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“¿Cómo hemos podido desmontar en tan poco tiempo un modelo social tan bueno?”

La presidenta de la Coordinadora de ONGD de Navarra, Patricia Ruiz de Irizar.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

“Creo en lo que hago. Creo que cada granito de arena aporta algo, porque se pueden cambiar las cosas. Te das cuenta de ello cuando ves los resultados positivos, cuando acudes a un lugar como voluntario y te vas sabiendo que la gente está formada. Esos pequeños logros son gratificantes”. Patricia Ruiz de Irizar explica de esta forma por qué acumula una experiencia de cooperante de más de veinte años (arrancó en 1994), que la ha llevado por países como Ruanda, Perú, Albania y Mauritana, que la ha convertido en coordinadora de Médicos del Mundo en Navarra y, desde abril de este año, en la presidenta de la Coordinadora de ONGD de la Comunidad Foral, la entidad que agrupa a 60 organizaciones no gubernamentales.

La Coordinadora afronta una nueva etapa, con el objetivo de aunar esfuerzos. Todas han visto cómo las ayudas institucionales se reducían y, con ellas, proyectos que se desarrollaban desde hace años en una comunidad, la navarra, conocida por su compromiso social y que, sin embargo, tardará una larga época en recuperar el terreno perdido con la crisis económica. Así lo augura, al menos, Ruiz de Irizar.

Pregunta. ¿Vivimos un momento duro para el movimiento social?

Respuesta. La crisis económica ha agudizado el trabajo en red de las entidades sociales, porque las instituciones públicas intentan enfrentar a las organizaciones por los escasos recursos que hay. Sin embargo, nosotros y nosotras tenemos muy claro que en una situación de crisis lo que hay que hacer es aumentar las partidas presupuestarias para todas las políticas sociales, no solo para un colectivo específico.

P. La crisis ha puesto a prueba ese compromiso social.

R. Sí. En el ámbito de la cooperación es donde más se ha notado, porque por ejemplo ha habido un recorte de en torno al 80% en estas partidas. Antes, cuando había dinero, se destinaba mucho a este tema y se vendió que Navarra era la comunidad más solidaria con los países empobrecidos. Cogimos esa bandera pero, con los recortes, hemos visto que solo se utilizó para sacarle provecho político.

P. ¿El mensaje sobre el compromiso solidario entonces no había calado realmente entre los políticos?

R. Esa es la gran frustración: ¿cómo hemos podido desmontar en tan poco tiempo un modelo social que era tan bueno? Reconstruir todo eso nos va a llevar mucho. Y me preocupa que se quiera construir un modelo económico sentado en las bases del anterior, en lugar de darse cuenta de que lo que teníamos no era sostenible. Ahora vemos la oportunidad de pensar en un modelo distinto.

P. Por ejemplo, el de las propias ONG. Está claro que no pueden depender de las ayudas institucionales para su pervivencia.

R. Es verdad que este debate está presente. Y debemos hacer autocrítica: dependíamos de las instituciones, era lo más fácil. Hay que diversificar nuestros fondos, de fuentes como empresas o, por ejemplo, de ayudas europeas. Porque, por otro lado, tampoco creo que haya que renunciar a los fondos públicos ni demonizarlos: al final derivan de los impuestos de los ciudadanos y hay que destinarlos al ámbito social sí o sí.

P. Antes ha hablado del descenso del compromiso institucional. Y, entre los ciudadanos, ¿se nota ese descenso?

R. Yo distinguiría entre la actitud de las instituciones, y no todas, porque algunos ayuntamientos mantienen sus partidas, y las de la ciudadanía. La gente ha mantenido su apoyo a las ONG, a la cooperación, pero con la administración, y en especial el Gobierno de Navarra, no se puede decir lo mismo.

P. Habla del Gobierno de Navarra. Es decir, de UPN. ¿Cree que otro gobierno habría actuado diferente?

R. Yo creo que sí. Todo es cuestión de voluntad política. Y, claramente, no la hay.

P. ¿Navarra es una comunidad solidaria?

R. (Piensa unos segundos la respuesta). Sí, cuando hablamos de toda la gente, sí. Aquí hay una tradición misionera, de ONG, con un entramado muy rico que no existe en otras comunidades. Y, pese a la crisis, las aportaciones de los navarros, por ejemplo a Cáritas, han aumentado.

P. ¿Cuánto trabajo ha tirado por tierra la crisis?

R. Mucho. Seguro. Es verdad que hay mucha gente, de forma profesional y en voluntariado, que ha hecho que esa caída sea más suave. Pero esta situación nos preocupa, porque los fondos no llegan a los países empobrecidos. En unos años veremos por desgracia cómo los índices, en temas como la salud, se notarán. Y hablamos de cooperación, pero también podríamos hablar de la inmigración, donde los recortes han llegado al 100%.

P. Ahora prima en algunas instituciones ese mensaje de 'Primero los de aquí'. ¿Qué le parece?

R. Es un discurso muy populista, fácil y absurdo. Ahora vemos cómo ese discurso político empieza a desaparecer. Ya no vale.

P. La asistencia sanitaria es un tema que ha dado tanto que hablar que resulta confuso, ¿en qué situación está Navarra?

P. Es un lío, sí. Ahora mismo, el Estado recurrió nuestra ley 8/2013 ante el Constitucional. Y esa ley, aprobada por el Parlamento navarro, garantiza la asistencia sanitaria a toda persona residente en Navarra. Independientemente de su situación administrativa y con residencia de un solo día. Esa ley se suspendió un tiempo, pero ahora el Constitucional ha decidido que se levante esa suspensión mientras decide. Y ese proceso puede durar años.

P. ¿Le preocupa que haya surgido ese debate, de a quién podemos atender y a quién no?

R. Creo que Navarra puede ser el ejemplo en este tema para otras comunidades. En esto sí somos pioneros. Y sí, me preocupa ese debate. Porque, en cuestión sanitaria, ese debate es claramente racista. Tampoco creo que debiera hablarse de salud y de economía. Es aberrante.

P. ¿Los ciudadanos nos estamos acostumbrando a que se niegue la asistencia sanitaria, a que se salten vallas...?

R. Sí, y no podemos entrar en el juego político. Un solo salto de valla debería ponernos los pelos de punta a todo el mundo. Porque lo que deberíamos preguntarnos es por qué una persona puede llegar a ese límite.

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