Cuando Whatsapp hace omnipresente la violencia contra los menores
El acoso escolar siempre ha existido, pero en los últimos años se ha recrudecido porque las amenazas, los chantajes y los insultos ya no se quedan en las aulas merced a la omnipresencia de las redes sociales. También agravan los casos de violencia de género entre menores. El dormitorio de los adolescentes ya no es un santuario. La memoria de la Fiscalía del País Vasco, hecha pública esta semana con motivo de la apertura del año judicial, incide en la preocupación por estos fenómenos de control por medio de Whatsapp y otras aplicaciones. Van a más aunque sean difíciles de cuantificar porque parte de esta violencia sigue “oculta” por miedo a la denuncia o a las represalias.
La fiscal de menores de Álava, Carmen Cotelo, sostiene que “el adjetivo ‘escolar’ no es adecuado para englobar el fenómeno en su totalidad”. “Sería escolar si realmente únicamente tuviera lugar dentro de las aulas, pero no es así. Las redes sociales hacen que ese acoso se desarrolle fuera y que puedan sumarse a él menores que no comparten colegio con la víctima”, añade Cotelo en la memoria, donde se detallan casos concretos. El ministerio público apunta, además, a que es muy preocupante que la media de edad de los agresores, al menos en lo relativo al 'bullying', sea muy baja, de 13 años, con casos conocidos desde los 10-11 años, la edad en que los pequeños empiezan a acceder a teléfonos móviles.
Cotelo alude también a la violencia de género “oculta” entre adolescentes, ya desde el inicio de sus relaciones de pareja. Habla de una cifra negra de casos porque la estadística a partir de los 18 años no casa con la poca tasa de incidencia del fenómeno en el tramo de edad inmediatamente inferior y con las “conductas de control” que se están descubriendo, de nuevo a través del Whatsapp u otras redes sociales. “Cuesta creer que en Álava se hayan producido únicamente cuatro supuestos de violencia de género en todo el año 2015 [entre menores]. Quizás sea necesario prestar más atención desde el ámbito familiar o escolar y realizar políticas educativas dirigidas a la adolescencia específicamente”, incide.
Para Cotelo, lo “llamativo” es que el 75% de las denuncias de violencia de género entre menores lleguen tras un embarazo no deseado. “Parece como si la maternidad sirviera para la toma de conciencia del problema convivencial. Las dudas sobre la paternidad suelen ser la espoleta que sirve para desenmascarar una situación de control sobre la joven. Percibe por primera vez un ataque a su libertad personal”, denuncia la fiscal especializada. En Gipuzkoa estos casos han pasado de 3 a 11 y en Bizkaia de 4 a 8, pero siguen siendo cifras muy bajas en comparación con la estadística de adultos.
En 2015, según consta en la memoria de la Fiscalía, también se han detectado otros episodios de abuso de menores por medio de las nuevas tecnologías. La red social Instagram ha sido empleada para la difusión de contenidos pornográficos y sigue siendo común que menores envíen sus fotografías desnudas a supuestas personas de su confianza que luego las chantajean con tal de no hacerlas públicas.