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“Que todos los partidos digan al unísono que matar estuvo mal”
Un total de 15 víctimas del terrorista de ETA, GAL y abusos policiales han reclamado a los partidos políticos “que digan al unísono que matar estuvo mal” y que reconozcan a todas las víctimas “sin discriminaciones de ningún tipo”. Asimismo, les han pedido que no dilaten en el tiempo el “necesario debate pendiente sobre convivencia” y, en este sentido, les han instado a “activar la ponencia de paz o algún espacio similar” dentro del Parlamento vasco.
Estas demandas se recogen un documento conjunto, que ha suscrito este grupo de víctimas, entre las que se encuentran familiares de víctimas de ETA como Marta y Sara Buesa, hijas del parlamentario del PSE Fernando Buesa, Andoitz e Ibai Korta, hijos del empresario Joxe Mari Korta, Josu Elespe, hijo del edil socialista Friolán Elespe, José Goikoetxea, hijo del ertzaina Joseba Goikoetxea, Mari Carmen Hernández, esposa del edil del Jesús María Pedrosa, y Carlota Arguimberri, sobrina del conductor de autobús Carlos Arguimberri.
El documento está suscrito asimismo por Iñaki García Arrizabalaga, hijo del delegado de telefónica Juan Manuel García Cordero, Josemi Gómez Elosegi, hermano del psicólogo Francisco Javier Gómez Elosegi, Nagore González, hija del secretario de un Ayuntamiento Manuel Vicente González Vilorio, y Dori Monasterio, hija del taxista Fermín Monasterio. Completan el grupo de víctimas firmantes Inés Núñez de la Parte, hija de Francisco Javier Núñez Fernández, fallecido por torturas, Mikel Paredes, hermano de Juan Paredes Manot, miembro de ETA que falleció fusilado, y Pili Zabala, hermana de la víctima de los GAL José Ignacio Zabala.
El documento, que ha sido presentado públicamente en un acto en el Instituto Vasco de la Memoria en Bilbao, es fruto de un proceso conjunto de reflexión que, según han explicado, “no acaba aquí”. En este sentido, han manifestado que su intención es difundirlo a otras víctimas, a los partidos políticos y a la sociedad en general. De este modo está previsto que lo trasladen el próximo miércoles, día 16, a la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco.
El texto recoge las reflexiones de este grupo de víctimas “plural, diverso, que ha decidido compartir vivencias y experiencias de dolor, con un ánimo restaurador y constructivo”. El documento subraya su convicción en que “los derechos humanos son un absoluto ético” y en que “la violencia es inadmisible y ha sido, es y será un fracaso siempre”. Asimismo, reivindican que se conozca “todo lo que ha sucedido” contándolo “de una manera fiel y completa para aprender de ello y garantizar que no se repita jamás”, y expresan que su “apuesta para el futuro es que la convivencia es posible”.
El texto refleja nueve peticiones a los partidos políticos, entre ellas que “que todos afirmen con claridad que el recurso a la violencia está mal hoy y también estuvo mal ayer” y, por ello, que “nadie justifique la violencia pasada, aunque sea veladamente”. “Tenemos que oír a nuestros representantes decir al unísono que matar estuvo mal”, señala. De este modo, les emplazan a que “cada cual asuma su propia responsabilidad en relación a la violencia que hemos padecido en este país, más allá de intentar contextualizarla” y advierten de que es necesaria “la autocrítica de quienes justificaron la violencia y el terrorismo si queremos llegar a una auténtica convivencia”.
Asimismo, consideran que “todos los partidos deben reconocer a todas las víctimas sin discriminaciones de ningún tipo” y añaden que “ninguno debería utilizar el sufrimiento de las víctimas o apropiarse de su dolor”. Por otro lado, animan a los partidos políticos a que establezcan “un diálogo respetuoso y sereno” y no dilaten en el tiempo “el necesario debate pendiente sobre convivencia”. En este sentido, opinan que es “incomprensible” que no haya “un espacio de encuentro para debatir y acordar unos mínimos comunes de entendimiento”.
