La iniciativa Iruña ciudad de acogida sigue adelante: “O presionamos o las instituciones no se moverán”
“O presionamos desde abajo para que las instituciones respondan o no se moverá nada”. La representante de SOS Racismo Nafarroa Beatriz Villahizán insiste en que la necesidad social de movilizarse para que, por fin, haya novedades sobre la atención a las personas refugiadas. Estas valoraciones llegan tras el retraso sufrido en la llegada del primer grupo de personas a Navarra, anunciado para el pasado 15 de octubre y que sigue sin concretarse, motivo por el que el Gobierno Foral ha mostrado ya públicamente su preocupación.
En principio, la llegada, tras el acuerdo entre el Gobierno central y Cruz Roja Navarra, estaba prevista para hace casi diez días, pero se retrasó y, pese a la situación de alerta de la ONG, sigue sin producirse. Se trataba de la llegada de hasta 16 personas, procedentes de Ceuta y Melilla, pero no se precisó más información: ni su nacionalidad (aunque se auguraba que serían personas sirias), ni su medio de llegada a Pamplona, ni si lo harían en bloque o de forma progresiva, ni si pertenecían a los mismos núcleos familiares. Lo único que se sabía seguro es que eran 16 personas porque es la capacidad disponible de Cruz Roja, que cuenta con tres viviendas para esta acogida (una fase que puede alargarse seis meses) cedidas por el Gobierno de Navarra a través de Nasuvinsa, la sociedad pública de suelo y vivienda.
Fuentes de Cruz Roja confirman que, por el momento, sigue sin haber notificación de ese traslado. Y, mientras tanto, la plataforma/iniciativa ciudadana Iruña ciudad de acogida sigue adelante con sus reuniones con el objetivo de acordar acciones conjuntas para sensibilizar a la ciudadanía sobre las personas refugiadas, analizar las causas de los conflictos que originan esa movilidad y coordinar la ayuda a las instituciones para responder a esa crisis solidaria. En este movimiento participan alrededor de 18 colectivos, como por ejemplo la Coordinadora de ONGD de Navarra, Amnistía Internacional, Asamblea Cooperación Por la Paz o Mugarik Gabe, entre otros.
SOS Racismo es otra de esas entidades y Villahizán insiste en que es necesario mantener las actividades porque, desde el punto de vista institucional, “se ha adelantado poco o no se quiere adelantar”, y lamenta que, hasta el momento, “da la sensación de que lo único que quieren es que la presión migratoria no esté a sus puertas”.