Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Un poco de respeto a los catalanes
Tras las elecciones autonómicas en Cataluña y a la vista del resultado no hago más que escuchar interpretaciones y propuestas para que se empiece cuanto antes un diálogo, una negociación a la búsqueda de algún acuerdo con Cataluña.
Asombrosamente queda en una nebulosa oscura, como si no tuviera importancia, el asunto de quiénes deberían dialogar: si los dirigentes de Cataluña con los del Gobierno de España o acaso los dirigentes independentistas catalanes con los dirigentes catalanes no independentistas o todos a una en asambleas como las de la CUP o qué demonios. Obviamente si no se señala a los dialogadores, menos aún se van a explicar las cosas sobre las que habría que dialogar, que se dan por evidentes, ahorrándose así la incómoda tarea de concretarlas.
Una vez más nuestro concepto de diálogo se disuelve en el inefable “que alguien haga algo”, aforismo que a mí me ha parecido siempre el súmmum de la inteligencia vacía, que disimula la inexistencia de criterio alguno tras una máscara de exigencia.
Pero no me resulta tan irritante eso como la evidencia de que tantas mentes biempensantes, preocupadas por la difícil situación, dan por hecho que el resultado de los independentistas (me abstendré de calificarlo como victoria o derrota) es un aldabonazo, un aviso, una amenaza...todo menos una opinión nítida de ciudadanos adultos que han metido una papeleta en la urna manifestando con toda claridad y sin ningún tipo de duda que quieren que su país, Cataluña, sea uno nuevo y diferente de España y que quieren expresamente que se produzca la separación ente ambos cuanto antes.
Aunque no lleguen al insulto expreso y directo que ha proferido Albiol, el candidato del PP, y que se comenta solo, ¿quiénes se creen que son esos opinadores para faltar al respeto a los votantes independentistas catalanes, haciendo ver que lo suyo sería una especie de rabieta infantil, una protesta o un órdago? Pocas veces creo que habrá habido una manifestación tan clara y tan indiscutible de la voluntad política de un segmento tan grande de votantes: quieren irse. Punto. Y se les entiende fenomenal. ¡No, es No! decía el slogan antiviolencia de género en las fiestas de este verano en Euskadi. ¡Pues eso mismo!
Por tanto, sobran las interpretaciones paternalistas. Se podrá estar de acuerdo o no con los independentistas, de hecho hay otra mitad de catalanes, adultos también, que parecen no estarlo así que el problema sobre todo lo tienen allí y enseguida tendrán que empezar a roerlo, pero los votantes catalanes merecen ser tratados como personas cabales y adultas, tanto si gusta su opinión como si no.
Si la situación política de España es mala, que lo es, si la sociedad española y su clase política en especial no hemos sido capaces de que las estructuras políticas y los modos democráticos de la transición hayan crecido y mejorado en casi 40 años y hemos optado, en cambio, por dejarlos caducar y pudrir, como es el caso, es evidente que tenemos un problema. Tenemos un problema en Barcelona, en Madrid, en Cuenca, en Almería, en Gipuzkoa y en Vigo.
Tendremos que repensar las cosas, regenerar las formas de la política, suprimir instituciones y estructuras que ya no sirven y ajustar el funcionamiento de las que sigan siendo útiles. Tal vez haya que crear otras, tal vez no. Puede que haya que cambiar lo que dice la Constitución o puede que baste con que actuemos con más sentido común y menos sectarismo. Seguramente ambas cosas. Fíjense si hay campo para ese “diálogo” que tanto se reclama.
En todo caso estos problemas habrá que abordarlos porque son reales, no porque incomoden a los catalanes independentistas. Ellos ya saben lo que quieren, cosa distinta es que lo consigan, pero ese es sobre todo problema de ellos. El nuestro es la regeneración política de España, que es urgente y que hay que hacerla en todo caso, tanto si les parece bien a quienes ya han dicho que quieren irse como si no.
Tenemos problemas que arreglar, como sin duda los van a empezar a tener, y gooordos, los independentistas catalanes, pero que ellos se ocupen de los que se les vienen encima mientras el resto de españoles (incluidos los catalanes que quieran serlo) nos deberíamos ocupar de los que tenemos: del funcionamiento envenenado de los partidos políticos, de la idoneidad o no de nuestra estructura y competencias territoriales, de la ineficiencia de las administraciones públicas, de nuestra aparente incapacidad para entender el Estado como algo a compartir y no a conquistar, de nuestro íntimo y cainita deseo de que el adversario desaparezca “de una vez por todas”. Entre la “Gran Refundación” y la “chapa y pintura” seguro que encontramos el punto medio. Nos hace mucha falta pero no para contentar a los independentistas sino para empezar a estar más contentos quienes no lo somos.
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