El final de ETA... el principio del relato
“Resulta que la paz era esto: que ETA deje de amenazar, coaccionar, amedrentar y asesinar. Cuanto antes lo asumamos, mejor. ¿Tantos años de dolor y sufrimiento para esto? Pues sí. Sólo en el ámbito de la fe el sufrimiento tiene un sentido, y este puede ser inteligible, y hasta positivo. En el ámbito de la historia, el sufrimiento es simplemente eso: sufrimiento. Casi siempre innecesario, y por lo mismo radicalmente injusto. Eso es lo que ha sido la historia de ETA: un juego de lágrimas”. 'Malkoz malko' (gota a gota).
Tuvo que venir un sociólogo para explicar a la sociedad vasca y a su clase política lo evidente: que tras décadas de terror, bombas, 'guerra sucia' y violencia, “la paz en Euskadi era esto”. Imanol Zubero lo acuñó con esa descripción que, poco a poco, ha ido calando. Mucho más rápido en la ciudadanía. La sociedad ha pasado página de manera meteórica. Y los políticos -algunos como Arnaldo Otegi y los de la izquierda independentista- no se han detenido en exceso en esta campaña electoral en este asunto. En EH Bildu se revuelven cada vez que se les pregunta por el reconocimiento del daño causado o cuando en los debates electorales les invitan a decir que “matar estuvo mal”.
Hasta los partidos han pasado en esta campaña sin detenerse en fechas que, en otras épocas, habrían dado que hablar en los mítines: como el asesinato de Yoyes hace ahora justo 30 años. Ninguno de los oradores, por ejemplo, recordó públicamente el pasado 10 de septiembre que ese día, la dirigente de ETA Dolores González Katarain, Yoyes, fue asesinada bajo la acusación de “traidora” por el terrorista Kubati, hoy en libertad.
“Muerto el perro, acabada la rabia”, reza un adagio clásico. Nada más alejado de la realidad si nos aproximamos sin prejuicios al poso que la violencia ha dejado en la sociedad vasca. Aunque eso también es compatible con cierta “amnesia colectiva” que se ha ido haciendo un hueco, pese a los intentos desde muchos sectores -incluido el cultural- de evitar la desmemoria o la equidistancia.
Un ejemplo: el proyecto Ahotsak (voces) se ha desarrollado entre universitarios de la UPV, Deusto y Mondragón para reflexionar sobre el pasado de terrorismo y violencia sufridos en Euskadi. En total, participaron entre octubre y diciembre del pasado año 300 jóvenes.
La experiencia, explican desde el Gobierno vasco, ha ayudado a reflexionar a jóvenes que rondan entre los 20 y 24 y que, por su juventud, “en ocasiones les resulta lejano lo ocurrido”. Mucho más de lo que se pueda pensar.
Este periódico hizo su propio trabajo de campo para elaborar antes de verano un reportaje y pudo constatar que la juventud vasca que participó en él sabe qué es ETA de una forma superficial y desconoce en gran medida los actos criminales de la organización terrorista. “No sé quien era Gregorio Ordóñez”, admitían los jóvenes, en lo que fue el inicio de la aplicación de la “socialización del sufrimiento” en enero de 1995 por parte de ETA contra políticos, intelectuales, periodistas, empresarios...
Sin embargo, aunque no ha sido un tema que haya entrado con fuerza en campaña, sí ha tenido su sitio en el Zinemaldia, que en su 64º edición ha puesto una pica en Flandes por el relato en el País Vasco con el trabajo documental 'El fin de ETA', dirigido por Justin Webster. “Un relato con honestidad”, como ha indicado el periodista Luis Rodríguez Aizpeolea, quien junto a Jesús Eguiguren, expresidente del PSE-EE y negociador con ETA en la etapa del presidente Zapatero (PSOE), escribió el libro 'ETA, las claves de la paz'. Con esos mimbres, el también periodista José Maria Izquierdo se lanzó hace casi dos años a la aventura del documental que ahora ha visto la luz en el Zinemaldia.
Alfredo Pérez Rubalcaba, exlíder del PSOE y exministro del Interior, cuenta por primera vez en este trabajo el largo camino de diálogo, atentados, persecución policial y negociaciones hasta lograr que los terroristas echaran la persiana en 2011: “Creo que es el mejor final”, apunta. Pero deja también en el documental una reflexión para el futuro: “Por las víctimas hay que construir un relato de lo que pasó en Euskadi y lo que pasó fue que la democracia ganó y ETA perdió”, resume el exministro del Interior al final del trabajo.
Y esa es la batalla real que se está librando ahora en Euskadi.
José María Izquierdo, alma mater del proyecto, junto a Rodríguez Aizpeolea, está especialmente orgulloso de haber convencido a Rubalcaba para que participara en el documental. “Tenían que estar los tres, Jesús, Arnaldo y Alfredo. No tenía sentido alguno que no fuera así. Luego hemos incluido hasta 18 personas más, 70 horas de grabaciones de entrevistas. El único que falta es Josu Ternera”, huido de la justicia y el interlocutor de Eguiguren en Ginebra y Oslo en 2006.
Izquierdo aclara que “no es una historia de ETA, ni de las negociaciones con ellos, porque empieza con las conversaciones entre Jesús y Arnaldo -que arrancan en el caserío de Txillarre en 2000 y que luego desembocarían en el proceso de diálogo en 2006-, y finaliza con la declaración del cese definitivo del terrorismo de ETA en octubre de 2011”. Es una pieza más en el puzzle del relato pendiente y de una historia que tiene como estación término la entrega de las armas y la disolución definitiva de ETA, como han exigido en esta campaña PNV, PSE, PP, Elkarrekin Podemos y Ciudadanos.
¿Y qué dice la izquierda independentista? Arnaldo Otegi ha señalado en varios actos que, frente a quienes “hablan de propuestas de desarme” de ETA, en el País Vasco “existe un cachito de paz porque la ha traído la izquierda independentista”. Y ha recordado que las buenas noticias en relación a este asunto siempre han venido de la mano de la izquierda abertzale. Y que así va a volver a suceder, sugiriendo tal vez que pueda haber noticias en no demasiado tiempo relacionadas con la convivencia en Euskadi y el final definitivo de la organización terrorista.