Cuatro claves para entender el Congreso (que no refundación) de Sortu
- Arnaldo Otegi y los condenados junto a él por el 'caso Bateragune' Arkaitz Rodríguez, Miren Zabaleta y Sonia Jacinto, pilotarán el camino hacia la “república vasca”, hacia un “Estado vasco”, como se ha comprometido Otegi
Lo que ha pasado en Sortu desde julio pasado tiene más que ver con la forma en la que un partido se resitúa en el nuevo panorama político abierto en Euskadi que con una refundación propiamente dicha, como de alguna manera se ha intentado vender el proceso interno de una formación que vuelve a elegir a Arnaldo Otegi -junto a las figuras emergentes Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto y Miren Zabaleta- y como secretario general y líder indiscutible.
La refundación real de los herederos de Batasuna se produjo de facto a finales de 2011, cuando en su estatutos Sortu rechazó la violencia y abrazó “las vías políticas y democráticas”. Ahora se trata de acertar en cómo recorrer el camino soberanista para adelantar al máximo la fecha que inicialmente puso Sortu en el horizonte de este proceso por construir “la república confederal vasca”: 2026. No era una ocurrencia, estaba incluida en la ponencia política Zohardia (Cielo despejado) aprobada en este congreso con un respaldo del 91%.
La 'vía vasca' hacia la independencia. Sortu celebró en Pamplona su congreso fundacional en febrero de 2013, con su líder en prisión, situación que no abandonaría hasta marzo de 2016. En esta ocasión ha elegido Bilbao -lugar al que trasladó a última hora un congreso que inicialmente pretendía realizar en la capital navarra- porque la lucha política de los próximos años para la izquierda abertzale está en el País Vasco. No es que Pamplona haya dejado de ser la “Jerusalem vasca”, como en alguna ocasión en la etapa del Pacto de Lizarra (1998-99) la llegó a bautizar el propio Otegi. Ni que la territorialidad haya dejado de tener importancia en el discurso de la izquierda abertzale. Es que la batalla política por la 'vía vasca' hacia la independencia se va a librar en los próximos años en Euskadi, con un Parlamento con una mayoría clara a favor de un genérico derecho a decidir entendido de manera diferente, eso sí, por EH Bildu (coalición en la que está Sortu, junto a EA, Aralar y Alternatiba). PNV y Elkarrekin Podemos.
“El objetivo primordial de esta fase es generar las condiciones sociales y culturales para poner en marcha procesos constituyentes que le abran las puertas a la República Vasca. Siguiendo la trayectoria histórica que va desde Txiberta hasta la actualidad, la principal tarea que afronta hoy en día la izquierda abertzale no es demostrar que tiene razón o lograr que su proyecto estratégico se convierta en hegemónico, sino conseguir que Euskal Herria ponga en marcha la vía democrática hacia la República Vasca y dé pasos determinantes en esa dirección”, resumen para esta nueva etapa como .
Los elegidos para pilotar la nave soberanista. La nueva dirección de Sortu tiene 29 miembros. Y no hay refundación alguna porque, pese a la desaparición del nuevo Consejo Nacional de Sortu de figuras históricas como Pernando Barrena, Hasier Arraiz, Karmelo Landa o Juan José Petrikorena, son precisamente los dirigentes que participaron en el giro en favor de abrazar las vías políticas -y muchos de ellos acabaron en prisión por el 'caso Bateragune'- los que ahora acceden a la Ejecutiva. Junto a Otegi, están dos figuras emergentes claves como Arkaitz Rodríguez, que se encargará de Acción política, Sonia Jacinto (Organizacion) y Miren Zabaleta, los tres condenados en su día por el caso Bateragune junto a Otegi, y también el histórico Rufi Etxeberria.
Pero hay savia nueva: Gotzon Elizburu, referente hace años de la organización juvenil independentista Ernai, ahora en tareas de Comunicación. Figuras de nuevo cuño como Anita Lopepe (la más votadas por las bases con 2.597 papeletas), referente en el País vasco francés del partido independentista, Lur Arbizu (2.229) o Eneko Compains (1.532) Las bases, además, han recuperado en las votaciones celebradas los últimos días para completar la dirección elegida en julio pasado a históricos como el navarro Floren Aoiz (1.347 votos) -el rostro de HB en la década de los 90- a la expresa de ETA Elena Beloki (1.389) y a la diputada en el Congreso Marian Beitialarrangoitia. Una dirección paritaria elegida para acertar en la estrategia de Sortu y saber engrasarla con la coalición EH Bildu.
