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Las consecuencias de un Brexit duro

Los profesores de Economía de la Universidad del País Vasco Carlos Rodríguez y Ricardo Bustillo. Foto: Mikel Martínez de Trespuentes. UPV/EHU

Eduardo Azumendi

Una vez que el Brexit ha conseguido el beneplácito de las urnas británicas, ahora surge la incertidumbre acerca de los efectos que va a tener en Europa. ¿Por qué optará el Reino Unidop: por un Brexii duro o blando? Los profesores de Economía de la Universidad del País Vasco Carlos Rodríguez y Ricardo Bustillo intentan dar respuesta a las preguntas que se están haciendo los ciudadanos europeos. De entrada, señalan que predecir el impacto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea es un ejercicio muy arriesgado. A la ya de por sí difícil tarea de la predicción económica en general, se le añade el hecho de que ni tan siquiera están claros los posibles escenarios de salida. “Las posibilidades oscilan entre un Brexit duro y un Brexit blando. Parece que la balanza se inclina más hacia un Brexit duro, lo cual traerá consecuencias más negativas para ambas partes y, en especial, para el Reino Unido”.

Para entender lo que es el Brexit duro y el blando, hay que partir de que la pertenencia a la UE supone asumir una movilidad sin trabas entre sus países miembros de factores productivos (capital y mano de obra), bienes y servicios.

1- Movilidad de bienes, es decir, al comercio entre el RU y la UE. “Una salida desordenada o dura supondría para el Reino Unido la adopción del marco comercial propio de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sin ningún tipo de acuerdo comercial preferencial. Como es bien sabido, los aranceles OMC son en general muy bajos, pero en algunos sectores [como, por ejemplo, la automoción y el sector químico, en los que el comercio bilateral entre el Reino Unido y la Unión Europea es especialmente intenso], las tasas arancelarias pueden alcanzar un nada despreciable porcentaje ad valorem del 10% y el 5% respectivamente. Es lógico, por tanto, que los estudios que han tratado de cuantificar el impacto de la salida bajo un escenario como este obtengan un resultado con repercusiones negativas muy significativas, en especial sobre la economía del Reino Unido porque la UE representa una parte muy sustancial de su mercado exterior [aproximadamente el 50%]”.

2- Movilidad de capitales. “Un Brexit duro no afectaría a la pertenencia del Reino Unido al Fondo Monetario Internacional o a Basilea III, acuerdos que regulan el negocio bancario y la movilidad internacional del capital financiero. No obstante, sí que impediría a sus bancos operar en todo el territorio de la UE como hasta ahora, puesto que perderían el ‘pasaporte comunitario’. Considerando la importancia tan relevante del sistema financiero y bancario para la economía del Reino Unido, perder el pasaporte comunitario podría afectar considerablemente al negocio financiero-bancario en Gran Bretaña. Por el contrario, para los países del continente europeo podría tener un impacto beneficioso, al acoger a entidades financieras del Reino Unido que cambiaran su localización. En este sentido, cabe alertar también de la posible deslocalización de empresas multinacionales manufactureras hacia el continente europeo, deslocalización provocada por las mayores trabas al comercio mencionadas anteriormente.

3- Movilidad del trabajo o flujos migratorios. “Poner trabas ha sido precisamente una de las razones fundamentales por las que ganó la opción del Brexit en el referéndum del pasado mes de junio. Cabe suponer, en consecuencia, que una salida dura supondría erigir por parte del Reino Unido fuertes restricciones a los flujos migratorios con la UE. En ese sentido, y en contra del sentir general, hay que destacar que los estudios al respecto revelan que la inmigración genera efectos económicos positivos en los países receptores netos, como es el caso del Reino Unido. Estos van desde un aumento y rejuvenecimiento de la mano de obra hasta un aumento del capital humano en el país receptor. Para el resto de la UE, en la medida en que es un emisor neto de personas frente al Reino Unido, los efectos serían ambiguos. Por un lado, se podría producir una fuga inferior de cerebros [brain drain], en especial aquellos ligados al sector financiero y otros servicios a las empresas [consultoría, servicios de I+D]. Pero, por otro lado, los países europeos emisores de mano de obra de baja cualificación [meridionales y del Este] tenderían a sufrir tasas de desempleo más elevadas, porque el exceso de esa mano de obra no podría reducirse por la vía de la emigración.

En cuanto al escenario del Brexit blando, podría consistir en un acuerdo de pertenencia al Área Económica Europea (AEE). En ese caso, el Reino Unido “gozaría de un régimen similar al que disfrutan actualmente Noruega, Islandia o Liechtenstein; lo que supondría mantenerse dentro del mercado único con libertad total de movimiento de bienes, servicios, capitales y mano de obra”. Así, las consecuencias de este Brexit blando serían mínimas ya que, además de que se mantienen las libertades económicas fundamentales entre países, tampoco se alteraría apenas la normativa común de la Unión que afecta a la actividad económica. Sin embargo, “este escenario tan benigno es poco probable porque la normativa de la UE exige tres condiciones para poder acceder a la AEE: una contribución financiera neta a la UE, la apertura a los flujos migratorios y la adopción del acervo comunitario; condiciones que irían en contra del sentido mismo del Brexit”.

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