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Gaztelueta empujó a 25 alumnos y profesores a firmar ante notario que no se habían producido abusos sexuales

Vista exterior del colegio Gaztelueta de Leioa

Iker Rioja Andueza

La investigación del juez de Getxo Emilio Lamo de Espinosa, que analiza la denuncia presentada por un joven contra quien fuera su profesor de 2008 a 2010, cuando tenía 12 y 13 años, y que ha dado lugar al procesamiento del maestro J.M.M.S. por un delito continuado y grave de abusos sexuales, incluye documentación que revela que el colegio en el que se produjeron los hechos, Gaztelueta, ha puesto todos los medios a su alcance para encubrir al docente señalado, numerario del Opus Dei y familiar de una alta autoridad institucional del Estado. En concreto, el magistrado ha recabado 25 actas notariales que el centro, ubicado en Leioa y que no admite a niñas, invitó a firmar a otros tantos profesores y alumnos para defender la reputación del investigado y contradecir el testimonio del hoy adulto, que acudió a los tribunales cuando cumplió los 18 años.

El director de Gaztelueta, Imanol Goyarrola, declaró en 2015 en el periódico ‘Deia’ que “desde el principio” dieron “verosimilitud” a la denuncia del muchacho. Sin embargo, también admitió que el centro vio con “extrañeza” las acusaciones porque “nunca había llegado, con respecto a esos alumnos, información de que eso pudiera haber ocurrido”, aunque públicamente siempre ha tendido la mano para “colaborar con la Justicia”. En paralelo, la gravedad del caso ha ido creciendo conforme han pasado los años y el joven, con graves problemas psicológicos y psiquiátricos, ha ido verbalizando lo que sucedió cuando cursaba los dos primeros cursos de ESO y tenía a J.M.M.S. como preceptor, una figura de los colegios del Opus Dei que ejerce de tutor de los muchachos tanto en lo académico como en lo personal.

Lo que hasta ahora era desconocido es que Gaztelueta empujó a profesores y antiguos compañeros de clase de la víctima a firmar un documento ante notario llamado “Acta de manifestaciones” en los que hacía constar que algunas de las afirmaciones del denunciante no eran correctas. Según la documentación a la que ha tenido acceso eldiarionorte.es, el juez ha recabado un total de 25 actas de estas características, todas ellas firmadas a finales de 2015 –meses después de que se iniciara la investigación judicial- y ante un mismo fedatario público de Getxo.

Los profesores: “Respetaba absolutamente a los alumnos”

La víctima reseña que los abusos sexuales, tanto tocamientos como por vía anal, se produjeron en un despacho al que el preceptor conducía al entonces adolescente. Indica también que esas tutorías eran más frecuentes que con otros estudiantes y que tenían una duración mucho más larga. “El despacho en que se indica que pudieron tener lugar los hechos es de uso común y frecuente de todos los profesores, entre los que me incluyo. No es un despacho asignado de forma exclusiva a una persona”, indica uno de los docentes ante notario. Y añade: “Jamás me he encontrado con ese despacho cerrado por dentro ni me ha sido imposible abrirlo. Todos los profesores teníamos y tenemos una llave maestra que abre ése y todos los despachos”.

Este compañero del procesado señala que “en la labor de preceptuación” que mantenía con el denunciante no apreció “ningún elemento anómalo”, como tampoco que las sesiones fueran más largas de lo normal “y mucho menos de 50 minutos”. “El comportamiento de J.M.M.S. siempre fue de respeto absoluto a los alumnos y nunca observé ninguna conducta que propiciara a que compañeros de su clase le acosaran”, concluye sobre otra de las acusaciones de la víctima a las que da total credibilidad el juez, que el docente no sólo se propasó con él, sino que motivó que fuera víctima de ‘bullying’ como ya probó la Fiscalía de Menores en 2012 y parecen obviar las actas notariales.

Los alumnos: “No nos reíamos de él”

Algunos compañeros de la víctima entre 2008 y 2010, todos ellos mayores de edad en estos momentos, también han pasado por la notaría para contradecir la versión recogida en la denuncia. Se da la circunstancia de que aportan una opinión muy similar que los profesores sobre las sesiones de tutoría a las que sometía el investigado al denunciante: “No observé ningún elemento anómalo en las preceptuaciones de J.M.M.S. con mi compañero. Y jamás observé que ninguna durara 50 minutos”.

La denuncia recoge -y el juez lo da por probado- que el maestro inquiría a la víctima por su vida sexual y que le mostraba material erótico. “Nunca proyectó fotos de mujeres desnudas en clase, ni fotos de pechos ni ninguna otra imagen de contenido erótico o sexual”, apunta un joven. “El proceder de J.M.M.S. no propició el supuesto acoso escolar, dando origen a burlas, chanzas y comentarios obscenos de carácter humillante y vejatorio”, abunda. Y remarca, pese a la condena por parte de la Fiscalía de Menores, que en clase no se reían del denunciante. “Tampoco le dije, ni escuché a nadie que se lo dijera, si se había cascado pajas con J.M.M.S. o que fuera su novia”, zanja.

Otro joven rompe la ‘omertá’

En paralelo, el proceso judicial abierto contra el numerario del Opus Dei –que dejó Gaztelueta no por estos hechos, sino porque se fue a estudiar inglés al extranjero- ha deparado otra novedad importante. Uno de los antiguos compañeros de la víctima rompió esa suerte de ley del silencio que se ha extendido en el colegio y dio el paso de declarar como testigo en la causa. El joven manifestó en sede judicial que “es un hecho cierto” que el denunciante “era sacado de clase más veces y durante más tiempo que el resto de sus compañeros” y que “cuando J.M.M.S. lo sacaba este hecho era motivo de comentarios por el resto de compañeros”. “Lo normal era que cada alumno preceptuase con J.M.M.S. una o dos veces al mes durante 15 ó 20 minutos. Pero en este caso las preceptuaciones tenían lugar en sesiones de hasta tres veces por semana y por tiempo que abarcaba una clase entera (1 hora) e incluso más tiempo”, detalló el testigo en su declaración.

Por su parte, el padre del denunciante, Juan Cuatrecasas, ha manifestado este lunes en TVE que han padecido una “conspiración de silencio” por parte de Gaztelueta. Estima que han “tapado” lo ocurrido y “doblevictimizado” a su alumno. Asimismo, ha criticado las “calumnias” que la familia ha sufrido por parte del centro.

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