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Los socialistas vascos de a pie: “A nosotros nos han enseñado así, se llama lealtad”

Pedro Sánchez, en la reciente campaña vasca

Iker Rioja Andueza

“Indignación, ”vergüenza“ o ”hartazgo“ son algunos de los adjetivos que definen el estado de ánimo de dirigentes, cuadros y militantes base de la federación vasca del PSOE, el PSE-EE, que asiste a la guerra interna por el control del partido pocos días después de su peor resultado en unas elecciones autonómicas en el País Vasco. El más gráfico en valorar el estado de ánimo general ha sido el teniente de alcalde en Vitoria, Peio López de Munain: ”No sé si cortarme las venas o dejármelas largas“.

En general, siguiendo la directriz marcada por la Ejecutiva de Idoia Mendia en un comunicado dado a conocer a mediodía de este jueves, los socialistas vascos se mantienen leales a Pedro Sánchez. Es imposible encontrar a alguien que apoye a Susana Díaz por estos lares. Pero hay matices, en algunos casos importantes, y en algunas conversaciones afloran ya dudas sobre el papel que en el futuro del PSOE podrán jugar dos vascos de peso, el lehendakari Patxi López (al que algunos sitúan como “tercera vía” o “solución de consenso” aunque ahora forme parte del equipo de Sánchez) y Eduardo Madina (que perdió con claridad las primarias ante el actual secretario general, también en Euskadi, y en el que se posan muchas miradas).

“No ha estado a la altura nadie”, se sincera un veterano de la organización en Bizkaia con experiencia en la política madrileña. No ve en Sánchez el líder sólido que necesita un partido centenario pero critica con firmeza la maniobra de Susana Díaz y sus afines porque “no hay más salida que la estatutaria”. En su opinión, la batalla puede tener como consecuencia directa que “si hay nuevas elecciones generales el PSOE se quedará con 50 diputados”, lo que sería una catástrofe.

Una concejala en Gipuzkoa tiene claro que Sánchez cuenta con el aval “de la militancia” y, por lo tanto, “tiene la autoridad moral” para continuar al frente del PSOE y marcar la ‘hoja de ruta’. En la misma línea, el alcalde de Eibar, Miguel de los Toyos, ha asegurado en la radio de su localidad que “buscar triquiñuelas legales para desmontar lo que las bases montaron es tremendamente injusto”. “A nosotros nos han enseñado así: se llama lealtad”, apostilla la edil sobre el papel que ha de jugar el PSE-EE en este juego de tronos.

Desde la apuesta por Sánchez frente a Madina, el socialismo vasco ha jugado un papel clave en Ferraz. Más que el que por su reducido peso en el conjunto de la organización le podría corresponder. Desde el inicio, Patxi López se incorporó a la Ejecutiva de Sánchez y continúa en ella hasta hoy, sin haberse unido a los dimisionarios. Rodolfo Ares formó parte del equipo negociador que trató de atar la investidura socialista en la fallida (y breve) legislatura anterior. Y la exconsejera Isabel Celaá, ahora de nuevo protagonista involuntaria, pasó a presidir el Comité de Garantías y Ética del partido. Es la guardiana de las llaves del PSOE, según bromean muchos de sus compañeros.

Mendia, en su carrera como candidata a lehendakari, nunca ha escondido a Sánchez. Al contrario, el candidato participó activamente en la campaña vasca. Con el catalán Miquel Iceta y la balear Francina Armengol ha sido la ‘baronesa’ más leal al cuestionado secretario general. Su último guiño, el comunicado de hoy cerrando filas y negando autoridad a la andaluza Verónica Pérez, la presidenta del comité federal y emisaria de Susana Díaz.

Un militante de base alavés, menos diplomático que los cargos institucionales, asegura que “no ha tenido este partido secretario general más de izquierdas que Pedro Sánchez”. “Con ellos, con Susana Díaz, de Ferraz a Génova no sé si habría mucha distancia”, añade para remachar: “Igual los andaluces y extremeños tienen que estar en un partido y nosotros en otro”. Es una idea cada vez más extendida en un partido con gran penetración social y política en Andalucía y Extremadura y enormes dificultades de Madrid al norte. La juntera Julia Liberal se permitió escribir en Twitter que tanto Susana Díaz como Guillermo Fernández Vara habían “jodido” la campaña vasca y contribuido al mal resultado.

La crisis de 2001 y el cisma de Álava

Los más viejos del lugar recuerdan que el PSE-EE ya sufrió el cainismo a comienzos del nuevo siglo, un cisma que supuso el final de la época de Nicolás Redondo Terreros (que estuvo dispuesto a apoyar a Jaime Mayor Oreja como lehendakari en 2001) y el ascenso del futuro lehendakari, Patxi López. Primero se impuso en un congreso en Bizkaia y más tarde en el cónclave regional, precipitado, por cierto, por la pérdida de un solo escaño en las autonómicas (de 14 a 13), algo que ahora el partido habría firmado con los ojos cerrados. De aquel bache salió un partido reforzado que llegó al poder en 2009 y que en 2008, con José Luis Rodríguez Zapatero, arrasó literalmente en las elecciones generales.

La crisis más reciente sólo se cerró el pasado año. El PSE-EE de Álava también se resquebrajó. Destacados dirigentes como Óscar Rodríguez, Yolanda Vicente o Juan Carlos Alonso rompieron filas y criticaron con dureza la gestión de Txarli Prieto. Ninguno de ellos continúa en el partido, a pesar de haber rozado el 50% de apoyos en un congreso provincial. Más tarde, Patxi Lazcoz y Maite Berrocal, con mucho peso institucional, también acabaron abandonando el proyecto tras denunciar que se les quiso imponer una lista electoral pese a haber ganado unas primarias.

“Esto ya lo vivimos en Álava. ¿Qué pasó? Que pasamos a la irrelevancia política”, explica un militante que en aquella época ejerció más activamente la crítica interna. Muchos de sus compañeros se dieron de baja. Sobre la situación del PSOE añade: “Mis colegas me preguntan, ¿Pedro o Susana? Y yo respondo: Sánchez tenía que haber dimitido en diciembre, pero la alternativa no puede ser Díaz. El ‘sí’ o ‘no’ al PP es la coartada. No hay ninguna idea detrás. Esto es un enfrentamiento de aparatos por el poder. Se han encontrado la horma del zapato. César Luena, que laminó a Tomás Gómez, elegido por la militancia, se ve ahora defendiendo a Sánchez con esos mismos argumentos. Mientras, nadie habla de los 5 millones de votos perdidos a favor de Podemos”.

Entretanto, el PSE-EE afronta en este escenario convulso las negociaciones para conformar Gobierno en Euskadi. El lunes acuden a su cita con el PNV de Iñigo Urkullu, que ha iniciado una ronda de partidos para buscar una mayoría parlamentaria “estable” para su segundo mandato. Fuentes del partido insisten en que la decisión de repetir en el Ejecutivo vasco las coaliciones de las diputaciones y los principales ayuntamientos será una decisión “autónoma” sin que los movimientos en Ferraz condicionen para nada el proceso.

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