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Los objetivos de la guerra van cambiando

El presidente ruso, Vladimir Putin, preside una reunión virtual con profesores desde el Novo, residencia estatal de Ogaryovo, en las afueras de Moscú este 5 de octubre. EFE/EPA/GAVRIIL GRIGOROV/SPUTNIK/KREMLIN / POOL

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Clausewitz decía que primero venía la estrategia, y luego el planeamiento. Medio siglo después que él, el mariscal von Molke, consideraba algo que sabe prácticamente cualquier militar: que ningún plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo. Y esto les ha pasado a todos en la guerra de Ucrania. En términos de lo que el teórico prusiano de la guerra consideraba el objetivo (Zweck, militar), el fin (Zweck, político) y los medios (Mittel), los cambios no se han dado de forma concurrente. Ni desde luego definitiva. Y van complicando la situación.

Rusia/Putin:

Objetivo inicial

Es el agresor. Su objetivo político era inicialmente, y con un uso mesurado de un despliegue masivo, instalar un gobierno pro-ruso en Kiev, asegurarse que una Ucrania anulada no entraría en la OTAN, y garantizarse la permanencia de Crimea y la parte del Donbás, y algo más, que Rusia ocupó en 2014. 

Objetivo actual

Asegurar el propio régimen de Putin, sometido a tensiones internas por los fallos militares y la movilización parcial de reservistas, tirando hacia adelante con su visión nacionalista o imperial. Para ello necesita, al menos, asegurarse los cuatro regiones (Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk) que ilegalmente ha incorporado a Rusia con cuatro objetivos principales: demostrar a los rusos y al mundo que su idea de una “Nueva Rusia” (Novoróssiya en ruso) es real; conquistar la parte más industrial de Ucrania (aunque en buena parte la ha destruido en el intento); asegurarse una unión por tierra y agua dulce para Crimea; y hacer que esta sea o acabe siendo una guerra de Occidente, de la OTAN, contra Rusia (no al revés), incluso con el arma nuclear, ante la insuficiencia de otros medios (como la aviación, paralizada por los sistemas antiaéreos que los occidentales han puesto en manos de la defensa ucraniana).

Ucrania

Objetivo inicial

Resistir. EEUU no las tenía todas consigo y por eso le ofreció al presidente Zelinsky sacarlo del país cuando empezó la invasión rusa hacia Kiev el 24 de febrero. Pero Zelinsky decidió resistir, y ofreció a Moscú negociar, incluso una cierta neutralidad de Ucrania. 

Objetivo actual

No negociar, o al menos poner a Rusia en una situación de debilidad de cara a una negociación, y si es posible que caiga el régimen de Putin (aunque no hay garantías sobre lo que pueda sucederle); recuperar –“liberar”- la parte conquistada por las tropas rusas desde el 24 de febrero, desde luego Jersón, y si pudiera más, es decir, la integridad territorial de Ucrania previa a 2014; entrar en la UE -ya ha logrado que esta abriera una primera puerta- y en la OTAN, lo que los occidentales no quieren. 

Medios

En cuanto a medios militares, sigue aspirando a que los países occidentales, con EE UU al frente, le procuren armamento (artillería, misiles e incluso aviones) capaces no solo de ayudar a recuperar los territorios perdidos sino de alcanzar a Rusia con cierta profundidad en su interior, algo que de momento ni Washington ni sus aliados han querido, pues cambiaría las reglas del juego, las rules of engagement, que se han venido respetando (pero que decaerán si Rusia hace uso del arma nuclear, por táctica que sea).

