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La segunda vuelta, una opción que gana enteros entre las cábalas del Parlamento

Personas preparan una urna antes de unas elecciones / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

Navarra necesita acuerdos. Esta frase, convertida en lema habitualmente por quien gobierna en minoría, es una realidad si se analiza la historia, la composición actual del Parlamento de Navarra y el futuro que auguran las encuestas. A la fragmentación habitual de la Cámara, donde nunca se ha logrado mayoría absoluta, se suma ahora la más que posible llegada de Podemos. Y las cifras, si se cumplen las previsiones más audaces (como la de la encuesta realizada por el propio Parlamento en el Navarrómetro) o las más ajustadas (la anunciada por el periódico Gara), no dan. Ni para el llamado bloque constitucionalista, de UPN, PSN y PPN, ni para la alternativa, esa suma de pequeños grupos y coaliciones que compondrían Podemos, EH Bildu, Geroa Bai o Izquierda Ezkerra. De ahí que la posibilidad de una segunda vuelta, que consiste en que tengan que convocarse unas nuevas elecciones tras las dificultades para elegir al nuevo presidente o presidenta de Navarra en las primeras, haya pasado de ser un runrún en los pasillos del Parlamento a una posibilidad que algunos grupos ya consideran seria.

Esta opción no parece tan remota, sobre todo teniendo en cuenta las presiones que tanto PSN como Podemos, las formaciones que al menos sobre el papel pueden verse involucradas en diferentes alianzas, pueden sufrir tanto si quieren, los primeros, reeditar un pacto con los regionalistas que no les ha brindado precisamente alegrías en la última legislatura (ni en las anteriores) o, los segundos, para propiciar un cambio en Navarra de la mano de Bildu que puede provocar reticencias entre los dirigentes en Madrid. De hecho, hasta el momento Podemos ya ha dejado claro tanto la forma de elegir pactos de forma local, como la posibilidad de que estos sean revocados en la estatal.

En cualquier caso, tanto unos como otros coinciden en que, hasta el momento, esto son hipótesis. Unas hipótesis, eso sí, que todos realizan y más tras conocerse los resultados del Navarrómetro, pero política ficción al fin y al cabo hasta conocerse los resultados de las próximas elecciones forales. Está por ver, en cualquier caso, si esa primera tanda resulta definitiva, porque en diversos grupos parlamentarios ya vislumbran la posibilidad de que no sea así. Pero, ¿en qué consiste exactamente la segunda vuelta?

La posibilidad de una segunda vuelta fue un cambio logrado hace ya diez años en el Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, y recogido en el artículo 29. Hasta entonces, si un presidente o presidenta no lograba más votos positivos que negativos, gobernaba la lista más votada, un sistema en el que claramente se imponía UPN. El PSN, sin embargo, hizo presión para plantear esta segunda vuelta, que propicia esta nueva convocatoria de elecciones en caso de que no haya acuerdo para la elección de la persona al frente del Gobierno. Por primera vez, se activó en los comicios de 2007.

Y, ahora, la normativa electoral aprobada de cara a la cita con las unras en mayo contempla esta forma de elección de la Presidencia del Gobierno Foral. Esta se produce después de que los candidatos o candidatas se presenten y se produzcan las votaciones en la sesión de investidura; ahí puede haber dos opciones: una mayoría absoluta, inédita en Navarra, y una segunda posibilidad, que si no se produce la primera tendría lugar en una votación 24 horas después, que es la de una mayoría simple. Si en ninguna de las dos ni con ningún candidato hay esa mayoría tres meses después de las elecciones, la norma recoge la disolución del Parlamento, otra opción igualmente inédita en la Comunidad Foral, “convocándose de inmediato nuevas elecciones”.

¿A quién beneficia la segunda vuelta?

Esta opción pondría en evidencia la difícil gobernabilidad de Navarra y agotaría a los y las votantes, y de ahí que desde los grupos que promueven la necesidad de un cambio en la Comunidad Foral teman que esta segunda vuelta beneficie a los partidos, por así decirlo, más tradicionales. Es decir, que se opte por no probar experimentos sino por las opciones con experiencia de gobierno.

Se da la circunstancia, además, de que esos tres meses de plazo tras las elecciones acercarían esta segunda vuelta a las elecciones generales en España. Y ahí, por otro lado, las dudas de ciertos partidos a que unas decisiones en Navarra afecten a las estatales se podrían diluir. En cualquier caso, entre las cábalas de los partidos también entra la posibilidad de un apoyo puntual de un partido a otros durante la investidura que no tenga por qué traducirse en un pacto de gobierno. Es decir, de nuevo la opción de un gobierno en minoría que tenga que buscar acuerdos para gobernar, una opción por otro lado muy cuestionada durante los últimos años de gobierno de la ya excandidata de UPN al Gobierno Foral, Yolanda Barcina.

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