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El suicidio, único refugio de Allende

Salvador Allende en 1970, cuando era candidato a la presidencia de Chile

Paola Fernández

San Sebastián —

La muerte de Salvador Allende ha sido objeto de leyendas y suposiciones durante muchos años. Después del golpe de estado por parte de las Fuerzas Armadas de Chile, con Augusto Pinochet a la cabeza, y tras varios enfrentamientos, se encontró el cuerpo sin vida del presidente chileno en el Palacio de la Moneda. Ese 11 de septiembre de 1973 Allende se dirigió a La Moneda y emitió un mensaje de prudencia a la nación. Allí permaneció hasta su muerte rodeado de sus médicos personales y algunos colaboradores. Uno de ellos fue Oscar Soto Guzmán, doctor personal de Allende y quien durante años ha afirmado que se suicidó, a pesar de las críticas recibidas por ello.

Hace unos años que el gobierno chileno hizo un pulso decidido para investigar todo lo que ocurrió durante la dictadura militar que terminó en 1990. Entre estas investigaciones estaba la aclaración de la muerte de Salvador Allende, para lo que recurrieron al antropólogo forense, Francisco Etxeberria. Durante la charla ‘Salvador Allende: ¿asesinato o suicidio?’ ofrecida en San Sebastián, el forense asegura que todos los casos de esta época se están revistando porque ha habido “trampas maravillosas”, como informes forenses en que las páginas habían desaparecido. Y sino, en muchos de los informes de la dictadura los forenses obtenían dos conclusiones, una “no sabemos quién es el muerto” y segunda “no sabemos de qué se ha muerto”.

En el caso del presidente chileno, la primera autopsia se realizó en el año 1973, y el forense determinó que se suicidó con su fusil personal, un AK-47 regalo de Fidel Castro. En este primer informe se interpreta que el fusil estaba apoyado en el suelo, mientras que Allende estaba sentado en el sofá donde se le encontró. Además, se tuvieron en cuenta los testimonios de varios testigos que afirmaban que Salvador Allende aseguró que no saldría vivo de allí o frases como “nunca seré expresidente, moriré siendo el presidente constitucional de Chile”.

Muchos años después del fin de la dictadura, en 2011, un forense chileno realizó un segundo informe en el que aseguraba que la muerte de Allende había sido un asesinato. A su juicio, el orificio de entrada de la bala por el mentón, no coincidía con el de salida por la parte trasera del cráneo. Por ello, aseguraba que podía haber recibido dos disparos, uno de ellos desde la parte de arriba de la nariz. A partir de esta conclusión Etxeberria apunta que surgieron muchas leyendas sobre el supuesto asesinato, incluso se han escrito varias novelas, pero a su juicio “esto es un disparate”. Una de estas teorías indicaba que había sido asesinado por agentes cubanos porque si hubiera sido detenido vivo podría haber contado cosas muy comprometedoras de Cuba.

Exhumación

Tras estas polémicas el gobierno chileno contactó en 2012 con Etxeberria para realizar un informe forense más detallado. A partir de ahí la familia permitió la exhumación del cuerpo bajo algunas condiciones, como que saliese del panteón con la bandera chilena sobre el féretro o que se trasladase al Instituto de Medicina Legal públicamente, sin esconder este hecho. Así, se creó un equipo internacional, con observadores de la Cruz Roja y finalmente se llegó a la conclusión de que había sido un suicidio. En este sentido, Etxeberria explica que aunque el orificio de salida de la bala está en la parte de atrás del cráneo, en cuanto la bala sale del rifle por la parte del mentón los huesos del cráneo ya no están en su lugar, a causa de los gases que salen de la AK-47. Por ello, es perfectamente posible que la bala saliese por el parietal del cráneo.

Asimismo, el forense vasco explica que además pudieron investigar de forma detallada el caso porque la fiscalía militar les dio la documentación original de lo investigado en el año 1973. Entre esta documentación se encontraban las primeras fotos tras la muerte de Allende, que las realizó “un periodista que andaba por allí”. Durante años allegados como Oscar Soto habían afirmado que Allende se había suicidado, pero hasta este último informe sus declaraciones habían sido muy criticadas. Soto apunta que a Allende “el único refugio que le quedó fue el suicidio”, sin embargo, “no era la versión ortodoxa para la izquierda de Chile”.

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