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Subir los impuestos a las bebidas azucaradas, ¿mejora la salud de la población?

La OMS aconseja aumentar en un 20% los impuestos sobre las bebidas azucaradas

Eduardo Azumendi

El Ministerio de Hacienda ha propuesto recientemente un nuevo gravamen sobre las bebidas azucaradas, junto con impuestos adicionales a las bebidas alcohólicas y el tabaco. El objetivo, según el ministerio,es reducir los efectos negativos que su consumo provoca no sólo en quienes los consumen, sino también en el resto de los ciudadanos como consecuencia del coste sanitario y social que producen.

La profesora de Nutrición y Bromatología, y directora del Grupo de Investigación ELIKOS de la Universidad del País Vasco (UPV), Idoia Labayen Goñi, cree que se trata de una medida bien encaminada para mejorar la salud de los ciudadanos, pero las medidas destinadas a la reducción del consumo de bebidas azucaradas deberían incluir también “la protección de los entornos donde se reúnen los niños, que deben estar libres de toda promoción de alimentos no saludables, o la regulación de la publicidad dirigida a los niños”.

Esta propuesta de aumentar los impuestos a las bebidas azucaradas ya ha sido adoptada por algunos países como Francia, Reino Unido, Bélgica o Finlandia, y está en estudio en otros. “Al margen de consideraciones puramente económicas o de las protestas y quejas planteadas por la industria del sector, la medida podría ayudar a que el consumidor perciba las bebidas azucaradas como productos nocivos para su salud”, apunta la experta.

“El azúcar”, añade, “es barato, tiene un sabor atractivo y, de alguna manera, adictivo, por lo que ayuda a vender productos”. En los últimos 50 años el consumo de azúcar se ha multiplicado, hasta el punto de que “la práctica totalidad de los productos procesados contiene azúcares añadidos, como fructosa, sacarosa o jarabe de maíz muy rico en fructosa, limitando la capacidad de elección del consumidor”. Además, en muchas ocasiones resultan difíciles de identificar en la lista de ingredientes por el consumidor medio.

En España, los azúcares suponen alrededor del 20% de la ingesta energética total. “El consumo de bebidas refrescantes en España se ha incrementado el 6,7% en la última década llegando a 44,6 litros al año, de media. En la población infantil en particular, el aumento del consumo de bebidas azucaradas, así como el de azúcares añadidos a otros productos, ha sufrido un aumento dramático en las últimas dos décadas. La evidencia científica muestra que el consumo de bebidas azucaradas incrementa el riesgo de morbilidad y mortalidad por obesidad, diabetes tipo 2, esteatosis hepática no alcohólica, síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular”.

La profesora advierte de que los efectos “tóxicos de la fructosa en el hígado son comparables a los del alcohol”. Además, “también actúa sobre el cerebro y sobre hormonas involucradas en la regulación del apetito, induciendo a comer. Un reciente meta-análisis concluía que los niños con mayores ingestas de bebidas azucaradas tenían un 55% más de riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad que los que tenían un bajo consumo de estos productos”.

Por eso, “la reducción del consumo de bebidas azucaradas y de azúcares añadidos debe ser uno de los objetivos fundamentales de los programas de prevención y tratamiento de los niños con sobrepeso u obesidad”.

Así, las sociedades científicas y organizaciones de salud pública recomiendan la adopción de medidas destinadas a la reducción de su consumo. Una de estas medidas es “el establecimiento de gravámenes. El fuerte aumento de los impuestos sobre el tabaco es la medida más importante de que disponen los países para reducir su consumo y mejorar la salud de sus poblaciones, por lo que cabría esperar que también fuera eficaz en el caso de las bebidas azucaradas”.

La medida ha sido adoptada en muy pocos países, por lo que todavía resulta difícil comprobar su eficacia en la mejora de la salud de la población. “Con los pocos datos disponibles, podemos afirmar que el aumento en los impuestos da lugar a una reducción del consumo [por ejemplo, en México se redujo un 9% en un año] y a una menor ingesta energética, aunque sus efectos en la reducción de la obesidad no son todavía concluyentes”.

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