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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Juicio a ‘la manada’, los acusados de la violación grupal en San Fermín se enfrentan a 22 años de cárcel

Campaña contra las agresiones sexuales en San Fermín

N. Elia

Se hacían llamar 'la manada' y en el chat de Whatsapp que compartían se jactaron de haber agredido sexualmente a una joven de 18 años como si fuera un divertimento más de las fiestas de San Fermín de Pamplona. “Follándonos a una entre cinco. Hay vídeo”, narraron a sus amigos. Esta semana arranca en la capital navarra el juicio contra el grupo, que se expone a dos décadas de prisión por “delito continuado de violación”. Son las penas máximas para este tipo de casos.

La agresión sexual ocurrió el 7 de julio de 2016, a eso de las tres de la madrugada, en el pasillo de acceso al cuarto de contadores de un portal de la calle de Paulino Caballero de Pamplona. La joven víctima, con importantes secuelas, contaba 18 años entonces y ahora ni siquiera alcanza la veintena.

Sus presuntos agresores se enfrentarán a la perspectiva de pasar en la cárcel los próximos 20 años, pero ella se enfrenta a tener que rememorarlo todo de nuevo en el juicio que comienza el lunes. Y para su desgracia tendrá que entrar en detalles, ya que sus presuntos agresores basan su defensa en que las relaciones sexuales fueron consentidas y en que la joven ha incurrido en contradicciones al contar lo sucedido aquella noche. El abogado de tres de los acusados repite estos días en los platós televisivos que “la presión es fortísima. Cinco personas se van a jugar la vida la próxima semana”. El abogado de la joven no hace declaraciones. Se limita a pedir que el juicio no perjudique aún más a su cliente.

La vista comienza el lunes, durará 10 días y se celebrará íntegramente a puerta cerrada. Sólo podrán acceder a la sala las 64 personas que ha autorizado el tribunal: la joven, los cinco acusados, los testigos y los peritos. La denunciante no tendrá que encontrarse cara a cara con los imputados. Declarará sola en la sala mientras los cinco acusados siguen el desarrollo de la sesión desde otra sala y a través del circuito cerrado de televisión. Los jueces han decretado que la joven tendrá protección policial y podrá acceder al juzgado de forma que los medios de comunicación no puedan obtener imágenes suyas. También han ordenado la prohibición de obtener imágenes de los acusados o sus familias.

Esta última decisión judicial, no obstante, no va a impedir que sigan publicándose los numerosos elementos gráficos con los que se identifica a los cinco integrantes de ‘la manada’ acusados de violación en grupo. Aunque no formarán parte de las pruebas de este juicio, de los móviles de los acusados se extrajeron vídeos y mensajes de texto por los que se ha abierto otra investigación en la que se les acusa de otra agresión sexual cometida con anterioridad. Se han difundido mensajes en los que los acusados hablan de usar ‘burundanga’, una sustancia que anula la voluntad de las víctimas de agresión sexual. En otros mensajes, alardean de sus actividades sexuales. Sus defensas entienden que la difusión de todos estos datos ha supuesto un “linchamiento mediático” para los acusados.

El juicio, sin embargo, tendrá que ceñirse a los escritos de acusaciones y defensas y a las pruebas admitidas por el tribunal, entre las que figuran los seis vídeos que dos de los acusados grabaron mientras, según las acusaciones, violaban a la joven. El fiscal reclama exactamente 22 años y 10 meses de cárcel para cada acusado por un delito continuado de agresión sexual, otro por violación de la intimidad y otro por robo con intimidación.

La Fiscalía considera probado que, sobre las 2:50 horas de la madrugada del 7 de julio de 2016, los cinco acusados se encontraban en la Plaza del Castillo de Pamplona, asistiendo a un concierto del programa de fiestas. Uno de ellos estaba en un banco cercano a la Bajada de Javier. La joven se acercó y se sentó con él en el banco. Comenzaron una conversación a la que pronto se unió el resto de los acusados. Pasados unos minutos, la joven les dice que se va a ir a dormir al coche, aparcado en la zona del Soto de Lezkairu, donde le espera un amigo con el que se ha desplazado desde Madrid hasta Pamplona.

