La música antigua de Bizkaia tira de voluntarismo para sobrevivir
Ubicado en las laderas del monte Oiz, en la cara que mira al mar, el monasterio La Colegiata de Zenarruza es un escenario incomparable para disfrutar de la música antigua de interpretación historicista, especialmente si se acompaña de buen tiempo. En este paraje de ensueño cada final de primavera se celebra el festival Ziortzako Kontzertuak en el que, además de disfrutar de la música, se invita a los asistentes a sumergirse en la historia de Euskadi. Y cada concierto hasta la fecha sido un éxito de público. Este año, sin embargo, su XXV edición a punto ha estado de no ver la luz. Sólo el empeño personal de su organizador y la predisposición de los músicos para rebajar su caché, en algunos casos incluso hasta llegar a tocar gratis, han hecho posible que el acontecimiento tenga lugar.
En esta edición los problemas económicos se han hecho todavía más evidentes por la pérdida de patrocinadores y han provocado que el ciclo pierda uno de sus conciertos, pasando de 4 a 3. El cartel del año pasado lucía los logos de Euskaltel, Deia y Onda Vasca, pero estas empresas, presumiblemente preocupadas por sus propias estrecheces presupuestarias, han dejado de financiar el evento. La particular travesía por el desierto de este festival empezó, sin embargo, mucho antes. Concretamente, hace tres años, cuando la Diputación foral de Bizkaia dejó de apoyarlo económicamente como medida de austeridad motivada por la crisis.
Entonces su actual organizador, que hoy prefiere mantener el anonimato, convirtió su celebración en un reto personal y decidió tomar las riendas. Tirando de amistades, favores, buena voluntad e incluso de su “propio bolsillo” ha conseguido que los conciertos sigan celebrándose. También ha sido necesario que los músicos de renombre que cada primavera vienen a Zenarruza accedan a actuar por mucho menos dinero que su caché habitual, en algunos casos incluso de forma gratuita.
“Lo importante es que cada año se sigan celebrando los Ziortzako Kontzertuak”, apuntaba el viernes pasado, sentado entre el público, en la rueda de presa que sirvió para presentar el cartel del evento. Evitando en todo momento cualquier crítica, el promotor de los concierto de Zenarruza describía su particular calvario para conseguir financiación. “¡Llegué a pedirle dinero hasta a Wert!”, exclamaba en referencia al ministro de Educación, Cultura y Deporte.
Otras voces, sin embargo, fueron más críticas. El alcalde de Ziortza-Bolibar (PNV), por ejemplo, hizo una “crítica a las instituciones para que se impliquen un poco más”. “No me parece normal que se quite el 100% de la subvención a una actividad única en toda la comarca de Lea Artibai”, apuntó el regidor. El Ayuntamiento del municipio vizcaíno se encarga de poner autobuses gratuitos desde el centro de Bolibar hasta el monasterio, pero su limitado presupuesto no da para mucho más.
Uno de los músicos que participa en la edición de este año le secundó. Pedro Gandía es un violinista bilbaíno y director artístico de la orquesta barroca de Sevilla que durante las últimas ediciones ha aceptado participar en los conciertos sin cobrar. El viernes hizo un llamamiento “para que se mantenga en el tiempo el apoyo a estos conciertos”. “Mantener un festival de este tipo no es demasiado caro, pero si se deja caer, aunque sólo sea durante un año, resultará muy difícil recuperarlo”, explicó.
A pesar de la delicada situación del festival de Zenarruza, los acontecimiento de las últimas semanas han permitido ver algo de luz al final del túnel. Su organizador se mostraba el viernes “optimista” sobre su continuidad el año que viene. Hace escasos días, la empresa pública Bizkaikoa, organismo dependiente de la Diputación dedicado a preservar el patrimonio cultural del territorio, accedió a ayudar a financiar los conciertos.
El acuerdo es una suerte de convenio de colaboración para fomentar tanto el museo Simón Bolívar como la Colegiata. “Acordamos con el Ayuntamiento organizar visitas guiadas al museo antes de los conciertos”, explicó Asier Madarieta, portavoz de Bizkaikoa. “Cuando terminen los conciertos habrá también ocasión de visitar La Colegiata con uno de los frailes del monasterio como guía”. Un pack cultural de auténtico lujo, y completamente gratuito, que podría servir para reflotar uno de los ciclos de conciertos más emblemáticos de la Bizkaia ajena al Gran Bilbao.
Escenario único
Las citas serán los próximos días 8, 9 y 15 de junio a las 18:00 de la tarde. Para aquellos que quieran visitar el museo de Simón Bolívar antes de subir a La Colegiata, conviene acercarse al municipio vizcaíno con tiempo de antelación. El sábado, día 8, la actuación correrá a cargo del dúo formado por el clarinetista Luis Alberto Requejo y la organista Miriam Cepeda. Ofrecerán un programa compuesto por obras de Bach, Corelli y Fischer entre otros.
El domingo, día 9, el protagonismo recaerá en Khantoria, que ofrecerá una selección de canciones recuperadas de la historia de Euskadi y ordenadas en función de su antigüedad, empezando en el siglo IV y hasta el XVII. El grupo estrena composición para la ocasión con la participación del violín Ander Berrojalbiz, la viola Maider López, la Organetto medieval y vocalista Virginia Gonzalo, el flautista José Menéndez Galván y el flautista de pico Kerstin Ansorge. El plato fuerte del ciclo se servirá el sábado, día 15, de la mano de la orquesta barroca de Sevilla. Conducida para la ocasión por el director Juanjo Mena y con la interpretación del contratenor Carlos Mena, ofrecerán un programa compuesto por obras de Vivaldi, Haydn, Scarlatti y Avison. Los dos hermanos Mena, grandes conocidos en el mundo de la música clásica en Bizkaia, volverán así al Monasterio de Zenarruza 24 años después de haber participado como cantantes en su primera edición.
Los conciertos de Zenarruza se celebrarán en la iglesia de La Colegiata, en un edificio con partes góticas y otras renacentistas. Un escenario único que alberga en su interior el órgano de Ziortza, un instrumento construido en 1686 reciclando algunos componentes de su antecesor del siglo anterior. Se trata de un órgano único en Euskadi, y uno de los pocos que existen en Europa, que fue restaurado por la Diputación foral de Bizkaia en 1995 y que es usado cada año en las actuaciones de los Ziortzako Kontzertuak.