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Ébola: las claves de “uno de los virus más letales”

El experto en Microbiología Clínica, José Luis del Pozo / Foto: CUN.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

“El brote avanza más deprisa que nuestros esfuerzos por contenerlo”. Las recientes palabras de la presidenta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, dan una muestra de la gravedad de la epidemia de ébola que se vive, en estos momentos, en África; con Guinea, Sierra Leona y Liberia como países más afectados, aunque el brote ya se ha extendido a otras zonas limítrofes. En total, se calcula que 823 personas han fallecido y más de 1.300 han resultado infectadas durante esta alerta, lo que la convierte en el brote más grave reportado hasta la fecha.

Pero ¿qué es exactamente el ébola? ¿Por qué se contagia tan rápidamente? El doctor de Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y experto en enfermedades infeccionas José Luis del Pozo se refiere a este virus como “uno de los más letales” que se conocen. De hecho, el ébola arrastra en su curriculum su uso como arma biológica. No en vano, una vez contagiado, y ese contagio es “muy fácil”, su “elevada mortalidad” ronda el 80 o el 90%.

Del Pozo explica que el ébola se localizó por primera vez en la (actual) República Democrática del Congo en 1976. Los primeros pacientes infectados fueron ciudadanos de poblados “perdidos en la selva” en el continente africano. Quizá por ello aún no está muy claro de dónde surge y por qué se producen estos brotes, que habitualmente llegan, sobre todo a zonas rurales de África, arrasan y desaparecen. Tampoco se conoce cuál es su 'reservorio', es decir, dónde vive este virus (animal o zona) mientras no afecta al ser humano. Se ha hablado de que puede ser por un murciélago, pero no hay estudios determinantes. Y también se ignora por qué de repente surgen estos brotes, que se producen “casi todos los años” en África.

Uno de los principales problemas del ébola, además de su mortalidad, está en la facilidad con que se contagia. Basta para ello con que una persona entre en contacto directo “con líquidos corporales de los pacientes infectados”. Es decir, sangre, saliva, sudor, deposiciones, vómitos… Y, además, se sabe que el virus puede aguantar un tiempo (se cree que corto) en objetos inertes. De ahí el extremo cuidado con que se manipulan los cadáveres, que, por ejemplo, en caso de sospecha en los aeropuertos o zonas fronterizas son sellados e incinerados sin autopsia.

De ahí que el personal sanitario y los voluntarios que han acudido a estas zonas sean uno de los principales grupos en riesgo. La OMS ya ha reconocido que desconoce el número de personas trabajando contra la epidemia sobre el terreno, pero este lunes ha trascendido que se han registrado al menos 60 muertes entre estos especialistas.

En el caso de Navarra, Cruz Roja anunció la semana pasada que dos delegados de la formación, Joaquín Mencos y Pablo San Julián, han viajado a la zona para colaborar. Ellos son parte de ese grupo de sanitarios que, entre otras funciones, atienden a los enfermos cubiertos con trajes especiales, mascarillas y máscaras. Un “aislamiento total” para evitar contagios.

Por estas mismas razones, y por las costumbres locales a la hora de velar de cerca a los fallecidos, se cree que el virus puede haberse extendido en las poblaciones africanas. Del Pozo, no obstante, habla en todo caso del mayor brote reportado hasta la fecha, porque en países en vías de desarrollo como los afectados puede haber habido más casos como estos y que, sin embargo, no salieran a la luz pública.

Los síntomas y el tratamiento

¿Cuáles son los síntomas del ébola? La patología es, sobre todo, la fiebre hemorrágica. El periodo de incubación puede ir de “los dos a los 20 días, aunque lo habitual es una semana. Al principio es asintomático, pero luego aparece la fiebre, los dolores musculares y articulares, dolores de cabeza… Y después se detecta una erupción en la piel y hemorragias, tanto internas como externas y fundamentalmente en el tubo digestivo”. Al final, el fallecimiento suele producirse por una hemorragia severa.

Y, por el momento, no hay una cura contra este virus, ni fármacos ni vacunas (que por ahora no se han experimentado con humanos). Así que a los pacientes “únicamente cabe aislarlos y realizar tratamientos sintomáticos”. Es decir, analgésicos para los dolores, transfusiones para las hemorragias, etc.

La pregunta que queda es si esta epidemia puede trasladarse a otros continentes. En Europa, por ejemplo, hasta ahora no se ha detectado este virus, pero sí otros similares, también con fiebre hemorrágica, en Marburg (Alemania). Del Pozo reconoce que siempre existe “ese temor”, y más cuando una persona puede viajar en 24 horas de una parte a otra del planeta; así, este experto cree que ese contagio “es difícil, pero no imposible”, igual que “es difícil contraer el virus si no se va a trabajar en contacto directo con los afectados”.

No obstante, este doctor de la CUN augura que, gracias a la cooperación internacional, será posible controlar y aislar a los afectados, por lo que “es muy posible que la epidemia se llegue a controlar. Hay que estar pendientes. Todas las alarmas están activadas”.

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