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Vitoria se queda sin toros por primera vez en las fiestas

La plaza de toros de Vitoria, con buena asistencia, el año de su inauguración

Iker Rioja Andueza

Vitoria no ha tenido que prohibir la tauromaquia para que las corridas desaparezcan de sus fiestas patronales. Tras varios años de decadencia, el concurso público para la gestión de plaza de toros de la capital vasca, el Iradier Arena, a partir de 2017 ha quedado desierto y el Ayuntamiento (una coalición del PNV y del PSE-EE), en su línea de no destinar “recursos públicos” a este tipo de eventos, ha optado por no explorar negociaciones alternativas con promotores taurinos para mantener en el cartel de las fiestas de La Blanca uno de sus actos más tradicionales y, a la par, más polémicos.

Los datos sobre los toros en Vitoria hablan por sí mismos. Desde que se inauguró el nuevo coso –que se puede aprovechar para otros eventos a diferencia del viejo-, la asistencia a las corridas cayó un 70%. Los festejos apenas reunían una media de 2.000 asistentes para un aforo próximo a los 10.000. El 7 de agosto de 2014 se batió todo un récord negativo de asistencia: 873 personas. El anterior concejal de Cultura, Iñaki García Calvo (PP), llegó a afirmar en 2014 que Vitoria, de ser una plaza de segunda medianamente reconocida pasó a tener carteles “terriblemente malos”. Además, la oposición antitaurina ha ido creciendo de manera significativa, con manifestaciones regulares a la entrada del albero.

En este escenario, en 2015 Vitoria, aún gobernada por el PP, dio una última oportunidad para reflotar la feria a través de la empresa extremeña Coso de Badajoz, de José Coutiño. El contrato era de dos años con posibilidad de prórroga. Pero el fracaso de la feria de 2016 hizo al empresario pacense renunciar al tercer año en esas condiciones.

El nuevo equipo de Gobierno, en manos de PNV y PSE-EE (partido que regenta la responsabilidad de Cultura), decidió, por un lado, plantear una consulta popular no vinculante en torno a la tauromaquia y, por otro, convocar un concurso público más restrictivo en lo económico. La idea era que la gestión de la plaza no supusiera pérdidas para las arcas públicas y que todo el riesgo lo asumieran los empresarios, incluida por ejemplo la instalación y la retirada de la arena del recinto multiusos.

En principio, hasta tres empresas estaban dispuestas a explotar el Iradier Arena (incluido Coutiño y el gerente de Las Ventas, Ramón Calderón), pero entendieron que las condiciones marcadas por la edil de Cultura, la socialista Estíbaliz Canto, eran leoninas. Ninguna formalizó en plazo una oferta y ahora el Ayuntamiento ha declarado desierto el concurso. En sus manos estaba la posibilidad de negociar de manera directa con alguno de los interesados, pero parece que PNV y PSE-EE, con destacados taurinos en sus filas, han optado por no hacerlo. EH Bildu, IU-Equo (Irabazi) y Podemos están también en esta línea y sólo el PP defiende el mantenimiento de los festejos.

El final de los toros puede conllevar cambios históricos en el programa de fiestas de Vitoria. Con las corridas se acaban también las sueltas de vaquillas de todas las mañanas y que sí conservaban cierto tirón. Asimismo, surge la duda de que ocurrirá con el acto más popular de La Blanca, los paseíllos de las cuadrillas de blusas y neskas. Estos actos se articulaban como ida y vuelta a la plaza de toros y ahora deberán reconvertirse. Ya el año pasado las cuadrillas modificaron la tradicional carrera de burros por otro acto sin animales.

Entretanto, el contexto en las ciudades del entorno es muy distinto y pone en evidencia las contradicciones de los partidos en función del lugar. San Sebastián, tras la salida de EH Bildu del Ayuntamiento y la llegada de PNV y PSE-EE devolvió la actividad a la plaza de toros de Illunbe, algo muy celebrado por los aficionados y que contó incluso con la presencia del anterior jefe del Estado, Juan Carlos I. En Bilbao, las denominadas “corridas generales” son intocables y cuentan con el respaldo decidido de la afición y de la clase política, encabezada también por una coalición de PNV y PSE-EE. En Pamplona, la llegada de EH Bildu al poder no ha modificado un ápice el programa de San Fermín, que tiene en el culto al toro uno de sus ejes.

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