La lucha contra la soledad a partir de los 65 años
El miedo a la soledad es una de las principales preocupaciones de las personas mayores. En Euskadi el 19,5% de la población tiene más de 65 años, lo que la sitúa entre las comunidades con mayor porcentaje de personas en edad avanzada. Las consecuencias de la longevidad llevan a muchos mayores a vivir solos y entre los que habitan en residencias muchos de ellos también se sienten solos. Esta fue la principal motivación que llevó a la asociación Argibe, constituida hace apenas un año, a trabajar por cambiar una realidad que califican como “grave” en las edades avanzadas. A día de hoy ya son más de 90 voluntarios que realizan servicios de acompañamiento en diversos centros como la Misericordia de Bilbao, Sagrado Corazón de Getxo o Sanitas en Barakaldo.
Las caras de alegría que despertaban sus visitas a familiares o conocidos en centros para la tercera edad fue lo que les llevó a constituirse como asociación en marzo del año pasado. Por el momento centran su atención en las residencias aunque no descartan otros campos de actuación como el acompañamiento a mayores en domicilios, apoyo a familiares de enfermos de larga duración, enfermos psíquicos o personas sin hogar. “Nuestra finalidad es cooperar con la dirección y los trabajadores sociales de las residencias con las que colaboramos. Consiste básicamente en hacerles compañía, participar en las actividades lúdicas programadas por la residencia o ayudar en terapias sencillas como la recuperación de la memoria, motivación o manipulación de objetos”, detallan en la web de la propia asociación sobre sus planes de atención directa.
El compromiso y la voluntad decidida de ayuda necesitan de una formación previa para que el acompañamiento se dé en buenas condiciones para los usuarios. En algunas ocasiones, las realidades a las que se enfrentan los voluntarios requieren de una serie de habilidades que les permitan solventar situaciones delicadas. Por ello, “su abordaje exige un conocimiento preciso de la realidad que tenemos delante”, señalan desde Argibe sobre la formación del voluntariado que se torna en una tarea “esencial y permanente” dentro de su labor. Para su implementación, en la asociación recurren tanto a recursos formativos propios como al de otras asociaciones similares y entidades dedicadas al mismo fin.
No es lo mismo vivir solo que estar solo
En este sentido, hace unos meses que se unieron a Redav, la Red de Entidades de Acción Voluntaria con el objetivo de trabajar de forma coordinada. “Es necesaria una estrecha vinculación con todas aquellas asociaciones relacionadas con el voluntariado que trabajen en el País Vasco, así como otras de ámbito estatal o europeo que tengan nuestros mismos ideales”, explican sobre sus reuniones con otros centros como Bolunta en Bilbao. En el mes de junio también realizaron uno de los primeros encuentros entre los voluntarios quienes valoraron “positivamente” la evolución de su trabajo. En menos de un año son ya 90, pero aseguran que “siempre es bueno que haya más” de manera que se puedan ampliar los planes y proyectos futuros a otros campos. Para ello, en octubre tienen ya pendiente su presentación en Santurce.
A pesar del aumento progresivo de los hogares unipersonales en los últimos años, los expertos recuerdan que no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. “Estar solo no es siempre un problema. Todos necesitamos tiempo solos y evidentemente la soledad deseada no constituye un problema para las personas, incluidas las personas mayores”, asegura la psicóloga bilbaína Claudia Aranguren. “Sentirse solo, sin embargo, es algo mucho más complejo. En este sentido, la soledad es una experiencia subjetiva que se produce cuando no estamos satisfechos o cuando nuestras relaciones no son suficientes o no son como quisiéramos que fueran”, señala. “De ahí la necesidad de estas tareas de voluntariado que ofrecen a los mayores, en muchos casos, la fuerza que necesitan para afrontar el día a día”, concluye.