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¿Quién dijo recuperación? El calvario de las empresas vascas durante 2014

Manifestación en Vitoria por el empleo en Cegasa.

Laura Murillo Rubio

Bilbao —

El 2014 ha dejado un resultado aciago para las empresas vascas. Era el año en el que se apuntaba a una anhelada recuperación económica, pero lo cierto es que el tejido industrial vasco no ha dejado de resentirse. Son varias las empresas que han desaparecido y otras atraviesan sus peores momentos. El último balance negativo ha llegado para despedir el año: hasta 11 empresas alavesas se encuentran en riesgo de cierre inminente, lo que supondría la pérdida de 2000 puestos de trabajo. En el listado negro se encuentran Alestis, Arkema, Candy, Condesa, Corrugados Azpeitia, Ecn Cable Group, Fundiciones Wec, Laminaciones Arregui, Tepsa, TS Fundiciones, Bionor, Cegasa, Orozko, Castimetal y Servimax. Todas ellas atraviesan una situación muy delicada, a las que hay que sumar la caída de Fagor Electrodomésticos el año pasado, que empieza a revivir esta vez en manos de la marca catalana Cata. Ante esta situación, los sindicatos han reclamado al Gobierno vasco una política industrial “real” que acabe con la desindustrialización, se base en el empleo y cuente con inversión pública.

Entre los cierres, el más reciente ha llegado por parte de Arcelor Mittal en Salvatierra que ha dejado a los 54 empleados de su planta alavesa en la calle. La empresa ya anunció en septiembre la decisión de cerrar temporalmente la factoría guipuzcoana de Zumárraga con 375 trabajadores en un intento por asegurar su continuidad. La multinacional declaró entonces que agotarían “todas las vías posibles” por la supervivencia a pesar de que el mercado “está muy débil”. Que se lo digan también a los 143 empleados de la antigua Cablenor que, de la noche a la mañana, se quedaban sin trabajo porque la multinacional Global Cable anunciaba el cierre en Vitoria a primeros de noviembre. Por el momento respiran, aunque sin alivio, porque han ganado tiempo hasta febrero a la espera de que llegue alguien con interés en adquirir la factoría vitoriana. Sin embargo, hace menos de dos meses no obtuvieron ni un anuncio de ERE, ni una petición de prejubilación. El comité de empresa se encontró entonces con el cierre “definitivo e inapelable” sin previo aviso. La multinacional, procedente de Estados Unidos, exportaba a más de 140 países y estaba considerada como una de las firmas vascas “emblemáticas” que aglutinaba a las históricas empresas Echevarría Hermanos y Cablenor.

Con pérdidas superiores a los 111 millones acumulados en los últimos cuatro años, Cegasa pasó a concurso de acreedores en el primer trimestre del año, con lo que se planteó un ERE de suspensión del 100% en algunas líneas de negocio. El hundimiento de Cegasa, que había salvado anteriormente varias crisis, se remonta a 2008, cuando el mercado de fabricación de pilas en la Unión Europea cayó en picado. Tras la venta de tres unidades productivas del grupo por 2,5 millones en efectivo, la realidad de la empresa se salda con 130 trabajadores recolocados y 320 al paro sin indemnización. La plantilla también fecha 2008 como el inicio de “la pésima gestión del equipo directivo de Cegasa”, año en el que se decidió deslocalizar la producción de pilas alcalinas y crear una nueva empresa en China. Fue entonces cuando se produjeron los primeros despidos masivos, concretamente 184 trabajadores. Desde entonces, “se han ido tomando un sinfín de pésimas decisiones con idénticas consecuencias: el despido progresivo de los trabajadores y el mantenimiento de quienes dirigen el fatídico rumbo de la empresa. Un rumbo, que va a dejar por el camino a más de 600 trabajadores en paro”, denunciaron los empleados al comienzo de diciembre.

Medidas sin resultados favorables

En la misma línea, Candy, dedicada a la producción de lavadoras de carga superior en su planta de Bergara, también anunció el cierre en Guipúzcoa en octubre, lo que implica el despido de 150 de sus 170 trabajadores. La empresa con “pérdidas estructurales” no ha logrado sacar beneficios de la producción salida de las instalaciones de Bergara y se queda con su planta de China inaugurada en 2012 que, según señalan, cuenta con “las últimas tecnologías” para sacar la misma producción que hasta ahora se llevaba a cabo en la localidad guipuzcoana. Así han pretendido ajustar los costes con el objetivo de mantener las ventas de su producción en Europa. A través de concentraciones diarias frente a la fábrica, la plantilla acusó a Candy de “ocultar beneficios” y le exigió un plan de viabilidad “por ser la única responsable” de su situación. Sin embargo, la empresa contestaba en un comunicado que ha hecho “todos los intentos posibles” para mantener la actividad en Bergara. Destacan la reorganización del proceso productivo, medidas para incrementar la carga de trabajo o de redimensionamiento de personal, pero todas ellas “sin resultados favorables”.

El mismo rumbo tomó la multinacional Arkema, inmersa en el sector químico, que en septiembre anunciaba el cese de su planta en Alonsotegi con el consiguiente despido de sus 60 trabajadores. Según ELA, la explicación por parte de la dirección para plantear el cierre es que “ya no es rentable en el mercado por la competencia de Estados Unidos y China”. Una decisión que afecta directamente a la plantilla y a los 30 trabajadores que de una forma indirecta también prestan sus servicios a la empresa. Dispuestos a reclamar una alternativa, la plantilla viajó a París para defender sus puestos de trabajo y trasladar sus inquietudes al presidente de la multinacional, Thierry Le Enauf, porque consideraban que debían escucharles antes de tomar una decisión “tan drástica”. Es más, los propios trabajadores presentaron a la dirección de la fábrica un plan de viabilidad industrial que, según afirman, “permitiría continuar con la actividad fabril en Arkema Alonsotegi-Zaramillo de forma viable y con rendimientos”.

Además, engrosan el calvario de las empresas vascas en 2014 las 46 personas despedidas por el cese de Fundiciones WEC, 31 de los 35 trabajadores de la empresa Bionor Berantevilla a los que se les aplicó un ERE de suspensión o la incertidumbre de las 205 familias que dependen de las plantas de Condesa en Álava, que se encuentra en un proceso de refinanciación de su deuda, entre varias otras industrias. Pese a que sucedió en 2013, cuesta olvidar también la caída del cooperativismo vasco por el hundimiento del gigante Fagor Electrodomésticos del Grupo Mondragón que ha reanudado su producción en manos de la empresa catalana Cata, un año después de dejar en la calle a 1.900 trabajadores.

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