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“¿Qué votamos abrir la planta o la esclavitud?”

Trabajadores de la ACB, justo después de la asamblea de esta mañana en la planta de Sestao.

Aitor Guenaga

La asamblea no disipó las dudas. La espada de Damocles del cierre de la planta estaba bien visible y llevaba la firma Mittal en su empuñadura. El futuro se jugó en apenas una hora, pero la incertidumbre se mantuvo incluso después de que, pasadas las cinco de la tarde, se abrieran las urnas para arrojar la misma foto fija de división que se había sacado por la mañana en la asamblea: 143 votos a favor, 127 en contra y 12 abstenciones.

Los trabajadores de la planta de la Acería Compacta de Bizkaia (ACB), hija de los míticos Altos Hornos de Vizcaya (AHV), subieron las escaleras del edificio Athletic minutos antes de las diez de la mañana del martes. En la memoria, muchos de ellos tenían muy presente la tremenda bronca vivida la semana pasada en la reunión anterior. En el ambiente se entrever que las heridas de aquel día no habían terminado de suturar. El Comité de Empresa fue a aquella asamblea partido por la mitad: con los sindicatos nacionalistas ELA y LAB sacando una tarjeta roja a la propuesta de la dirección de Arcelor Mittal, que con nocturnidad 'vendió' a los medios de comunicación un preacuerdo con los representantes de los trabajadores. CC OO y UGT negaron cualquier pacto.

No parecía la mejor forma de empezar una asamblea. Y tras varias horas de discusiones y acusaciones cruzadas, los ánimos se calentaron más de la cuenta y hubo momentos en los que se podía haber llegado a las manos entre alguna de las caras visibles de la central ugetista y algún trabajador muy enfadado por el “chantaje” al que la dirección de Arcelor Mittal estaba sometiendo a una plantilla tocada desde que la planta de la ACB apagó su horno el pasado mes de febrero. Finalmente, la colada incandescente no llegó a quemar a la plantilla y se decidió aplazar la votación hasta este martes.

Con esos recuerdos muy frescos buena parte de la plantilla de la empresa siderúrgica en Sestao (Bizkaia) y un ramillete de trabajadores de las contratas acudieron a la cita con la historia de una empresa siderúrgica cuyos obreros protagonizaron en los años 90 la marcha de hierro. Algunos de los que se dieron cita este martes en la reunión participaron en la histórica 'marcha de hierro' que los trabajadores de AHV y de Ensidesa realizaron en 1992. Por el suelo, un montón de octavillas encabezadas por una frase inequívoca: “Hay muchas razones para decir que NO, pero falta la tuya”. Estaban sin firma, pero buscaban el rechazo a una propuesta de la dirección que, entre otras cosas, incluye recortar la plantilla a la mitad, jornadas de 12 horas para los que se queden y tirar un máximo de 12.000 toneladas al mes solo dos fines de semana.

“¿Por qué debemos aceptar un plan que nos pone a trabajar 12 horas los fines de semana cuando se quedan en casa alrededor de 350 compañeros? (...) Tienen mucha prisa para conseguir un aval de los trabajadores a un plan que NO garantiza el futuro de la planta y por lo tanto el nuestro, para ir a expoliar las arcas públicas sin ofrecer ningún tipo de garantías”, se podía leer en la octavilla.

La asamblea la dirigió el presidente del comité, Juan Carlos Díaz, de Comisiones Obreras. Peina canas y en el rostro se podía ver el cansancio de todos estos meses de lucha en la calle y en las mesas de negociación. Tras explicar las últimas noticias y los últimos contactos, se abre un torno de palabras. La duda principal, expresada en la asamblea anterior, sigue en el aire: ¿A qué se compromete realmente la empresa? Desde la mesa del comité se habla de números, de que por cada euro que invierta el Gobierno vasco en I+D+(i), la dirección dice que pondrá tres. Que están dispuestos a aguantar con pérdidas. ¿Pero cuánto tiempo?

Y la pregunta del millón:

- “¿Y qué pasa si no votamos hoy y no damos una respuesta?”

- “No hay más plazo, y lo que pasa es que cierran la empresa”, se contesta desde la mesa.

- “¿Se cierra la empresa?, ¿seguro?, ¿quién dice eso?”, se espeta a los representantes del comité desde uno de los laterales de la sala.

- “Pues que la cierren y se la metan por el culo. Si llevan cerrando la ACB durante los últimos cinco años”, contesta el mismo trabajador.

“ Les estáis metiendo miedo a los que les decís que si no se vota esto se cierra”.

Yagoba levanta la mano para hablar ante sus compañeros. Su voz se escucha alta y diáfana, sus argumentos retumban con fuerza. Relata los “angustiosos días” que se han vivido en todos estos meses. En su alegato hay sitio para recordar a los padres y a los hijos que han trabajado en esta planta, a los 'currelas' de las contratas, el eslabón más débil de todo el empleo que se mueve alrededor de la ACB y con el futuro más incierto. Clama contra la destrucción de empleo, carga de manera inmisericorde contra las “interminables e inseguras jornadas” a las que se verán abocados los 'elegidos' que no vayan a la calle y que no se prejubilen (los que nacieron en el 55, 56 y en 1957). “Es retroceder al siglo XIX”, explica. La asamblea irrumpe en aplausos. Por un instante todos parecen soplar en la misma dirección. Pero esa pincelada de unidad del discurso de Yagoba pronto queda desdibujada.

Vuelven las dudas. “Para votar 'sí' o 'no' hay que saber qué vamos a votar. Cuando me compro un coche quiero saber cómo esta realmente. Y no lo sabemos”.

Sí Said [Mittal], lo que quieras, esclavizados

Toma la palabra desde la mesa el representante de LAB.

- “Vamos a votar una mierda, votar a favor es decir sí a lo que quiera la empresa. Es decír, sí Said [Mittal], lo que quieras, esclavizados y con un riesgo terrible para nuestras vidas

Las dudas siguen en el aire. Frente al discurso del no, un trabajador entrado en años, tal vez de los que se van a prejubilar, expone sus reticencias, sus dudas ante los que defienden el 'no' y acaba señalando: “¿Pero qué miedo tenéis a votar?”

- ¿Pero qué votamos abrir la planta o la esclavitud?“

Igor, mecánico y maestro en la ACB, toma la palabra para contestarle a Félix.

“Todos dudamos, pero lo que queremos es trabajar con dignidad. Yo llevo trabajando aquí 12 años y solo hemos ido para atrás. Queremos votar con un criterio”. Y de nuevo los aplausos cierran la intervención.

Son casi las once. Desde la mesa se explica que la urna se colocará en el salón de pleno. Entre las doce y las cinco de la tarde se podrá llenar de votos. Se disuelve la asamblea.

En el exterior se despliega una pancarta. Hay corrillos. La gente continúa hablando, pero las dudas siguen sin disiparse. “Esto está hecho, va a salir que 'sí”, augura un trabajador. Una veintena larga de obreros se coloca detrás de la pancarta y empiezan a marchar hacia el exterior de la fábrica.

Fuera, una pancarta de las contratas de la ACB recuerda a esas familias que cuando se agote la prestación del paro van a tener que hacer números. Otra vez.

La columna de operarios va en silencio. Hoy, parece que no hay fuerza ni para gritar de nuevo “ACB, ez itxi (no al cierre de la ACB). En julio, a mediados, algunos volverán al tajo. Pero cada vez toma más fuerza la idea de que este martes se puede haber dado luz verde a un 'cierre en diferido' de la planta siderúrgica de Sestao.

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