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Diario de una víctima del franquismo: “Que cante, dicen. Pero de esta boca violada sólo salen alaridos”

Homenaje a desaparecidos del franquismo

N. Elia

Noviembre de 1975, Valladolid. “Hace frío. Pero tiritar de frío es el menor de los males. Desnuda delante de tres agentes. Ahora con los brazos en cruz, ahora andando en círculos con los pies para afuera, ahora arrodillada y hecha un ovillo mientras me contemplan por detrás y se ríen. Llueven los golpes y arden sobre la piel. Que cante, dicen, que cante. Pero de esta boca violada sólo salen alaridos. Otra vez la sal, por toda la cara, sobre los ojos, en la boca, hasta la garganta. Escuece, quema, asfixia, necesito quitármela, arrancar el dolor. Pero las manos siguen a la espalda, atadas, entumecidas.

Tal vez vaya a morir así, tal vez sea hoy, con la voz arrasada por la sal y el cuerpo sembrado de golpes. Ya no intento gritar. Me vale con que el aire llegue a los pulmones. Pienso en los míos, en Pamplona, en el monte, en el aire frío y limpio que respirábamos con ímpetu a la carrera… Un manotazo en la cara me obliga a abrir los ojos.

Es otra vez él. Que no me duerma, grita. Que vamos a aprender los vagos y maleantes lo que cuesta vivir. Se aleja un par de pasos y vuelve con un trapo mugriento. Gotea. Siento un calor húmedo que se extiende hasta las rodillas y sé que me he vuelto a orinar encima. Se ríen. Se quejan de que huelo mal. Me insultan, guarra, me soban, no sirves ni para dar por culo, me salpican con mi propia orina, cerda, que eres una cerda.

No puedo más. Quiero terminar ya. Que acabe este sufrimiento. Quiero morir. El más grande me agarra del mentón y me abre bruscamente la boca. Algo húmedo y áspero me la invade. Creo que es el trapo, que ahoga mis gritos. Ponle también la toalla, escucho antes de que la luz de la celda se transforme en sombras y oscuridad. Llevo una toalla mojada sobre la cabeza y tengo encajado un trapo en la boca, las manos atadas, el cuerpo molido a palos, vejada, rendida, muerta de miedo. ¿Qué viene ahora?“

A Gloria Bosque Ezker la detuvieron en noviembre de 1975 en Valladolid y pasó 10 días de torturas e interrogatorios en diferentes dependencias policiales. Se enteró de la muerte de Franco estando presa. Pero, lejos de pensar que con el fallecimiento del dictador llegaba también el final de su calvario, Gloria Bosque se dio cuenta de que había barra libre aquellos días para sus torturadores. Cuenta que quiso morir en muchos momentos. Que mentalmente suplicaba que la matasen. Pero la obligaron a elegir y escogió la vida.

Suplicó por su vida, literalmente, cuando fue llevada a punta de metralleta a un bosque de pinos en las afueras de Valladolid y los agentes que llevaban diez días sometiéndola a todo tipo de torturas decidieron hacerle creer que la iban a fusilar. “¿Qué hacemos, la matamos, o que vuelva y que cante?”, les escuchó a su espalda. “¡Quiero vivir!”, eligió ella a grito limpio. Sus captores decidieron no matarla.

Desde 1975, Gloria Bosque ha vivido a la sombra de estos recuerdos que la marcaron a fuego. Ahora forma parte, a título personal, de la querella compartida que el Ayuntamiento de Pamplona ha presentado ante la Audiencia de Navarra para que los crímenes del franquismo sean declarados delitos de lesa humanidad, es decir, delitos que nunca prescriben, delitos que deben ser juzgados de una vez. “Ningún futuro de paz, justicia y solidaridad podremos construir negando lo anterior”, advierte Gloria Bosque.

“La querella reclama la justicia negada a todas y todos los que fueron asesinados y desaparecidos, mujeres vejadas y violadas, familias despojadas, humilladas y perseguidas durante décadas, gentes exiliadas, detenidas, maltratadas, torturadas, encarceladas; sindicalistas despedidos y perseguidos, mujeres despojadas de sus más elementales derechos durante décadas. En definitiva, a todo un pueblo ninguneado al que durante 40 años se le negó todo tipo de libertades democráticas y derechos humanos”, explica. Aunque no se muestra demasiado optimista sobre el resultado final de la querella en los tribunales, sí muestra su esperanza de que la justicia en Navarra “esté a la altura de las circunstancias y haga frente a sus responsabilidades, tal y como están comenzando a hacer las instituciones forales y municipales”.

Las cifras del oprobio

Aunque en Pamplona no hubo un frente de guerra propiamente dicho, el franquismo dejó tras de sí una estela de muertes, desapariciones, encarcelamientos y torturas a las que un estudio encargado a la Universidad Pública de Navarra ha puesto cifras, nombres y apellidos. En total 309 muertes y más de 1.000 encarcelamientos durante la guerra civil y el franquismo.

Según ha explicado la letrada que dirige la querella, Lourdes Etxeberria, los hechos objeto de la demanda “nunca han sido investigados penalmente por los tribunales de justicia del Estado español”, por lo que se apela al “principio de interdicción de la impunidad”, a la obligación de las instituciones para “remover todos los obstáculos fácticos y jurídicos que impidan la investigación, enjuiciamiento y, en su caso, condena de las violaciones masivas, sistemáticas, planificadas y generalizadas de Derechos Humanos”.

Emilio Majuelo, doctor en Historia Contemporánea y profesor de la UPNA, ha dirigido el proyecto del Fondo Documental de la Memoria Histórica de Navarra. Un recopilatorio que sirve de base al informe pericial que acompaña la querella y que permitirá a los jueces conocer de primera mano miles de testimonios. Horas y horas de grabaciones de entrevistas realizadas a familiares de desaparecidos y a víctimas en primera persona de la represión franquista.

El nombre de Gloria Bosque Ezquer figura en el citado Fondo Documental de la Memoria Histórica de Navarra junto a unos asépticos parámetros con los que se ha intentado clasificar el horror: “Represión: encierro en prisión provincial o penal, comisarías, cuarteles… Torturas y agresiones físicas: Tortura”. El apartado ‘Informe de muerte’ deja los campos de año, mes y día vacíos. Hace más de 40 años que Gloria Bosque suplicó por su vida y los agentes que iban a fusilarla se la perdonaron.

“Si no se reconoce este genocidio, es muy difícil avanzar a nivel de justicia y paz. Es imprescindible. Y que se depuren responsabilidades, porque parece que seguimos con la sombra del franquismo, que es intocable. El dictador murió hace 40 años. Y sin embargo no se atreven y no les interesa que se reconozca la verdad”, lamenta Gloria Bosque. “Algún día, no sé cuándo pero creo que no lo conoceré, el Gobierno que sea tendrá que pedir perdón por la monstruosidad que fue el franquismo”.

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