión en la Ertzaintza. Hace sólo una década copaba el 50% o más del voto y de la representación. “¿En crisis? Esa percepción existe. Es más sencillo ser corporativo, claro. Pero nosotros somos la organización más importante y tenemos el apoyo de todos los servicios de esa organización. Somos parte integrada de la sociedad, no una burbuja aislada”, defiende Rodríguez de ELA.
En su guerra particular, Esan reprocha precisamente a ELA su dependencia de estrategias externas. “Los ertzainas ya no creen en ELA [...]. No creen en ELA porque apoya concentraciones frente al juzgado en apoyo a piquetes que han apaleado a ertzainas [...] y porque apoya que [Íñigo] Cabacas sea incluido dentro de las víctimas del terrorismo”, se podía leer en un duro comunicado enviado por Esan a sus afiliados durante la campaña en el que se hacía referencia al joven que falleció en 2012 como consecuencia del impacto de una pelota de goma, unos hechos que se juzgarán próximamente y que inicialmente han sido tipificados como homicidio imprudente.
Seijo: “Nos van a escuchar hasta que se agoten”
Se de la circunstancia de que ELA se ha aliado con su otrora gran rival, Erne, en una campaña de movilizaciones que dura prácticamente desde la llegada al frente de la Ertzaintza de la consejera Beltrán de Heredia. Las protestas se han sucedido en los últimos años y la presencia de delegados de ambos sindicatos en la puerta del Parlamento al inicio de cada sesión plenaria es todo un clásico ya en Vitoria. “El objetivo es decirle alto y claro al Departamento y al lehendakari que nos respaldan los ertzainas. Lideramos la confrontación y lo seguiremos haciendo. Mantendremos el raca-raca del Parlamento. Garantizamos que nos van a seguir escuchando jueves tras jueves hasta que se agote su paciencia”, explica Seijo.
Seijo demanda a la Administración “negociar con contenidos”. De hecho, ha impulsado varios millares de demandas de ertzainas por el incumplimiento del último gran pacto alcanzado por la organización con el Gobierno, cuando el socialista Rodolfo Ares era consejero. En un clima de conflictividad interna, en 2011, Ares firmó la paz social prometiendo una mejora retributiva general en plena crisis mediante la fórmula de la carrera profesional horizontal que primaba la formación continua, la experiencia y el bajo absentismo. Aquellas subidas salariales nunca llegaron a abonarse y el actual equipo de Beltrán de Heredia insiste en que las medidas carecían de dotación económica, ya que supondrían 65 millones de euros de gasto. Según Seijo, toca “revertir todos los recortes” y tocar otros asuntos como la regulación de la segunda actividad o los perfiles lingüísticos.
Euspel, sin el sambenito de ser el sindicato de Berrozi
Enfrente, Esan y Euspel rechazan de plano esta línea de acción encabezada por Erne. “No entendemos qué se consigue con una concentración de seis personas y seis banderines”, despacha Eneko Urkijo, líder de Esan, que ve más útil participar en todos los foros para renovar “artículo por artículo” el convenio caducado o analizar problemas como la “renovación de la flota” y la formación.
Aitor Rabanal, portavoz de Euspel, abunda: “Somos diferentes a lo que ha habido hasta ahora. Son cinco años en que no se ha conseguido absolutamente nada con los viejos métodos”. Euspel asegura haber dejado atrás ya el sambenito de ser una organización implantada únicamente en la base de Berrozi y ahora siente haber dado un “salto cualitativo” al contar con “asociados en todas las unidades”.
Finalmente, Sipe continúa una línea clara de judicializar determinadas cuestiones internas del cuerpo. Si hace unos años tumbó por inconstitucionales las cuotas del 50% para mujeres en las OPE de la Ertzaintza, en los últimos años su principal caballo de batalla han sido las dietas percibidas por los mandos. Aunque el asunto ha sacudido a la organización y originado importantes cambios, en los últimos meses ese caso ha quedado archivado tanto en el Tribunal de Cuentas como en la vía penal. Juan Carlos Sáez, de Sipe, asegura que aspiran a “captar el voto de castigo” en estas elecciones.