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“El alpinismo bisexual es un concepto de máxima libertad”

Simón Elías, autor de 'Alpinismo bisexual y otros relatos de altura' / FOTO: Daniel del Castillo

Patricia Burgo Muñoz

Vitoria-Gasteiz —

Definir ‘Alpinismo bisexual’ resulta complicado hasta para su autor. Durante la presentación del libro en Vitoria, Simón Elías (Logroño, 1975) utilizó el humor y la sátira que contienen sus páginas, para aproximar al público a otra visión del montañismo y del género de la literatura de viajes. “Alpinismo bisexual es un concepto, un mensaje, una pequeña obra de teatro, algo más que un libro”, reconoce.

Porque tras 20 años escalando montañas, -“llevo dos años dejándolo, en eso me ayudan los bares de Logroño” ironiza- Elías, que combina su pasión por la aventura con su profesión de periodista y guía de montaña, ha reunido en ‘Alpinismo bisexual y otros relatos de altura’ -editado por pepitas de calabaza-, pequeñas historias que pretende ser “un pequeño contraataque a una sociedad que rinde culto al éxito y se rige por el cronómetro”.

Pregunta: Lo primero que llama la atención al ver el libro es su título: Alpinismo bisexual ¿a qué se refiere?

Respuesta: Alpinismo bisexual es un concepto, es una idea de máxima libertad, de potenciar el pensamiento crítico que es algo muchísimo más peligroso que subir cualquier pared del Himalaya. Por un lado está el alpinismo, que para mí siempre ha sido una huida de las normas de la sociedad de los horarios, de la estandarización, de la numeración, de la repetición… y buscar el campo a través, los caminos no transitados donde uno puede desarrollarse como individuo con sus defectos y sus virtudes.

Cuando uno está haciendo alpinismo en una montaña remota no se preocupa por la política, por el pago de los autónomos, y la Guardia Civil está a miles de kilómetros de distancia. A mí eso me parece un encuentro con otras leyes, las de la naturaleza, que de alguna manera son más cercanas a nosotros. Allí tenemos que luchar con la hipotermia, con la inanición, con la caída, con la avalancha… Y pese a que el no cumplimiento de esas normas implica un peligro mortal, es algo que encuentro más cercano que mi día a día burocrático o laboral.

P: ¿Y por qué bisexual?

R: La bisexualidad es el máximo aprovechamiento de los recursos, la máxima apertura sexual y también emocional. Y también es un pequeño ataque al totalitarismo heterosexual que lleva muchísimos años regido por el hombre, está plagado de testosterona y creo tenemos que intentar salir de él. Independiente de nuestros hábitos sexuales, el concepto alpinismo bisexual es una lucha contra las normas impuestas, contra lo establecido, y un llamamiento al pensamiento crítico, a la reflexión y a la libertad individual y a que cada mañana es una hoja en blanco en la que podemos escribir nuestro destino.

P: Esta perspectiva desmitifica de alguna manera la seriedad que muchas veces envuelve al mundo de la montaña, y los libros dedicados a ellos, ¿no?

R: Yo creo que la desmitifica totalmente. Yo llevo muchos años en la montaña, soy un gran lector y las historias de montaña me aburren enormemente. La épica está bien pero no entretiene, y yo creo que hay que buscar algo más cercano, para todos, algo más llano. Y transmitir el alpinismo como algo disparatado, que lo es, porque si tú cuentas la historia del alpinismo como una historia de prohombres te alejas mucho de la gente. Y además no es verdad. En cambio contar que los alpinistas son el escalón más bajo de la cadena evolutiva, es algo que todos podemos entender. Porque un tipo que deja el confort de su casa, de sus amigos, de su familia, para ir a escalar una montaña donde tiene muchas posibilidades de morir, mirándolo con una cierta racionalidad, es algo bastante idiota. Es lo que yo de alguna manera he intentado proyectar al gran público, y he intentado cambiar la mirada. Yo creo que mi literatura es una cuestión de mirada. Puedes entender que los exploradores británicos de la época victoriana eran unos tipos que se dedicaron a conquistar los espacios ignotos sobre los mapas, o bien que toda aquella conquista del planeta fue un montón de ingleses que huían de las inglesas. Las dos cosas son ciertas: Richard Burton huía de una mujer tremendamente religiosa y posesiva, como otros muchos, pero a la vez había un gran afán de conquista.

Yo creo que la historia, la vida, la literatura es una cuestión de mirada, y yo he intentado buscar una mirada singular que entretenga, y me haga divertirme escribiéndola, y que la gente se carcajee, que se entretengan, que disfruten. No tiene porqué leer uno un relato de montaña y estar totalizado por el vocabulario técnico, yo he intentado devolver un poco de buen humor y de estado llano a la literatura de montaña.

P: Tú eres escritor y montañero ¿qué eres más en este libro?

R: Aquí soy más las dos cosas, porque soy el personaje de mi propia historia. Escribo desde la experiencia, porque yo no puedo escribir desde la acción, y pese que para muchos es un género literario menor, a mí no me ofende en absoluto porque creo que la aventura es un estado mental que yo trabajo cotidianamente en mi privacidad doméstica, y que de esos pequeños detalles que encuentro cuando estoy en modo aventura es de lo que se nutre mi literatura, y está regida por ese personaje que es mucho mejor persona y mucho más divertido de lo que puedo ser yo, pero que de alguna manera se nutre de mis experiencias.

P: ¿A qué tipo de lector está dirigido?

R: Es un libro que gracias a la editorial pepitas de calabaza se está abriendo al gran público, es un libro para todos, me han sorprendido mensajes en Facebook de personas aparentemente conservadoras regalando este libro a sus hijas. Es un libro que lo puede leer cualquier persona en el que la aventura se describe como un estado mental y el exotismo es simplemente un decorado. Es un libro que trata de un viaje interior y sobre una búsqueda humorística de acción, y de aventura en el que además subyace una gran melancolía.

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