Seis mujeres pakistaníes, obligadas a divorciarse para cobrar la RGI
Seis mujeres pakistaníes que viven en Vitoria y tienen hijos se enfrentan a un dilema: o se divorcian de sus maridos o renuncian a cobrar la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), la única ayuda con la que cuentan para seguir subsistiendo. Sus maridos están en la cárcel, acusados de formar parte de una red organizada dedicada a cobrar de manera fraudulenta RGI. En total el fraude ascendió a 375.000 euros. Ahora, sus mujeres e hijos se encuentran sin ningún tipo de ayuda, ya que Lanbide les ha suspendido la RGI que percibían, ya que su marido era el titular y constituían una unidad familiar.
¿El problema? Pues que el divorcio en un país como Pakistán significa el repudio social y una condena a no volver a pisar el país. Según las normas de Lanbide, estar más de un mes de cárcel es causa para la suspensión de la RGI. Pero se trata de un caso contemplado cuando la unidad familiar está integrada por una persona, es decir, un soltero o divorciado que vive solo. Lanbide exige el divorcio porque “si únicamente se cambiara la titularidad de la unidad de convivencia para que la asumiera la mujer, la persona encarcelada seguiría formando parte de la misma unidad, beneficiándose del dinero”.
Sin embargo Iñaki Uribarri, abogado de ESK, sindicato que se encarga del caso de esas seis mujeres pakistaníes, apunta que el Servicio Vasco de Empleo sí que contempla entre sus criterios la opción de las unidades convivenciales que no sean unipersonales. “Cuando una persona perceptora de la RGI ingresa en prisión por un periodo superior a un mes se podrá valorar un cambio de titular siempre que otro miembro de la unidad convivencial cumpla los requisitos”, explica el abogado.
“Lo que pasa”, añade, “es que Lanbide ya les ha dicho que les suspende la RGI, ya les ha dicho que ha valorado el cambio de titular y se lo ha denegado. ¿Por qué lo ha hecho si esta seis mujeres cumplen con los requisitos exigidos y no tienen recursos de ningún tipo? Pues porque Lanbide quiere dar un escarmiento con ellas. Estoy seguro que no lo haría si los maridos hubieran nacido aquí”.
En Lanbide insisten en que la normativa es igual para todos, extranjeros o nacionales, y que se aplica por igual a todos los perceptores.