Activar la Ponencia de Paz y Convivencia
Por ello, instan a activar la Ponencia de Paz y Convivencia o “algún espacio similar” dentro del Parlamento vasco para acordar “los principios y valores sobre los que queremos asentar la convivencia”. También piden que “no se celebren actos, ni se realicen declaraciones de exaltación de la violencia, ni homenajes a quienes la han ejercido” y que, además, “se inste a la investigación de todas aquellas declaraciones actuales de responsables políticos que todavía hoy siguen justificando la violencia e hiriendo la dignidad de las víctimas”.
Tras insistir en que desde las instituciones “se reconozca a todas las víctimas, cumpliendo los principios de igualdad, verdad, justicia, memoria, reconocimiento y reparación”, apelan a garantizar “una correcta aplicación de la justicia respetando los estándares internacionales”. El documento apunta que la política penitenciaria “tendría que regirse por los mismos criterios en todos los casos independientemente de quién sea el victimario”.
Asimismo, lamenta que “otras víctimas tampoco han tenido acceso a la justicia porque todavía existen muchos casos que no han tenido un proceso judicial” y, por ello, emplaza a que “se redoblen los esfuerzos para que se investiguen y esclarezcan las causas pendientes”.
El documento recoge, por otro lado, siete peticiones a la sociedad, a la que reclaman que no olvide “las décadas de terrorismo y violencia padecidas en Euskadi” y que “mire al futuro con esperanza y optimismo”, pero teniendo en cuenta que “aferrarse al pasado y a la memoria” es “el mejor antídoto para evitar otro futuro de violencia y terrorismo”. También emplaza a los ciudadanos a hacer “autocrítica de lo que fue su actuación en el pasado”. De este modo, señala que “la parte de la sociedad vasca que justificó o ensalzó el terrorismo y la violencia, o que solo los rechazó cuando los sentía cercanos”, debería asumir su “gran responsabilidad en su duración y en el sufrimiento padecido”.
Pluralidad de víctimas
Además, advierte de que “hubo otro amplio sector de la sociedad que no justificó ni entendió el terrorismo y la violencia, pero que no hizo lo suficiente para enfrentarse a ellos”. También agradece su actitud “a la parte de la sociedad vasca que hizo frente, en la medida de sus posibilidades, a la violencia y al terrorismo y trabajó por la paz”. En cualquier caso, insta a la sociedad a que “rechace claramente la violencia y cualquier tipo de justificación, que no la contextualice” porque, según insiste, “no hay violencias buenas y malas”. De este modo, pide que no se cometa “la injusticia de idolatrar o ensalzar a quienes ejercen o han ejercido la violencia”, ni se “retuerza o bordee el lenguaje para suavizar hechos o actuaciones pasadas con el fin de evitar las necesarias lecturas de conciencia”.
Respetar la pluralidad de ideas de todos los ciudadanos vascos y reconocer “la pluralidad de las víctimas como reflejo de la propia pluralidad de la sociedad vasca” son otras de sus recomendaciones a los ciudadanos, a los que insta a acercarse a las victimas “con respeto y afecto” porque, según asegura el documento, “no queremos ni buscamos compasión”. En este sentido, propone que no se “minimicen” sus opiniones “pensando erróneamente que funcionamos cegados por el dolor”, pero que tampoco se les haga “acreedores inmerecidos de la verdad o de la razón”. Finalmente, animan a los ciudadanos a “implicarse” y hacer suya “la labor de la construcción de la convivencia”.
Por otro lado, emplaza a los medios de comunicación a que contribuyan a la sensibilización social para la deslegitimación del terrorismo y la violencia y al rechazo a cualquier justificación o disculpa de éstos“, así como a desarrollar un ”papel activo“ en la memoria de las víctimas del terrorismo y la violencia.