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Viviendo sobre arenas movedizas

Díaz Ayuso y Feijóo en el escenario del congreso del PP de Madrid.

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Una vez tras otra, los sondeos electorales hablan de un notable aumento de las expectativas de voto del PP de Feijóo, en detrimento del PSOE, que quedaría por detrás. Y una y otra vez, revelan una paradoja: el abrumador respaldo a las grandes decisiones del Gobierno, incluso en el electorado de derechas, no se traduce en votos. Por el contrario, el PP sigue incrementado su ventaja. Las encuestas se basan en opiniones. A menudo, no siempre, son manipuladas también por criterios subjetivos e interesados. En todo caso, la opinión parece haber secuestrado a la información de la realidad con graves consecuencias.

El daño se agudiza si el periodismo no cumple su función de rebatir la mentira enmascarada, sobre todo en las declaraciones de algunos políticos, aportando datos reales. Es lo que hizo Javier Ruiz, de la Cadena SER, con uno de los muchos bulos que lanza el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

Lo mismo sucede con las medidas –desde los impuestos a las restricciones energéticas o el apoyo a los más vulnerables en esta aguda crisis provocada básicamente por la guerra- que Europa se ha visto obligada a implementar, no solo España. La sucesión de tragedias que nos han venido sacudiendo, empezando por la pandemia, ha demostrado el fracaso de las políticas neoliberales. Es el Estado social el que está a las duras, no el 'sálvese quien pueda' de quienes solo gobiernan para los ricos. Se ha visto la UE obligada, digo, aun siendo mayoritariamente neoliberal. Aquí, la derecha opina, no demuestra, miente y... cuela. Con consecuencias incluso letales.

Las víctimas no han olvidado nada. Al menos las integradas en La Plataforma Estatal de Organizaciones de Familiares y Usuarias de Residencias. Incluso piden la dimisión de Ossorio. Y él se niega a rectificar. Más aún, este jueves recibió la ovación de Ayuso y el PP en la Asamblea de Madrid, puestos en pie. Conocen su público. Y su fuerza.

Menos mal que, ante el revuelo causado por la inhumanidad de Ossorio y también por la presión de las manifestaciones y las protestas, la Fiscalía ha anunciado por fin que se va a investigar lo sucedido en la residencias oyendo a todos, incluso a quienes no han presentado demanda. Porque hasta ahora los procedimientos judiciales iniciados han sido mínimos.

El problema es de entidad especialmente en Madrid: está probado en registros internacionales que fue la Comunidad con mayor aumento de la mortalidad de Europa durante la pandemia. Y sin embargo, su principal responsable ha paseado por el mundo –con ayuda de la prensa local y think tank de ultraderecha internacionales- que tuvo una gestión modélica, apoyada en la “libertad” de las inocuas terrazas abiertas. Ayuso gusta a sus fervorosos, subjetivamente. No atienden a datos. Y los hay a espuertas. En la gestión de las residencias bajo el control de las comunidades –de las que quiere pasar página el vicepresidente Ossorio- definitivas, abrumadoras. Hacerlo como propone, implica que la situación puede volver a repetirse. Siguen los mismos en sus cargos. Y son un peligro público, vista la experiencia.

El periodista de Infolibre, Manuel Rico, en cabeza de las investigaciones periodísticas del caso –que hicieron otros medios y en absoluto algunos de ellos- ha comprobado que no pasó en toda España lo mismo. “Los residentes fallecidos en el propio centro fueron el 77% en Madrid y el 72% en Catalunya, mientras que en el otro extremo, Cantabria dejó la cifra en el 34%. El Gobierno de Ayuso ejecutó un protocolo que impedía la derivación de muchos residentes, con o sin Covid, y el Ejecutivo de Torra aplicó uno a mayores de 80 años que tenían el virus”. Y, sin duda, tuvieron una muerte “indigna”, como denuncia otro que fuera consejero de Madrid: Alberto Reyero. Indigna de un ser humano, digna de quienes así lo decidieron en el protocolo de la vergüenza o en otros escasamente edificantes.

No cabe duda de que una nula empatía no se incomoda por despreciar así la vida humana, pero ése no es el mundo de las personas decentes y cabe pensar en la remota posibilidad de que algunas personas no sepan la verdad y sigan guiándose por opiniones y aprecios emocionales (altamente injustificados por cierto).

El terror salta cuando Feijóo ficha, entre los polémicos nombramientos para su equipo con vistas a su gobierno en España, a Antonio Zapatero, viceconsejero de Sanidad de Ayuso. Para Salud Pública. ABC aclara que va a “resetear el Sistema Sanitario”. En ese giro idiomático que casi trae a la memoria los discos duros de Bárcenas, cuando fueron “reseteados” a base de martillazos. De lo que no cabe duda es que lo haría al modo de Madrid, líder de la destrucción de la sanidad pública. Recordemos el informe de Audita Sanidad y el sindicato de técnicos de Hacienda que advertía del “deterioro programado de la sanidad madrileña para facilitar el avance de los fondos de inversión”.

Son unos mínimos ejemplos de cómo confundir las valoraciones subjetivas con la realidad de los hechos puede tener total trascendencia. Y ocurre a diario, en múltiples ámbitos y cada vez con mayor profusión.

Cualquier animal autónomo es guiado por su experiencia para relacionar hechos con consecuencias, dónde y cómo encontrar comida o los signos de peligro. Múltiples humanos no, al parecer. Cierto es que hay un inmenso ruido que dispersa la atención, pero todo ser consciente ha de saber lo que le conviene. Da la impresión de que por el gusto de un triunfo en una batalla de simpatías emocionales, se es capaz hasta de dejarse la salud y la vida en el empeño.

España es un país con serios desajustes. Esas élites que hunden sus raíces en el franquismo y crecen en endogamias educativas para gritar su fascismo y su machismo en un colegio mayor, solo masculino, de Madrid, con la comprensión de agredidas de su mismo estrato o club social. Esos políticos que se dicen socialistas y palidecen en verde cuando se restan mínimos privilegios a los ricos. Bases podridas que encuentran aliados hasta en las propias filas. Demasiado “gasto” social para el gusto de la derecha patria, parece que vuelven a forzar un golpe interno en el PSOE que retome alianzas cómplices. La española no es una derecha cualquiera: el PP de Feijóo pidió en el Parlamento mantener la máxima condecoración franquista que tenían Mussolini y Hitler, como enmienda a la Ley de Memoria Democrática y lo ha mantenido hasta el final.

Nadie en su sano juicio construiría su hogar y su vida, el futuro de los suyos y de todos, sobre un lodazal en el que tiemblan los cimientos y que engulle a los menos avezados. La arena movediza es un hidrogel coloide que aparece como materia sólida si no se introduce un agente exterior. Si es el caso, cambia el equilibro y el agua y la arena se separan y el terreno pierde toda estabilidad. Los expertos dicen que para zafarse del hundimiento lo mejor es tirarse en plancha agitando vigorosamente los brazos para lograrlo. Si me permiten la licencia, creo que es una gran descripción de a dónde conduce tragarse bulos y medias noticias para ignorar la verdad.

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