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El banquillo del PP se queda corto

Arantza Quiroga, en el acto de este fin de semana del PP vasco.

Aitor Guenaga

Si Arantza Quiroga hubiera tenido en sus manos la decisión sobre la candidatura de Mariano Rajoy a la presidencia del Gobierno lo más probable es que España contase hoy con otro presidente sentado en La Moncloa. Puede parecer una exageración, pero la presidenta del PP vasco ha hecho de la renovación de las caras una forma de hacer política puertas adentro del partido desde que llegó a la presidencia de los populares vascos. Rajoy solo consiguió asaltar el poder a la tercera, con Quiroga tal vez no hubiera sido presidente.

Ahora parece querer aplicar la misma receta para la elección de los candidatos en plazas importantes como los Ayuntamientos de Bilbao o Donostia o en la persona que encabece la plancha del PP para acceder al despacho noble de la Diputación de Bizkaia. Cambios que en este último territorio tienen el añadido de un conflicto interno que se ha llevado por delante estas navidades a la que ha sido portavoz del PP en las Juntas Generales y candidata en las anteriores elecciones, Esther Martínez, potenciada en la última etapa de Antonio Basagoiti.

Quiroga ya se la jugó en el congreso extraordinario de marzo de 2014 que le llevó a la presidencia del partido en Euskadi. Corrió el mismo riesgo cuando puso a prueba las cuadernas de su formación con la decisión de prescindir del que había sido secretario general en toda la etapa de Antonio Basagoiti, el alavés y hasta entonces hombre fuerte de los populares vascos, Iñaki Oyarzabal.

“El PP está inmerso en construir un nuevo proyecto político para Euskadi. Y eso, no solo pero también, pasa por nuevas caras de las personas que lo van a desarrollar en los próximos cuatro años en las principales plazas vascas. Nuevos perfiles que respondan a las necesidades y prioridades de una sociedad que ha pasado la página de ETA hace tiempo, aunque el PP siga en primera línea en la batalla ética y moral contra el terrorismo”, explican fuentes cercanas a la líder del PP vasco.

Quiroga accedió a la presidencia del partido por aclamación en una Junta Directiva –máximo órgano entre congresos- celebrada en Bilbao la tarde del 14 de mayo de 2013. Nadie votó en contra. Se cerraron filas ante la ‘espantada’ de Basagoiti, que pilotó con destreza su salida abrupta de la dirección para iniciar una aventura de banquero en México DF que todavía perdura.

En las últimas elecciones municipales (2011), el PP obtuvo 146.763 votos (13,83%) y un total de 164 concejales, quedando como cuarta fuerza. En los comicios locales anteriores (2007) obtuvo 153.296 sufragios (15,78%) y 184 ediles. El declive electoral en la etapa Quiroga se ha acrecentado: el suelo electoral de los populares en Euskadi se ha resquebrajado hasta bajar, en las pasadas elecciones europeas, a 77.583 papeletas de la gaviota, un 10,83% de los votos.

Camino de la irrelevancia

Camino de la irrelevanciaNo hay un sondeo de todos los publicados en el último año que no le sitúe al PP vasco avanzando por la senda de la irrelevancia política. El último, en Bizkaia, encargado por la propia Diputación, refleja un desplome de los populares, que pasarían de los ocho junteros actuales a 4 ó 5, al bajar del 14,1% de los votos al 9,8%. Y eso es lo que quiere contrarrestar el PP vasco.

En ese contexto, Quiroga ha comenzado el curso político después del parón navideño con el mismo guión con el que despidió 2014: una fuerte crisis en el partido en Bizkaia, con el todopoderoso Antón Damborenea, presidente en ese territorio, ‘limpiando’ la casa junto al secretario general del PP en Bizkaia, Javier Ruiz. Este último, miembro de la Ejecutiva vizcaína desde 2003 como coordinador de política municipal, es un posible valor en alza en el partido, del que también es secretario de Política Autonómica en la Ejecutiva vasca. Concejal en Getxo, puede ser uno de los que ahora se sientan en ese banquillo al que hace referencia Quiroga sin dar más pistas. Aunque en ese municipio la organización municipal haya apoyado sin fisura alguna a Marisa Arrúe para que repita como cabeza de cartel, enviando así un mensaje claro a Quiroga sobre los límites que también en el PP de Bizkaia tiene su apuesta por la renovación.

Y, además, el complicado guión de la lideresa popular se completa con la asignatura pendiente de cerrar las candidaturas para los comicios forales y locales. Pese a las reuniones que viene manteniendo con los cuadros internos del partido las dudas siguen. Fuentes cercanas a la presidenta popular no consideran que el PP vasco vaya tarde en la elección de sus candidatos. Buena parte de los dirigentes y cargos consultados fijan el horizonte en la convención municipal que se celebrará entre el 23 y el 25 de enero, pero sin duda las plazas más importantes tienen que resolverse antes. Aunque se conozcan en febrero, una vez que el partido desatasque Valencia y otras plazas conflictivas a nivel interno.

En San Sebastián, la continuidad de su portavoz, Ramón Gómez, que ha tenido que lidiar este mandato con una asonada interna en parte provocada por su idea de prescindir de algunos de los independientes que iban en la lista, no está resuelta. La dirección provincial y el propio Oyarzabal tuvieron que intervenir en marzo de 2013 para evitar su descabezamiento, aplacando los ánimos del resto del grupo.

Borja Sémper, presidente del PP en Gipuzkoa, es de los que cree que Gómez tiene aún recorrido, pero tampoco está claro que su apoyo inicial no impida a última hora que Gómez sea sacrificado en el altar. Y, desde luego, Gómez no es la carta de Quiroga.

La plaza de Bilbao ha quedado libre, tras la marcha al Parlamento vasco de la que ha sido la portavoz durante este mandato hasta hace unos meses, Cristina Ruiz. Su sustituta, Beatriz Marcos aceptó su nuevo cargo con normalidad. “Dije que sí cuando me lo propuso el partido, y estoy a lo que diga la dirección, pero sobre todo estoy dedicada al trabajo municipal”, reconoce, dando a entender que defendería una plaza en la que el PNV sin Iñaki Azkuna perderá la mayoría absoluta.

Los estudios sociológicos que manejan en el PP vasco afianzan esa idea de que la sociedad vasca ha cambiado y mucho, sobre todo entre los jóvenes de entre 25 y 35 años. La situación alavesa, y en general la sociología de esa provincia, es completamente diferente. Quiroga es muy consciente de que debe aprovechar –y así lo está haciendo- el poder institucional que ha dado los mejores resultados a los populares vascos. La marca PP nacional, desgastada tras los casos de corrupción y la crisis económica, no ayuda. Y aunque no renuncian a actos concretos en los que participen Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, o la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría –ambas enfrentadas- como estos días en Euskadi, “sabemos que tenemos que acertar con discurso propio y caras nuevas”.

Pero el banquillo, como dice otra fuente del PP, da lo que da y “tampoco hay tanto dónde elegir”.

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