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‘Nagore’, cuando hay que avanzar “pero sin olvidar”

La directora Helena Taberna, frente al cartel del documental / Foto: Eduardo Margareto.

Garikoitz Montañés

“La implicación popular en el caso de Nagore Laffage fue muy evidente, pero con el paso del tiempo viene el olvido y creo que cada nueva generación tiene que conocer lo que pasó”. La directora de cine Helena Taberna explica de esta manera para qué puede servir su documental Nagore, que relata los hechos ocurridos durante los sanfermines de 2008, cuando el psiquiatra José Diego Yllanes mató a esta joven estudiante de Enfermería de Irun. La Junta de Gobierno de Pamplona se ha comprometido ahora a emplear esa producción en los centros educativos para así concienciar a la juventud navarra sobre la importancia de asumir que No es no.

Y, para evitar el olvido, Taberna defiende que “lo mejor son las imágenes que muestran lo que ocurrió”. Quizá la más llamativa sea la utilizada en el cartel de la película, con Yllanes abrazando con un brazo a Laffage, un momento captado por una cámara de vigilancia cuando ambos, vestidos de blanco y rojo, se dirigían al piso de este. Allí, tras un brusco acercamiento sexual, ella le pidió que parase, él temió cómo esa situación podía afectar a su carrera y acabó golpeándola, estrangulándola y, después, intentado esconder su cadáver. Un jurado popular le condenó a doce años y medio de cárcel por homicidio, pero no por asesinato como reclamó la madre de Laffage, Asun Casasola.

Colectivos sociales como Lunes Lilas han llevado a cabo desde entonces concentraciones y charlas en recuerdo de Nagore y contra las agresiones sexistas, y su última reivindicación ha consistido en pedir al Ayuntamiento de Pamplona que se sume a estos actos, como la concentración que el próximo 5 de julio (a partir de las 12:00 horas) tendrá lugar en la plaza del Castillo de la capital navarra. Además, la noche del 7 de julio, día de San Fermín, la fachada de la Casa Consistorial se iluminará de morado para recordar lo sucedido hace siete años. Casasola ya ha declarado que, con actos así en recuerdo de su hija, se trabaja por toda la sociedad.

Una de esas actividades por la igualdad será la promoción del documental Nagore. Preguntada sobre ello, su responsable, Helena Taberna, considera que así se cumple “la función en la que yo pensaba cuando la hice, una función didáctica y solidaria que permita abrir el debate sobre la violencia contra las mujeres”. La directora y guionista de Alsasua (Navarra) recuerda que el caso, la sentencia y la respuesta popular la motivaron a reflejar esa historia: “Al principio no tenía mucha idea de cómo contar la historia, si con una ficción o un documental, pero cuando vi que había un material dramático tan importante decidí trabajar con él para poder dejar constancia de lo que ocurrió”.

Sobriedad “sin subrayados”

El resultado fue un largometraje (2010) que repasa quién era Laffage, cuál era su entorno familiar, qué ocurrió y cómo fue el proceso judicial. De forma sobria y “sin subrayados”. Taberna reconoce que para ella era importante que el público tomara partido, no insistir en la maldad, pero sí “contar los hechos” y esperar esa reflexión. Porque, en su opinión, a menudo se comete el error de pensar que la violencia machista se ciñe a unas edades y a unos entornos, cuando “todas y todos debemos prepararnos para mantener otro tipo de relaciones, no marcadas por el poder”.

Taberna, que ahora se encuentra inmersa en el montaje de El contenido del silencio, un thriller basado en una novela de Lucía Etxebarria, ve Nagore como una película que encaja perfectamente en su filmografía, que a menudo muestra a personajes femeninos fuertes (Yoyes o Extranjeras) y protagonistas: “Hay muchos directores masculinos con protagonistas masculinos y no creo que se les pregunte cómo son esos papeles o por qué hay tan pocos personajes femeninos de entidad en su cine. Yo soy mujer, de esta tierra, y eso se refleja en mi cine. Esos personajes me surgen de manera natural”.

En el caso de Nagore, ella fue “testigo de aquel espanto” y, después, transmisora de una historia clave en la lucha contra las agresiones sexistas. Porque en esa lucha, recordar lo ocurrido puede marcar la diferencia: “Tenemos que seguir adelante, pero tampoco olvidar. La memoria es una de las herramientas más importantes de la ciudadanía y conviene reivindicarla en muchos campos”.

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