Del café a la hamburguesa pendiente
Llegar a una cafetería y pagar dos cafés, pero tomar solo uno, o ir a una carnicería y pedir dos hamburguesas pero llevarte solo una. Son dos modalidades de una misma acción solidaria: lo que se conoce por ‘cafés pendientes’ y que ha alcanzado una nueva dimensión en Bilbao las ‘hamburguesas pendientes’. La iniciativa que consiste en dejar una consumición pagada -lo habitual es un café- para que lo tome cualquier persona sin recursos, cuenta por ahora con dos establecimientos adheridos en la capital vizcaína, una cafetería y una carnicería, pero la historia de cada uno de ellos pone de manifiesto que la solidaridad se refleja también en los pequeños gestos cotidianos que alcanzan a personas que tenemos al lado.
El caso que más se ajusta a la iniciativa pionera es el del Jai Alai, una cafetería del barrio de Miribilla que regenta Alessandro Cerulo, que como buen italiano de un pueblo cercano a Nápoles, conoce perfectamente la historia del ‘café pendiente’ o el ‘caffé sospeso’. “Allí es una costumbre muy antigua que se entendía como un café ofrecido a la humanidad, una manera de empezar el día de buena manera”, explica. Pero esta acción desinteresada se ha transformado para Alessandro en un gesto solidario para “romper el muro de la indiferencia” frente a las situaciones de dificultad que nos rodean. El hostelero supo que la iniciativa había llegado a España y en seguida la llevó a su local donde lleva unos meses en funcionamiento. La pizarra donde se van apuntando los ‘cafés pendientes’ pilló por sorpresa a muchos clientes, “pero una vez que les explicas en qué consiste, unos cuantos se han animado a participar”.
Algunos de estos clientes solidarios son los habituales que han tomado por costumbre dejar de vez en cuando un café pagado, pero también están los que saben de la iniciativa y se acercan expresamente solo para aportar su granito de arena. “La sociedad no es tan egoísta como creemos”, reconoce Alessandro, que ve cómo con este pequeño gesto “la gente nota que puede aportar y ayudar a personas que tienes muy cerca”. Así los clientes del Jai Alai pagan cada día unos siete u ocho cafés para que los disfruten aquellos que lo necesitan. Alessandro asegura que a diario se ven “casos muy fuertes, de personas que están pasando verdaderas dificultades”, y nota que cuesta pedir un café que no pueden pagar, “es complicado aceptar la dificultad”, reconoce.
A Rodolfo Crespo no le frenó que su negocio no tenga nada que ver con el café. ÉL regenta la Carnicería Rodo, el negocio familiar que con 60 años de historia, ocupa uno de los puestos del Mercado de la Ribera. “Escuché el tema en los medios y como mi versión es la hamburguesa, decidí poner hamburguesas pendientes”, cuenta. Rodo, como le conocen, reconoce que allí cuesta un poco más llegar a la clientela, “pero poco a poco y con el boca a boca la gente va aportando en la medida de sus posibilidades”, y a pesar de que “el momento no es el más propicio”, después de casi un año de experiencia ya consiguen entre 50 y 60 hamburguesas a la semana. “Hay dos o tres familias que vienen todas las semanas, la semana pasado llevamos unas cuantas a Proyecto Hombre y también suelen venir de asociaciones como Remar” explica.
Las ‘hamburguesas pendientes’ de Rodo son su pequeño proyecto solidario, pero él sueña con conseguir hacer un banco de alimentos en el Mercado de la Ribera. “El proyecto se puso hace un tiempo en marcha, pero no se ha concretado porque parece que da miedo manejar género perecedero”, se lamenta. Aun así no pierde la esperanza de que el mercado bilbaíno se implique y algún día puedan surtir a comedores sociales de los productos que allí se venden, pero por ahora seguirá ofreciendo ‘hamburguesas pendientes’ gracias a la generosidad de sus clientes’.
Alessandro y Rodo esperan que otros establecimientos de la ciudad se contagien del espíritu del ‘caffé sospeso’ y se adhieran a una iniciativa que promueve la solidaridad más cercana.