“Muskilda gurea da”
Ochagavía celebra este fin de semana Orhipean, el día en que todo el pueblo regresa 100 años atrás y rescata las costumbres, tradiciones y oficios de hace un siglo. Este año, en Orhipean hay una serie de otsagabiarras que recuperan además el contenido pleno de su trabajo como miembros del Patronato del Ayuntamiento: la ermita de Muskilda vuelve a ser propiedad del pueblo después de que los tribunales anulasen este verano la inmatriculación que la Iglesia había llevado a cabo en 1999. Aunque en el pueblo se teme que el Arzobispado recurra la sentencia y el proceso judicial se alargue, de momento, Muskilda es de Ochagavía. “Gurea da”, rezan algunas pegatinas colocadas en los muros de piedra de algunas casas. Navarra es la primera comunidad -con 1.087 bienes censados desde 1998 al 2007- que conoce la enumeración de propiedades inmatriculadas.
En 1999 la Iglesia inmatriculó en el Registro de la Propiedad de Aoiz las ermitas de Muskilda y de la Virgen de las Nieves de Ochagavía. También había puesto a su nombre la casa contigua a Muskilda, conocida como Casa de la Serora, y algunas huertas. Pero el movimiento de la Iglesia no se conoció en Ochagavía hasta la creación de la Plataforma en Defensa del Patrimonio, que hizo públicas las inmatriculaciones conocidas hasta 2007. La noticia sentó realmente mal a la mayoría de otsagabiarras. Desde hace siglos, Muskilda se gobierna por el Patronato “Mere Lego” (laico) del Ayuntamiento y entre sus funciones está la de defender y conservar los bienes de la ermita, por lo que la propiedad de la edificación se ha considerado siempre del pueblo.
La Iglesia discrepa de esta última consideración. Mantiene que la figura del patronato está regulada por el Derecho Canónico y que el Código vigente para esta figura, de 1917, distingue entre patronato y propiedad, siendo incompatible ser patrono y propietario al mismo tiempo. El caso es que este tipo de patronatos fueron muy comunes en Navarra para gestionar los edificios de culto, pero fueron desapareciendo en el siglo XIX. El de Muskilda, sin embargo, se ha mantenido siempre activo. La propia Iglesia reconoce la labor del Patronato de Ochagavía para el mantenimiento de Muskilda: “A pesar de no pertenecer a la organización parroquial, el santuario disfrutaba de rentas suficientes para mantener un capellán y un ermitaño, además de la señora que les atendía. Esto era posible porque el Ayuntamiento se hacía cargo de su equipamiento y contribuía con una cantidad fija para dotar al capellán. Pero lo más llamativo eran las aportaciones de los fieles, que con sus limosnas en dinero y especie permitían la dotación adecuada”, señalaba el rector del Seminario de Pamplona.
Excomuniones
Otro aspecto llamativo del Patronato de Ochagavía es la autonomía con la que ha llevado adelante su labor durante siglos. La Plataforma en Defensa del Patrimonio señala que fueron numerosos los pleitos entre el Patronato y la jerarquía eclesiástica y pone como ejemplo uno producido en 1666, “cuando el obispo quiso supervisar las cuentas y todos los miembros del patronato fueron excomulgados por querer mantener su autonomía”.
Precisamente esa independencia de la Iglesia que se ha mantenido durante años fue lo que sintieron atacado los otsagabiarras cuando se enteraron de que el Arzobispo había inmatriculado Muskilda. En el pueblo se organizaron reuniones informativas a las que acudieron muchos de sus en torno a 500 habitantes. Propusieron a la jerarquía eclesiástica que anularan la inscripción en el Registro, pero la Iglesia se opuso. Así que el Ayuntamiento decidió llevar el asunto a los tribunales.
El juicio tuvo lugar en septiembre de 2014. Tres años más tarde, a principios de verano, la sentencia del Juzgado de Primera Instancia de Aoiz daba la razón al pueblo: la ermita de Muskilda, la Casa de la Serora y las huertas son propiedad del Ayuntamiento de Ochagavía como representante de los vecinos. La inmatriculación del Arzobispado queda anulada. La gestión del santuario sigue encomendada al Patronato.
“Ochagavía se lo merece porque fueron capaces de unirse por la defensa de Muskilda, al margen de sus diferencias”, señalaba la abogada Ana Clara Villanueva en referencia a las discrepancias que hubo entre los vecinos a la hora de decidir si denunciar o no al clero. “Fue un juicio muy popular, y la sentencia es muy buena para el pueblo”, concluía la abogada. También compartía su optimismo la Serora, Jone Villanueva, “aunque con cautela, porque hay que seguir trabajando y preparar la posible apelación”.