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Los abortos voluntarios se triplican en Euskadi en los últimos 17 años
La tasa de interrupciones voluntarias de embarazo registrada en Euskadi entre las mujeres de 15 a 44 años se ha triplicado entre 1993 y 2010, según el último informe 'Cifras sobre la situación de mujeres y hombres' del Instituto Vasco de la Mujer, aprobado este lunes por el nuevo Consejo de Dirección de Emakunde.
Este documento indica que en 2010 se realizaron 3.947 abortos voluntarios en Euskadi, que corresponden a 3.266 mujeres vascas y a 681 de otras comunidades autónomas.
El total de mujeres residentes que se sometieron a interrupción voluntaria del embarazo, contabilizando aquéllas que fueron intervenidas en otra comunidad, asciende a 3.388. La evolución tanto en números absolutos como en la tasa de abortos practicados a mujeres de 15 a 44 años pone de manifiesto “una tendencia general ascendente durante los últimos años”, según destaca Emakunde.
El 67 por ciento de las mujeres que realizaron una interrupción voluntaria del embarazo no había acudido previamente a un centro sanitario para la utilización de métodos anticonceptivos. Este porcentaje se agudiza entre las más jóvenes, un sector en el que alcanza el 93,3 por ciento en las menores de 15 años y el 83,8 por ciento en las de 15 a 19.
En cuanto a los motivos para abortar de forma voluntaria, el más frecuente es la existencia de peligro para la salud física o psíquica de la embarazada.
DESIGUALDAD LABORAL
Por otra parte, el estudio pone de relieve una vez más la persistencia de la desigualdad entre sexos en la esfera laboral y en los tiempos dedicados al ámbito doméstico y de cuidados.
Del total de personas asalariadas sin contrato contabilizadas en 2011, prácticamente nueve de cada diez (86,6 por ciento) son mujeres. Del mismo modo, las mujeres con contrato fijo o indefinido constituyen un porcentaje inferior al de los hombres y, por el contrario, superan a éstos en la categoría de contratos temporales (53,7 por ciento).
La desigualdad salarial entre mujeres y hombres se aprecia en todas la categorías y se agudizan especialmente en los puestos de dirección y gerencia, y en el personal profesional técnico. Una abrumadora mayoría de sociedad vasca (96,5 por ciento) defiende la participación paritaria de los hombres en el trabajo doméstico y la crianza, pero esta exaltación del papel activo de los hombres en el trabajo doméstico y la crianza contrasta con las prácticas reales.
DISTRIBUCIÓN DE TIEMPOS
El tiempo social medio que las mujeres dedican a las tareas domésticas es más de dos horas mayor al día que el de los hombres, mientras que ellos dedican en torno a una hora más que ellas al trabajo productivo y la formación, y disfrutan de más tiempo de ocio, una hora más al día.
En los últimos 15 años las mujeres no sólo no han reducido su dedicación al cuidado de niños y niñas, sino que la ampliado en ocho minutos (frente a los siete minutos de los hombres), al igual que sucede con el cuidado de personas adultas, actividad a la que destinan cuatro minutos más que en 1993 (frente al aumento de dos minutos por parte de los hombres).
En cuanto al tiempo destinado a la vida social, las mujeres disfrutan, de media, de diez minutos menos diarios que los hombres en lo referido a recepciones y salidas.
En Euskadi la producción doméstica vasca no contabilizada supone un 28,7 por ciento del PIB. Las mujeres desarrollan en torno al 72 por ciento de dicha producción, frente al 28 por ciento realizado por los hombres.
ESTUDIOS
En general, los estudios en los que predominan las chicas están asociados a elementos y roles considerados socialmente como femeninos, como la educación o el cuidado en sus diversas vertientes física, emocional o social. Esta orientación hacia los demás que parece definir a los grados feminizados, se ve desplazada por el carácter empresarial, industrial e instrumental -tradicionalmente masculino- propio de aquellos grados en los que los chicos representan prácticamente la totalidad del alumnado.
En el ámbito de la salud, el número de hospitalizaciones y la estancia media de hospitalización es menor en las mujeres que en los hombres. En la última década se ha producido una reducción tanto en el número de estancias hospitalarias como en la duración de las mismas, lo que supone que se externaliza el coste de la recuperación total de las personas al ámbito extra-hospitalario.
Esta circunstancia afecta de forma importante no sólo a las personas enfermas, sino también a su entorno, y en particular a las mujeres, que son quienes con mayor frecuencia asumen el trabajo de cuidados.
Entre los hábitos saludables, las mujeres practican deporte once minutos menos al día que los hombres y emplean 13 minutos menos en paseos y excursiones.
La feminización de la pobreza es un fenómeno creciente y, en consecuencia, las mujeres se están convirtiendo en las principales usuarias y beneficiarias de los servicios sociales. La tasa de riesgo de pobreza en las mujeres que eran la persona principal del hogar es más del doble que la de los hombres en situación análoga.
La presencia de las mujeres en el ámbito público y la participación e influencia sociopolítica ha aumentado en las últimas décadas. Sin embargo, la situación en muchos ámbitos “dista aún de la paridad deseable”, especialmente según se asciende hacia los puestos de mayor responsabilidad y poder.
Por ejemplo, tras las elecciones municipales de mayo de 2011, el número de concejalas supera por primera vez las mil mujeres y alcanza su máximo histórico (38,7 por ciento).
En cuanto a la violencia contra las mujeres, durante 2011 se registraron 4.858 “victimizaciones”, lo que supone un aumento respecto al año anterior, en el que se contabilizaron 4.285.