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“Los niños que ven la violencia de género en su casa viven en un ambiente como si fuera de guerra”

Protesta contra la violencia machista.

Eduardo Azumendi

“La radiación es invisible, no se huele, no se percibe por los órganos de los sentidos. Sin embargo, daña la salud y puede llegar a ser mortal. Así pasa también con los niños, niñas y adolescentes expuestos a la violencia de género. A veces las consecuencias no son visibles en un primer momento, quizás se manifiesten a lo largo de los años, pero en la mayoría de los casos hay una afectación”. Sofía Czalbowski, psicóloga y experta en violencia de género, sostiene que los niños y niñas testigos de la violencia doméstica y de maltrato hacia su madre viven “en un ambiente como si fuera de guerra. Nunca saben cuándo va a estallar el episodio siguiente”. En la actualidad, alrededor de 800.000 menores en España conviven a diario con el maltrato a sus madres.

Czalbowski ha coordinado el libro ‘Detrás de la pared’, una mirada multidisciplinar acerca de los jóvenes expuestos a la violencia de género publicada por la editorial bilbaína Desclée de Brouwer. Se trata de una mirada multidisciplinar porque en el equipo que ha elaborado el libro hay diferentes especialistas, desde pediatras a psiquiatras pasando por psicólogas.

“Los niños y niñas que padecieron los efectos de la guerra compartían sus vivencias, pero los de la violencia de género padecían el secretismo. Los de la guerra, la habían dejado atrás y antes hubo momentos felices. Los que habían sido expuestos a la violencia de género empezaron a sentirse mejor a partir de estar en una casa de acogida. Antes no recordaban momentos felices”. Es la advertencia que realiza Czalbowski, que recalca que la violencia de género es una forma más de maltrato infantil para los niños que la sufren como testigos en el domicilio familiar.

‘Detrás de la pared’ es una obra colectiva porque varias de sus autoras pensaban que hacía falta una obra en español que reflejara la situación de estos niños y niñas y los visibilizara. “Hay que superar la idea de que trata de meros espectadores de los hechos. Por el hecho de sufrir estas situaciones de horror van a sufrir consecuencias negativas en su salud física, psicológica y emocional”.

Las especialistas se distancian de la idea de que los niños que han visto el maltrato tan cerca y que incluso lo han podido sufrir puedan repetir ese comportamiento violento de adultos. Beatriz Atenciano asegura que “la mayoría de quienes maltratan a su pareja no convivieron con este tipo de violencia en su infancia”.

Riesgos en la separación

Riesgos en la separaciónLos riesgos durante la convivencia de la pareja se extienden y cambian tras la separación. “El agresor”, explica Atenciano, “experimenta una pérdida de control sobre la víctima tras la ruptura que no puede tolerar. Los hijos en común son el espacio para su rabia y sus deseos de venganza. Sabemos que quien asesina a sus propios hijos lo hace movido por un deseo de venganza. Su motivación es arrebatar a la madre aquello que más la importa, dañándola para siempre. Quien ve a su pareja como una propiedad, no puede identificar a sus hijos como sujetos con derechos. Un maltratador no es un buen padre”.

Según Atenciano, no se puede seguir disociando el rol parental del rol de pareja. “Hasta ahora se actúa considerando que la violencia ha sucedido en el marco de la pareja. Por eso, los hombres que maltratan reciben automáticamente los mismos derechos que los buenos padres”. Por eso, la especialista señala que previo al establecimiento de las visitas, deben valorarse las capacidades parentales del maltratador, con perspectiva de género y de derechos de la infancia. “No hay pared suficientemente gruesa para mantenerles totalmente sanos y salvos: la violencia contra la madre se produce dentro de la familia y da lugar a un entorno tóxico, que impacta directamente en el desarrollo emocional y social. La violencia contra la pareja es una forma de violencia en la familia”.

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