Los acusados se ofrecen a acompañarla hasta el coche. Pero su intención, mantiene el fiscal, era buscar un lugar en el que poder mantener relaciones sexuales con ella. La joven, precisa el escrito de Fiscalía, desconocía la intención de los acusados. Comienzan a caminar hacia los porches de la Plaza del Castillo. “El grupo entró hasta los porches y valoraron entrar a un portal con escaleras descendentes con el fin antes mencionado (mantener relaciones sexuales con la joven), si bien lo desecharon al ser el acceso a los baños del bar Txoko, donde había mucha gente, con lo que continuaron su camino hacia la calle Espoz y Mina”, continúa el relato del fiscal.

El grupo continuó con su búsqueda de un lugar para mantener relaciones sexuales con la joven. Se acercaron al portero del Hotel Europa y le preguntaron si tendría disponible una habitación para esa noche, o alquilable por horas, “porque se la querían follar”, apunta el fiscal. La joven, mientras tanto, se mantuvo alejada de ellos. En el hotel no les dieron habitación, así que el grupo continuó su búsqueda caminando hacia el Segundo Ensanche.

Al llegar a la confluencia de la calle Paulino Caballero con la avenida Roncesvalles, uno de los acusados se dio cuenta de que una mujer estaba llamando al telefonillo del portal número 5 de Paulino Caballero. Se apresuró a llegar hasta el portal para poder entrar al tiempo que lo hacía la mujer, a quien le dijo que estaba alquilado en uno de los pisos. El acusado subió en ascensor hasta el segundo, bajó de nuevo al portal y abrió la puerta para llamar al resto del grupo: “¡Vamos, vamos!”. Ya habían encontrado lo que buscaban.

Dos de ellos cogieron por los brazos a la joven y la metieron en el portal, advirtiéndole para que se callara y no gritara. Subieron al segundo rellano y la llevaron “a un pasillo sin salida que da acceso a los cuartos de luz y electricidad”. El fiscal considera probado que, tras rodearla y bajarle el pantalón y el tanga, “ellos, a su vez, se bajaron los pantalones y la ropa interior y, valiéndose de su superioridad física y numérica, y de la imposibilidad de la víctima de ofrecer la más mínima resistencia, ante el temor a sufrir un daño aún mayor, le obligaron a realizar diversos actos sexuales con cada uno de ellos, actuando de común acuerdo y con ánimo libidinoso”. El relato del fiscal detalla a continuación los citados actos sexuales, felaciones, penetraciones vaginales y anales, los ‘besos negros’… Mientras se cometían, “sin el conocimiento de la víctima, pero con el consentimiento del resto de los acusados”, dos de ellos grabaron con sus móviles y sacaron fotografías de la escena. Horas más tarde lo anunciaban en el chat de ‘la mandada’: “Follándonos a una entre cinco. Hay vídeo”.

“Cuando los acusados se dieron por satisfechos, se vistieron. Pero, antes de salir, valiéndose de la situación intimidatoria ante la víctima, y de común acuerdo, le quitaron el móvil, le sacaron la tarjeta SIM y la arrojaron en el mismo portal con el objetivo de que la víctima no pudiera pedir auxilio”, concluye el relato de lo ocurrido en el portal. Eran las 3 y 27 minutos de la madrugada. Todo había ocurrido en 21 minutos. Los acusados se marcharon y la víctima salió minutos después a la calle. Una pareja se la encontró acurrucada sobre un banco, en posición fetal, llorando desconsolada.

El fiscal explica que la joven fue trasladada a un centro médico para ser atendida. Se le hizo una prueba de alcohol que arrojó un resultado de 0,91 gramos por litro de sangre. Como consecuencia de los hechos, “tuvo lesiones y se le administró tratamiento farmacológico”. Asimismo, añade el fiscal, “sufre trastorno de estrés postraumático, para el que se recomienda tratamiento psicológico, no siendo posible valorar secuelas psicológicas hasta que transcurran al menos dos años”.

Los hechos causaron una honda conmoción en Pamplona y en otras ciudades cercanas, que han impulsado desde entonces campañas específicas para prevenir las agresiones sexuales en fiestas. La plataforma de mujeres de la capital navarra ha recordado que el fenómeno va mucho más allá del “amarillismo” de esta violación grupal. “Se tiene constancia de al menos 11 agresiones sexistas de diferente intensidad durante los sanfermines de 2016 y de 12 en los sanfermines de 2017”, remarcan.

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