Las alianzas para conseguir el “Estado vasco”, al que se ha comprometido públicamente en la capital vizcaína Arnaldo Otegi. Sortu tiene “las luces largas puestas”, como en algún momento ha declarado el propio secretario general. Pero la nueva correlación de fuerzas en Euskadi, con un partido como Elkarrekin Podemos, abre la puerta a mirar también con las luces cortas y alianzas puntuales. “Creemos en que este país necesita un cambio político, que esta nación necesita vertebrarse para servir mejor a los deseos e intereses de su ciudadanía, que debemos recuperar el poder y la soberanía, que la independencia es la mejor opción para desarrollarnos como pueblo y como sociedad. Somos conscientes de que ese cambio solo es posible a través de alianzas, tanto puntuales como estratégicas. Ese cambio está en marcha”, se señala en la resolución 'Euskal Errepublica Sortu', aprobada este sábado.
Y Arnaldo Otegi ha dejado también clara en su intervención la necesidad de crear una nueva mayoría. “Nuestro proceso de liberación nacional y social depende de que seamos capaces de convencer a una mayoría del país de que el nuestro es el proyecto que les conviene. No se pueden hacer revoluciones desde arriba ni desde las instituciones”, ha zanjado.
Los Estatutos de Sortu (2011). Pero la refundación real de la izquierda abertzale se produjo hace ya unos cuantos años: cuando el 31 de enero de 2011 Miren Karmele Agirregabiria, José Javier Artola Zubillaga, Maider Etxebarria y Rakel Jausoro se reunieron en San Sebastián a las 17 horas para dar carta de naturaleza legal al partido Sortu. La izquierda abertzale heredera de la ilegalizada Batasuna abrazó en las 36 páginas de sus estatutos la democracia asumiendo aspectos básicos del juego político. Por ejemplo, al señalar en sus Estatutos que defendería como “parte de su programa político un modelo de sociedad acorde y coherente con el concepto de ”sociedad democrática“ definido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y sustentado en un pleno y real ejercicio de la democracia, del pluralismo y de las libertades políticas (página tres)”.
O, justo cuando, ante el dilema de “votos o bombas” que les planteó tras el fracaso de la negociación entre los emisarios de Zapatero y ETA el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, la izquierda abertzale que nunca ha condenado el terrorismo de ETA optó por abrazar exclusivamente las vías políticas. “El compromiso del partido político con las vías exclusivamente políticas y democráticas es firme e inequívoco, no sujeto a variables tácticas o factores coyunturales, por lo que articulará la defensa de su ideología sobre la base del respeto a los procedimientos democráticos y mediante el empleo de medios legales de intervención en la vida pública”. Por si no quedaba claro, Sortu cerraba esa página de sus estatuos con otra frase lapidaria: “Ello comporta que serán la adhesión popular, la movilización democrática, la lucha ideológica y la participación político-institucional sus únicos instrumentos de acción política”.
Unas vías políticas que les permitieron volver a la legalidad, con la venia de una mayoría exigua de jueces del Tribunal Constitucional (seis a favor y cinco en contra), y entrar en la liza electoral como los demás partidos, sin el apoyo externo en su estrategia político-militar de las décadas anteriores del primo de Zumosol etarra detrás. Y en eso siguen, aunque el resto de partidos y las víctimas les sigan exigiendo un paso adelante en relación al reconocimiento del daño injusto causado y reconocer que “matar siempre estuvo mal”.
Todo lo que ha venido después, incluido el congreso de este sábado, es la discusión sobre metas políticas, estrategias para lograrlas y compañías con las que llegar a esas metas. Desde la base del “reciclarnos y renovarnos” que defiende la ponencia política para la organización. El pan nuestro de cada día de las organizaciones políticas en todo el mundo.