Estados Unidos

Objetivo inicial 

Estados Unidos fomentó la revuelta pro-europea del Maidán en 2013-2014. En la plaza, agitando, estaba, Victoria Nuland, entonces vicesecretaria de Estado con George W.Bush, y hoy en la Administración de Biden. El Pentágono ha reconocido públicamente que, junto al Reino Unido ha venido formando, entrenando y armando a fuerzas ucranianas desde la primera invasión rusa de 2014. EE UU esperaba, como otros una guerra corta, pero vio que podía contribuir con armas y dinero a una guerra de resistencia, frente a la de desgaste rusa, que debilitaría a Rusia. Pues el objetivo de debilitar a Rusia está muy presente en Washington desde 1991. Por dos razones: es el único país que le plantea una “amenaza existencial” con sus armas nucleares estratégicas; y socavaría al que se ha convertido en un aliado, o subordinado, de China, cuyo auge en todos los ámbitos de poder es la verdadera obsesión estadounidense.

Objetivo actual

Sigue siendo debilitar a Rusia y lograr que, de una forma u otra, pierda esta guerra, o al menos no la gane. Pero a la vez afianzar sus intereses y poder (venta de gas a Europa y al mundo, de armamentos, fortaleza del dólar); reforzar a la OTAN;: y socavar un posible aliados de China.

Al menos, hasta las elecciones al Congreso a medio mandato del próximo 8 de noviembre. Pues si los demócratas pierden el control del Senado o de la Cámara de Representantes, le puede resultar difícil a esta Administración mantener el nivel de ayuda, militar y económica, que Biden ha impulsado para Ucrania. No se le escapa a Putin. EE UU busca también acabar con Putin y su régimen: no es posible llegar a acuerdos con alguien al que se ha calificado públicamente de criminal de guerra.

Francia, Alemania e Italia

Objetivo inicial

Evitar una victoria de Putin, pero a la vez mantener la capacidad de interlocución con él y con Zelensky los suyos. De ahí que arrastraran los pies en la ayuda militar a Ucrania, y por intereses económicos e industriales siguieran comprado gas y petróleo a Rusia, acompañando este recorrido de sanciones que se han ido incrementando, aunque sin el gran efecto buscado.

Objetivo actual

Incluso los italianos, incluso la probable próxima primera ministra italiana, la neofascista Meloni, se han vuelto anti-Putin. Debido a varios factores, finalmente han entendido, especialmente Alemania, que tenían que reducir drástica y rápidamente su dependencia de los anteriormente baratos hidrocarburos rusos. Ya ni siquiera Macron habla de evitar humillar a Rusia, mientras en Alemania, el canciller Scholz ha efectuado una Zeitenwende, un giro radical en materia de gastos de defensa y del tipo de armas a suministrar a Ucrania. Y si la situación ecnópmica se deteriora aún más gravemente, se inclinarán a favor de un final de la guerra cuyos contornos no se entreven aún.

Pero estos países, pese al endurecimiento de su postura (como España) no están en la posición de los más duros -lo son Polonia y los Bálticos-, lo que augura posibles divisiones entre los aliados europeos, especialmente ante el impacto de la inflación y la desaceleración económica derivadas, en una parte pero no únicamente, de la guerra provocada por Rusia. A estas divisiones contribuyen las diferencias, por ejemplo, de Alemania, la mayor economía, en materia de ayudas públicas para compensar la subida de precios de la energía. A la vez, Europa, la Gran Europa, se desarrolla, por ejemplo, con la Comunidad Política Europea lanzada en Praga el 6 de octubre.

Los diversos objetivos, en una guerra que, salvo sorpresa en Moscú, parece que se alargará, siguen cambiando. Incluso pueden separarse y generar escaladas mucho más peligrosas que lo vivido hasta ahora. No son solo los países aquí apuntados, sino el mundo entero el que se está viendo afectado y cambia de postura. Como China e India. China apoyó a Rusia en un principio (¿pero sabía lo que venía? ¿Se lo avisó Putin a Xi Jinping?), pensando que Occidente se debilitaría en vez de reforzarse, que es lo que ha ocurrido. Pero ahora se ha distanciado de Putin y quiere que la guerra termine para poner fin a la crisis económica global que le afecta de lleno. También el Sur Global, que no tenía nada que ver con esta guerra, de la que se distanció, está sufriendo sus efectos y desearía que acabara o al menos se supendiera.  

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